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Abr 2024 - Edición 281

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Trabajar la salud emocional de los docentes: Ahora más que nunca

Testimonios de docentes afectados por lo que está pasando son varios. Lo que sí llama la atención es que trabajar el bienestar emocional debiese ser un desafío siempre, no solo en estos tiempos, explica Ignacio Zenteno, relator de Grupo Educar y director de Asesorías en aprendizaje socioemocional y convivencia de Impulso Docente.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Trabajar la salud emocional de los docentes: Ahora más que nunca

“Lo que estamos pasando ha afectado mi sistema nervioso, mi nivel de estrés subió ya que nadie ha pasado por una pandemia, uno no sabe cómo enfrentarlo. Emocionalmente estoy más sensible, pienso en todo lo que conlleva esto y que está más allá de nuestras manos. Quisiera ayudar a mucha gente, sobre todo a mis alumnos, a llevar de la mejor manera todo esto”, nos cuenta desde su casa Teresita Espinoza, profesora de Educación Física USEK y actualmente jefe del séptimo año de la Escuela Araucarias de Chile.

Pese a la dificultad de trabajar en estas condiciones, para ella ha existido un importante aprendizaje. “En primer lugar, darnos cuenta de que debemos aprovechar al máximo las cosas que tenemos, los lazos de amistad, familiares y de nuestro trabajo. Un docente es más que sólo entregar información para que los alumnos la aprendan y sepan más en contenidos, hoy en día estamos más conectados que nunca con nuestros estudiantes y tratamos de ayudarlos en todo ámbito, viendo todo tipo de necesidades que puedan tener, es algo nuevo y desconocido por lo cual he tenido que reinventarme y utilizar todos los medios que tenga a mi alcance para seguir educando”.

Teresita Espinoza, profesora de Educación Física USEK y actualmente jefe del séptimo año de la Escuela Araucarias de Chile.

Cuenta Teresita Espinoza que, “si bien trabajamos día a día con la tecnología, jamás la había aplicado para realizar clases prácticas de educación física, las cuales han sido bien recibidas por los alumnos. Me las he ingeniado para que todo sea lo más lúdico posible”.

Ciertamente, al igual que Teresita, la mayoría de los docentes está afectada por la situación que se vive en Chile y en el resto del mundo. Por ello, el cuidado y su bienestar no es un tema solo para este tiempo, sino que para el quehacer diario de los profesores en nuestro país.

Pero, ojo, porque, tal como advierte Ignacio Zenteno, director de Asesorías en aprendizaje socioemocional y convivencia de Impulso Docente, en el contexto actual “comúnmente confundimos el aprendizaje socioemocional (ASE) con otro grupo de conceptos que incluye las nociones de bienestar emocional, contención emocional, apoyo psicosocial, o salud mental. Ciertamente, todos estos conceptos son interdependientes, pero lo que sí está claro es que necesitamos ciertas condiciones de salud mental o de bienestar emocional para lograr aprendizajes”.

Lo importante, dice Zenteno, es que “en la medida en que desarrollamos habilidades socioemocionales, como la capacidad de reconocer y regular nuestras emociones, o la capacidad de empatizar con otros para interactuar de forma saludable, también podemos acceder a una mayor salud mental y emocional”.

—¿Cómo?
—Es un desafío para los líderes educativos generar estrategias de cuidado de sus equipos. Por una parte, se trata de ser empáticos con las distintas realidades, ser flexibles y no demandar excesivamente para bajar los niveles de estrés. Por otro lado, es importante promover conocimientos y herramientas concretas para manejar el estrés y las emociones aflictivas. Por ejemplo, mediante talleres en que los docentes puedan aprender e incorporar prácticas de mindfulness o meditación en sus vidas, que cuentan con un amplio sustento científico sobre sus beneficios a nivel de la regulación del estrés y emociones aflictivas. También hay estudios convincentes acerca de los beneficios de practicar la gratitud de forma intencionada. Por ejemplo, escribir o reflexionar cada día acerca de cinco cosas por las cuales te sientes agradecido puede influir positivamente en tu salud física y mental y en tu satisfacción general con la vida. Debemos cultivar este conocimiento científico y práctico en todas las comunidades educativas de Chile.

