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Abr 2024 - Edición 281

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Leer nuestros tiempos

“El primer paso que dan los Pueblos para ser sabios, es proporcionarse grandes bibliotecas” Proclama de la Biblioteca Nacional de Chile. Camilo Henríquez, 1813

Por: Carlos Henríquez Secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación

Hace poco más de 200 años, uno de los personajes más ilustres de nuestra historia, fray Camilo Henríquez, inauguraba una de las primeras instituciones de nuestra república, la Biblioteca Nacional de Chile, con una frase que resumía lo esencial de su tarea: la búsqueda de la sabiduría para nuestro país, donde subyacía la idea de una identidad que se iría construyendo a la luz de un conocimiento que se hacía accesible para todos. Las bibliotecas públicas serían la innovación que permitiría ampliar el impacto de la lectura en nuestra naciente república.

Dos siglos después (en abril de 2016), en la imponente Feria Internacional del Libro de Bogotá, Germán Garmendia, un youtuber chileno, colapsó la seguridad del recinto al presentar su libro #ChupaElPerro, con un dato no menor: la mayoría de los asistentes que compraron su libro y que esperaron por horas para que los firmara y sacarse una foto con su ídolo tenía entre 11 y 20 años. Esta misma situación se repitió poco después en la Feria del Libro de Buenos Aires.

¿Es que los jóvenes no leen? En la última entrega de índices educacionales (8° básico y II medio) en lectura pudimos constatar una gran baja en los resultados de los hombres en todos los grupos socioeconómicos, particularmente en los jóvenes del grupo más alto. Esto implica que, hoy por hoy, en lectura, la desventaja de ser hombre supera a la ventaja de pertenecer a un grupo con más recursos, una tendencia que era histórica en nuestro país.

Sin embargo, mientras eso sucede, el fenómeno de los booktubers crece y las editoriales comienzan a pelear un espacio en los canales de estos jóvenes que reseñan libros para otros jóvenes en Youtube. En México, “Fa Orozco” logró que su video del clásico medieval El Conde Lucanor lograra más de 300 mil reproducciones; en Chile, donde la tendencia se asienta, Laura Mero con su cuenta “Muchachasojosdepapel” logra que cuatro mil jóvenes estén a la espera de sus reseñas.

Ni ver ni leer una reseña significa que estemos leyendo la obra mencionada, pero sí nos acerca una solución y nos muestra una vía que tecnológicamente en los comienzos de nuestra república se solucionó con bibliotecas públicas. Ese primer paso que mencionó Henríquez en 1813 nos invita a dar un segundo paso hoy: encontrar las maneras de lograr que nuestros niños, niñas y jóvenes se encaminen —en este contexto— a esa sabiduría que les permita desplegar sus talentos para beneficio propio y del país.

Leer no solo es un tema de cultura, tiene que ver con las capacidades que esta desarrolla, las reflexiones que provoca, los hábitos que genera y el conocimiento que entrega. Tiene que ver con una educación de calidad y con las ideas que despierta en el lector, las mismas que comparte (o viraliza), provocando que se expandan en un ejercicio que forma parte de la construcción del país. Leer está intrínsecamente relacionado con las (nuevas) ideas, y las ideas con la democracia.

Hace 200 años la solución tecnológica que dieron al problema del acceso a la lectura fue abrir un gran centro donde todos pudieran solicitar libros. A la luz de los últimos resultados en lectura, cabe preguntarse: ¿será que es tiempo de que pensemos cómo lo solucionaremos hoy?

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