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Abr 2024 - Edición 281

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“Los alumnos dependen de la lectura como herramienta básica para la comprensión de cualquier asignatura o tarea”

Con motivo de su visita en Chile, el destacado investigador Doug Lemov explica por qué la lectura es una herramienta clave del aprendizaje de los estudiantes. Subrayó, por ejemplo, la importancia de enseñar vocabulario a los alumnos, para acelerar la adquisición de nuevos conocimientos.

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
“Los alumnos dependen de la lectura como herramienta básica para la comprensión de cualquier asignatura o tarea”

Doug Lemov es uno de los educadores y formadores de profesores más reconocidos en Estados Unidos, sus libros han sido traducidos a decenas de idiomas. Estuvo de visita en nuestro país en el marco de la alianza que mantiene con Aptus, durante la cual trabajó en el análisis de material didáctico, dictó un taller de enseñanza de la comprensión lectora y un seminario titulado “Colaboración y pensamiento en el aula: Técnicas efectivas de escritura y discusión”. En entrevista con Revista Educar, nos cuenta por qué la lectura es la base de la enseñanza.

—¿Por qué es la lectura una herramienta básica del aprendizaje?

—Mis colegas y yo nos referimos a la lectura como la primera entre pares. Esto significa que, a pesar de que tiene la misma importancia que otras asignaturas (matemáticas, ciencia, historia, arte, etc.), también es diferente porque aprendices y profesionales de todas las disciplinas anteriormente mencionadas dependen de la lectura como herramienta básica para el aprendizaje. Sin importar lo que estudies, necesitarás leer correcta y profundamente los textos de cada disciplina. El éxito de cada persona correlacionará con su habilidad de lectura y comprensión.

—¿Deberíamos enseñar vocabulario o dejar que los alumnos lean mucho y aprendan nuevas palabras de forma individual?

—Los niños que leen mucho pueden aprender muchas palabras a partir de sus lecturas. Y eso es positivo. Sin embargo, definitivamente debemos enseñar vocabulario también. El vocabulario es un tipo crucial de conocimiento del mundo. Si los estudiantes no saben suficientes palabras del texto que leen, su capacidad de atención se saturará con los intentos por suplir los vacíos de esas palabras desconocidas. Dado este esfuerzo, tendrán poco espacio de “procesamiento” para aprender de lo que el texto intenta comunicar o de aprender vocabulario nuevo mediante la lectura. Mientras más vocabulario enseñes, más sabrán tus estudiantes y es más probable que aprendan de su lectura. Si veo que se compara una taiga (biomas boscosos cercanos a la región polar ártica) con una tundra (bioma de las zonas polares), probablemente aprenderé la palabra tundra solo si sé qué significa la primera.

Enseñar vocabulario acelera el ritmo al que los estudiantes aprenden vocabulario de forma independiente. Otra razón primordial para enseñar palabras es que, al hacerlo, damos la oportunidad a los alumnos de que profundicen y entiendan los matices de significado de cada palabra. Como establece Isabel Beck, tener un vocabulario amplio y profundo correlaciona aún más fuertemente con comprensión que el mero conocimiento de muchas palabras.

—¿Es importante enseñar estrategias de comprensión lectora? ¿Los alumnos son capaces de transferir una estrategia de un texto a otro?

—La respuesta es un no parcial, pero está cerca de ser un rotundo no. La mayor parte de los docentes en EE.UU. creen en la utopía de que las estrategias son transferibles. Piensan que una vez que los estudiantes han aprendido a hacer una inferencia, si aprendieron bien el proceso, podrán hacer cualquier inferencia. Desgraciadamente, creo que las ciencias cognitivas son enfáticas en establecer que el cerebro no trabaja de esa manera. Los estudiantes pueden hacer cientos de inferencias en libros de Roald Dahl (autor de cuentos infantiles) y pueden enseñar en clases que una inferencia combina información que ya saben con pistas del texto. Sin embargo, ninguno de esos procesos los ayudará a hacer inferencias en textos de Borges o Neruda. La comprensión se reduce a una pregunta esencial: ¿tiene el alumno el conocimiento previo necesario para combinarlo con las pistas del texto y así llevar a cabo la inferencia?