La importancia para los profesores

Sucede que si se trabaja el aspecto socioemocional “como la capacidad de regular nuestras emociones, o la capacidad de empatizar con otros, también podemos cultivar una mejor salud mental y emocional. Por lo tanto, es importante promover estas habilidades en los docentes para que podamos contar con mejores niveles de salud mental y emocional”.

Se trata de un aspecto clave, explica, particularmente porque la profesión docente es altamente desgastante, y existe una alta tasa de deserción en los primeros años. “Contar con mayores habilidades socioemocionales podría contribuir a paliar ese problema. Además, se espera que los educadores seamos un factor de contención emocional para los estudiantes, sobre todo en contextos de vulnerabilidad. Pero difícilmente podemos ser agentes de salud mental y emocional si la nuestra está deteriorada”, advierte Zenteno.

Además, explica, “cultivar nuestras habilidades socioemocionales como adultos es indispensable para promoverlas también en los jóvenes. Esto tiene que ver con que el modelamiento es clave para el aprendizaje humano. ¿Cómo puedo enseñar habilidades como la tolerancia a la frustración o la empatía a mis estudiantes, si yo mismo no las he cultivado antes? Para enseñar estas habilidades debemos ser capaces de demostrarlas a través de comportamientos específicos. Por ejemplo, puedo modelar la empatía a través de la escucha activa en conversaciones con otros; es decir, escuchar atentamente al otro, interrumpiendo lo menos posible, sin emitir juicios sobre lo que escucho y parafraseando las ideas del otro para demostrar mi comprensión”.

Ignacio Zenteno, director de Asesorías en aprendizaje socioemocional y convivencia de Impulso Docente.

Explica Ignacio Zenteno que, “para que los adultos se desarrollen socioemocionalmente, necesitamos espacios de perfeccionamiento y desarrollo profesional, tanto de líderes educativos como de docentes. Y esos espacios requieren tiempo y condiciones propicias para el aprendizaje”.

—¿Cómo integrar el ASE en el currículo?
—No solo es posible integrar el ASE en el currículo y en el ámbito académico, ¡debemos hacerlo! Existe cierto consenso científico en que una de las formas más sustentables y efectivas de potenciar las habilidades socioemocionales es a través de metodologías de enseñanza y aprendizaje que integren la dimensión socioemocional y la académica. Debemos dejar atrás la falsa dicotomía entre aprendizaje socioemocional y aprendizaje académico. Las dos formas de aprendizaje pueden y deben ocurrir en simultáneo, en cada clase, en cada asignatura, ojalá todos los días.

Asimismo, explica Ignacio Zenteno, “los individuos capaces de diferenciar y expresar sus emociones aflictivas con un vocabulario variado y específico –por ejemplo, usando palabras como frustrado, acongojado, abrumado, agobiado, apático, etc.–, logran regular mejor sus emociones y mantener relaciones interpersonales más saludables. Sucede que esta habilidad de diferenciación de emociones puede ser cultivada por todos los profesores, en todas las asignaturas, formulando preguntas como ¿qué emociones experimentas al observar esta imagen?, ¿qué emociones crees que motivaron a tal personaje?, ¿qué emociones crees que se vivían durante tal período histórico? Y así ir investigando palabras emocionales y enriqueciendo la base de vocabulario emocional.

¿Qué es el aprendizaje socioemocional?

Aprendizaje socioemocional (ASE) es un concepto que se ha consolidado en las últimas dos décadas y que a nivel internacional se conoce como social and emotional learning (SEL).

El ASE engloba diversos conceptos tales como la formación integral, la educación del carácter, o parte de las habilidades para el siglo XXI. Se trata de un enfoque educativo que busca el desarrollo de habilidades o competencias socioemocionales.

Existen habilidades intrapersonales, tales como el autoconocimiento, la capacidad de reconocer y diferenciar emociones en uno mismo, la perseverancia, o la autonomía. Por otro lado, existen habilidades interpersonales como la colaboración, la empatía, o la apreciación de la diversidad.

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