La publicación del libro “Juntos”, del Dr. Vivek H. Murthy, alerta de un tema que se ha agudizado por efecto del Covid19: la soledad. 

El médico estadounidense Vivek H. Murthy viajó por todo su país debido a su trabajo en cargos institucionales. Liderando misiones por temas como obesidad, tabaco, salud mental o vacunas se dio cuanta de otro asunto que aparecía de forma transversal: la soledad. Se la encontraba en todo lados, padres y profesores le transmitían su preocupación por el aislamiento de los hijos y la idea de que no sabían cómo manejar este fenómeno, cómo ayudarlos. 

“Creo que parte de la razón por la que no tratamos la soledad de las personas es que a menudo está oculta. La soledad, desafortunadamente, conlleva un estigma. Las personas que se sienten solas a menudo se avergüenzan de admitirlo. Piensan que es equivalente a admitir que no son agradables o que son socialmente insuficientes de alguna manera y, por eso, lo disimulan”, ha dicho el médico. 

Las tres dimensiones de la soledad

A partir de estas observaciones Murphy escribió “Juntos. El poder de la conexión humana” donde analiza el fenómeno. “La soledad esa sensación subjetiva de carecer de los contactos sociales que necesitamos”, dice en el libro. Subjetiva porque la persona puede parecer rodeada de personas o con una vida cotidiana activa que lo lleva a compartir con personas, y de todos modos sentirse sola. Para clarificarlo Murphy habla de tres dimensiones:

1. La soledad íntima o emocional, que conlleva el deseo de contar con una persona muy cercana, con la que poder sincerarse.
2. La soledad relacional o social, que es el anhelo de disponer de buenos amigos, de compañía y apoyo social.
3. La soledad colectiva, que es el ansia por tener una red o una comunidad de personas que compartan los mismos propósitos e intereses. 

Murphy, con su experiencia en hospitales y en salud pública, relaciona estas soledades con problemas de salud, ya que la soledad aumenta el riesgo de conductas autodesctructivas a las que se recurre buscando mitigar el dolor, como drogas, alcohol, sexo sin precauciones, abuso de la comida o de uso de tecnologías como los videojuegos. 

Pero estas conductas solo aumentan el malestar de las personas. Por eso, la invitación es a estar atentos entre nosotros, cuidarnos entre los familiares amigos, entre padres, hijos y hermanos, entre los compañeros de curso, para poder darnos cuenta a tiempo si alguna persona cercana está padeciendo de una soledad que le hace mal. 

Cuatro caminos para combatir la soledad

En su libro Murphy desarrolla cuatro vías para poder amainar la soledad y comenzar a conectar. Podemos aplicar estas ideas en nosotros mismos y sugerírselas a nuestros seres queridos, sobre todos a quienes vemos tristes o a quienes la distancia física que ha producido la pandemia les ha gatillado mayor malestar. 

1. Pasar tiempo cada día, al menos 15 minutos, con alguna persona que amamos. 
2. Al reunirnos, poner la atención en la otra persona, en la relación que tenemos, en la conversación que se está dando. Dejar a un lado el teléfono. Que sean minutos contundentes en afectividad. 
3. Abrazar el estar a solas. Los momentos que estemos sin otra persona, usar el tiempo de manera provechosa. Desarrollar una actividad que nos llene, leer, reflexionar, dirigirnos hacia disfrutar del silencio. 
4. Ayudar y dejarnos ayudar. Experimentar la solidaridad, el servicio, el apoyo. 

“Juntos. El poder de la conexión humana”, de Vivek H. Murthy, Editorial Critica, 2020.