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Mar 2024 - Edición 280

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El niño compasivo

Psicología

Por: Mónica Larraín G. Psicóloga UC.

«Si te sientas al ponerse el sol y cuentas los actos realizados y encuentras al contar, un acto abnegado, una palabra, que alivió el corazón de quien la ha oído una mirada afable que alumbrara como el sol lo que mirase, puedes considerarlo un día ganado. Pero, si en ese largo día a nadie han alegrado tus palabras, si nada encuentras  entre las acciones de ese día que llevara el sol a ningún rostro, ningún ínfimo acto que ayudara a ningún alma a ningún precio, considera que ese día está perdido».

George Eliot (1819-1880).

Hace muchos años Stephan Zweig un escritor austríaco, decía que existen 2 tipos de compasión. Una es la verdadera, la que mueve el corazón y va en ayuda del otro. La otra decía es meramente una «impaciencia del corazón», enfrentado al dolor del otro este me llega, me molesta pero, le doy la espalda y no asumo ese dolor como propio.

Que mejor tema para nuestro número de marzo que el ver porqué hay niños que tienen mayor capacidad de comprender a otros, de ayudar a otros, que sus fuentes de consuelo están más abiertas...

Y como podemos estimular a que nuestros niños sean más buenos. 

La Empatía un prerrequisito para el ayudar

La empatía o el sentir con el otro es la base para luego responder frente a la necesidad del otro. Si no somos capaces de ponernos en el lugar del otro cuando se cae, fracasa, se siente triste o asustado, si su dolor no nos conmueve: ¿cómo responderemos frente a su necesidad?

Desarrollo de la Empatía

La empatía o el sentir con el otro es la base para luego responder frente a la necesidad del otro. Si no somos capaces de ponernos en el lugar del otro cuando se cae, fracasa, se siente triste o asustado, si su dolor no nos conmueve: ¿cómo responderemos frente a su necesidad?

La Empatía un prerrequisito para el ayudar

Desarrollo de la Empatía

La empatía nace como un contagio emocional, en el cual las guaguas enfrentadas al llanto de otros responden con llanto o con signos de incomodidad. Ya alrededor de los 2-3 años se ve como ciertos niños reaccionan ante el dolor de otros con pena y actitudes de ayuda y de consuelo, otros permanecen indiferentes y algunos hasta reaccionan con agresividad ante el llanto de otro niño.

Ya en la edad escolar (6 años en adelante) un niño debiera ser capaz de ponerse en el lugar de otro, de captar la pena de otro si se expresa a través de señales externas (cara triste, llanto) y de responder con gestos de ayuda y consuelo.

Mas tarde al entrar en la adolescencia, los niños no son sólo capaces de identificarse con personas concretas, sino también de identificarse con grupos de personas, (los más pobres, los niños con cáncer, los que sufren de hambre, las víctimas de un terremoto etc.)

Este desarrollo puede seguir su curso o puede verse interrumpido, por diferentes causas, algunas de las que se han descrito son:

  • La existencia de un ambiente de hogar o escolar muy individualista y competitivos, en los cuales para los niños la prioridad es conseguir sus propias metas de rendimiento.
  • Estilos de crianza en el hogar o ambientes escolares muy permisivos, con pocas reglas y límites. Los límites y las reglas permiten al niño ponerse en el lugar de otro y darse cuenta que los derechos y necesidades de los otros son tan importantes como los propios. Sin límites, el egocentrismo del niño permanece intacto o crece.
  • Ambientes «niñocéntricos» donde la prioridad es que el niño lo pase bien, niños regalones donde en ocasiones se les da más de lo que necesitan o se les puede dar. Eso lleva al niño a estar centrado en sus propias necesidades o caprichos.

Hace algún tiempo a una joven (13 años) en la consulta, con buen rendimiento académico, se le preguntó que a quien de su curso le iba mal o tenía dificultades y sorprendentemente respondió: ¡¡que a nadie!!

13 años y ni siquiera era capaz de percibir las dificultades de las personas con las cuales pasaba la mayor parte del día.

Linda y Richard Eyre dicen que el egocentrismo es como mirar a los otros a través de un espejo, sólo te ves a ti mismo: ¿cómo me conviene esta persona? ¿qué pensará de mí? ¿porqué no me convida? ¡pucha que es pesado conmigo! En cambio, la empatía es como mirar a los otros a través de un vidrio, por el cual puedes ver al otro en su real dimensión.

