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Regístrate y accede a la revistaEn el marco del Seminario Internacional “Líderes que transforman”, organizado por Eventuras y Grupo Educar, con la colaboración de Fundación Telefónica Movistar, la investigadora Pilar Álamos, doctora en Educación y académica de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica, ofreció una charla que invitó a reflexionar sobre un tema cada vez más urgente en la educación: el desarrollo de las habilidades emocionales en la sala de clases.
Bajo el título “Socialización de emociones: qué pasa en el aula y cómo puede apoyar la dirección”, la experta abordó cómo se transmiten y aprenden las emociones en contextos escolares, y de qué forma los equipos directivos pueden apoyar este proceso clave para el bienestar y el aprendizaje.
Según Álamos, el aprendizaje emocional ocurre a diario a través de interacciones entre estudiantes, docentes y adultos significativos. En ese proceso, los profesores actúan como modelos y agentes socializadores. Sus respuestas ante las emociones de los estudiantes, su lenguaje, su forma de resolver conflictos y su disposición a enseñar explícitamente lo emocional influyen de manera directa en el clima escolar y en el desarrollo socioemocional de sus alumnos.
La charla destacó tres estrategias concretas para trabajar las emociones desde el aula: modelarlas, validarlas y enseñarlas. Esto puede hacerse tanto de forma espontánea —ante situaciones cotidianas— como a través de recursos específicos, como cuentos, juegos o tarjetas de emociones. La clave está en generar ambientes que permitan a los estudiantes expresar lo que sienten, reconocer sus emociones y aprender a gestionarlas.
Pero el foco no estuvo solo en los estudiantes. Álamos subrayó la importancia del bienestar docente y del acompañamiento institucional. “Los profesores también necesitan apoyo emocional. Un docente agotado, sin espacios para regularse, difícilmente podrá ser un buen modelo emocional”, explicó.
En ese sentido, destacó el rol de los equipos directivos para promover espacios de formación, bienestar docente y políticas institucionales centradas en el desarrollo integral. Acciones como incorporar asesores de salud mental, diseñar un currículo de habilidades socioemocionales y ofrecer espacios de reflexión son parte de las herramientas que puede ofrecer la gestión escolar.
La charla cerró con una potente invitación a repensar el rol de la escuela. “Cuando un niño no sabe leer, le enseñamos. Cuando no sabe nadar, le enseñamos. Pero cuando no sabe comportarse o manejar sus emociones… ¿le enseñamos o lo castigamos?”, planteó Pilar Álamos, dejando a los asistentes con una profunda reflexión sobre el lugar de las emociones en el aula y el poder transformador de una educación que también forma el corazón.
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