“Como establece Isabel Beck, tener un vocabulario amplio y profundo correlaciona aún más fuertemente con comprensión que el mero conocimiento de muchas palabras”

En EE.UU. es común que se enseñen estrategias de comprensión lectora incrementalmente más abstractas y son realmente inútiles. Una vez observé una clase en la que el docente explicó 8 pasos que se deben seguir para establecer la idea principal de un fragmento. Nunca en mi vida como lector he hecho algo así para encontrar la idea principal. Sin embargo, durante esta clase, dedicaron 45 minutos a ese fragmento y el resultado fue que los estudiantes leyeron muy poco, por lo que aprendieron aún menos conocimientos. Solo asimilaron que el texto es una vía para resolver adivinanzas abstractas.

—¿Cómo podemos motivar a nuestros alumnos a leer en nuestras clases de lenguaje?

— Enseñarles en un ambiente rico en conocimiento ayuda a dar vida al texto. Junto con eso, es clave leer a los estudiantes y con ellos en voz alta, incluso con estudiantes de educación media. Digo esto porque hoy en día la lectura, tal como la conocemos, está en una lucha a muerte, en competencia permanente con los teléfonos móviles. La única posibilidad que tiene la lectura de ganar es si le inyectamos vida a los textos con y para los estudiantes. Si participan en la lectura compartida de grandes historias, constituye una experiencia que nos remite a la tradición oral que dio origen a estas historias en primer lugar; esa tradición oral que permite que la historia tome vida con un grupo de auditores que se escuchan mutuamente riendo, suspirando o sorprendiéndose. Esa experiencia dramática, viva, compartida entre pares… ese es el camino -un camino usualmente olvidado- para que los estudiantes aprendan a amar los libros.

—¿Cuál es el objetivo de leer textos informativos en nuestras salas de clases?

—Los estudiantes necesitan leer más textos informativos. En nuestras escuelas destinan sus 12 años de educación a leer entre un 80 a 90 por ciento de textos narrativos. Luego ingresan a la universidad, donde deben leer cerca de 80 a 90 por ciento de textos informativos y nos sorprendemos de que no están preparados. La mejor forma de leer textos informativos es en sinergia con los textos narrativos. Por ejemplo, tomar una novela y enriquecerla con 6, 8, 10 o 12 textos breves informativos relacionados de alguna forma a la novela. Así los estudiantes sienten que los textos informativos son relevantes y útiles y, por ello, los leen con mayor interés. A su vez, los textos informativos permiten una comprensión en mayor profundidad del texto narrativo, generando esta sinergia.

—¿Debemos enseñar la lectura de la misma manera de siempre, o adaptarnos a la forma como los niños leen en las pantallas?  ¿Deben leer en papel o en pantallas los alumnos?

—Yo creo que nos hemos apresurado en creer que la tecnología va a ser la solución a todos nuestros problemas. Tiene grandes beneficios, pero también enormes desventajas. Una de ellas es que nuestros niños están adictos a las pantallas, y en ellas leen en un estado de distracción permanente. Miran por encima, están siempre medio distraídos. En este tema, algunas investigaciones que están recién saliendo son poco alentadoras. Estas señalan que los estudiantes recuerdan menos cuando leen en pantallas, que no se conectan emocionalmente con el texto y que comprenden menos. La peor parte es que nuestros cerebros se “recablean” a sí mismos basados en la forma como leemos. Entonces, también cambia la manera como pensamos: estamos más distraídos, ponemos poca atención. Por lo tanto, creo que es realmente importante que los colegios dediquen periodos largos y sostenidos cada día, cuando los niños están libres de pantallas, a que sus estudiantes lean y escriban.

¿Quién es Doug Lemov?

Director general de Uncommon Schools. Es el autor de “Comprensión Lectora Repensada”, libro que plantea estrategias didácticas concretas para la enseñanza de la lectura y “Enseña Como un Maestro 2.0”, el cual sistematiza las prácticas de aula efectivas de los mejores docentes trabajando en zonas de vulnerabilidad en Estados Unidos.

 

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