Los niños compasivos tienen las antenas paradas para el dolor y las necesidades de otros, pero esto es posible de desarrollar:

Estrategias para el desarrollo de la empatía y la conducta de ayuda

  • Al tener que mediar un conflicto entre dos niños, hacerles preguntas que los lleven a ponerse en el lugar del otro. Ejemplo: ¿Cómo crees que se sintió Juan cuando le sacaste su colación?
  • Enfrentar situaciones típicas de todos los días con un estilo que ayude a los niños a ver las necesidades de otros. Ejemplo: Antes de la salida a recreo hablar sobre la necesidad de todos de sentirse acogidos y de poder jugar. Antes de un partido hablar sobre la necesidad de alentar al que se equivoca más que retarlo si lo hace. Al tener que realizar trabajos de grupo hablar sobre cuan injusto se siente el que sólo algunos trabajen.
  • Páginas amarillas del curso. Hace algún tiempo una profesora de Recoleta realizó con su curso un listado donde cada uno ponía sus áreas fuertes, en que podía ayudar a otros, además de aficiones en su tiempo libre, deporte favorito etc. Fue una experiencia increíble ver a esos niños empezar a recurrir unos a otros, para pedir y dar ayuda.
  • Tutoría. La tutoría consiste en la enseñanza de uno con más experiencia y edad a uno con menos. Se ha visto que la experiencia de tutoría beneficia tanto al que enseña como al que la recibe.

Existen diferentes experiencias de tutoría. En un colegio de Cerro Navia, niños de 7° y 8° básico apoyan la lectura de niños de 1° con dificultades. En otro colegio, niños de 6° apoyan el recreo de los más chicos interviniendo en los conflictos, enseñándoles juegos nuevos, y apoyando a los que están más solos. En un colegio de Santiago, niños de 8° hacen tutoría a sus compañeros en las fiestas y salidas para ayudarlos a no tomar ni fumar.

  • Amigo Secreto: El curso entero, incluído el profesor se le asigna un amigo secreto. Durante toda una semana ese amigo secreto debe preocuparse especialmente por el otro, sin que él lo note. Al empezar el juego es bueno discutir con todos alternativas de que tipo de cosas se pueden hacer por el otro. Ejemplo: ordenarle su puesto, recordarle si se le ha quedado algo, ayudarlo en algo que le cueste, convidarlo a jugar, animarlo o acompañarlo si lo ven triste, compartir la colación, defenderlo si otro es pesado con él-ella etc. Al final de la semana, se puede discutir la experiencia y darle un premio al mejor amigo secreto.
  • Buzón de la empatía: En esta actividad se instala un buzón en el curso, en el cual los niños van depositando experiencias o situaciones que ellos hayan observado de ayuda para otros. Este buzón también puede incluir necesidades que se hayan percibido y que el curso puede contribuir a aliviar. Una vez a la semana, por ejemplo en la hora de Consejo de curso se abre el buzón y se leen los aportes.
  • Leer a los niños «Chocolate Caliente para el Alma». Este es un libro encantador en el cual un par de norteamericanos recopilan historias de ayuda desinteresada. Es un libro ameno y que ayuda a los niños a ver cuanta bondad hay en el mundo y maneras de contribuir. El curso también puede recopilar sus propias historias. En la misma línea está leerles a los niños fragmentos del libro de las virtudes de William Bennett.
  • Leerles poesía a los niños especialmente a los adolescentes es un buen modo de ayudarlos a conectarse con los sentimientos de otros.
  • Estimular creencias y valores que destaquen la relación entre todas las personas. Para los cristianos el concepto de que somos todos hijos de un mismo Padre y por lo tanto hermanos, permite sentirse conectados.
  • Pedirle ayuda a los padres de familia para que le den responsabilidades a sus hijos de ayuda en la casa, se ha observado una relación positiva entre niños que se les asignan tareas y preocupaciones por otros.
  • Ayudar a los niños a identificarse con lo demás. Permitirles descubrir que más allá de las diferencias obvias entre unos y otros existen un sinnúmero de cosas que nos unen o experiencias humanas en común.

El hecho de que todos anhelamos tener un amigo, que nos quieran y tener logros. El miedo como una experiencia humana común. Como nos dan pena el mismo tipo de situaciones etc.

Bibliografía:
Bennett, William:
«El libro de las virtudes»,
Javier Vergara Editores 1997.

Eyre Linda y Richard:
«Como Enseñarle Alegría a los Niños»,
Editorial Norma.

Shapiro, L:
«La inteligencia emocional de los niños»
Grupo Z editores,1997.

Goleman Daniel:
«La inteligencia emocional».

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