Salvador Dalí (1904-1989) fue uno de los artistas más emblemáticos del surrealismo, movimiento que exploró los territorios del inconsciente, los sueños y la irracionalidad como fuentes de creación. 

Desde que era muy joven, Dalí mostró una imaginación desbordante y un interés profundo por los misterios de la mente humana, influido fuertemente por las teorías del psicoanálisis de Sigmund Freud, a quien admiraba mucho. Su arte se convirtió en una ventana abierta hacia el mundo de los sueños, donde las leyes del tiempo, la lógica y la realidad se disuelven. Para explorar en esto, Dalí desarrolló un método al que llamó “paranoico-crítico”, una técnica que consistía en inducirse un estado de delirio controlado para liberar imágenes subconscientes del sueño. A través de este procedimiento, transformaba visiones mentales en formas pictóricas precisas y detalladas. De esta manera, su pintura unía el rigor técnico del arte clásico con la libertad absoluta del sueño.

En obras como La persistencia de la memoria (1931), los relojes blandos se derriten en un paisaje desolado, simbolizando la relatividad del tiempo y la fragilidad de la realidad. En Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar (1944), Dalí logra representar el instante en que el sueño y la vigilia se confunden, mostrando una escena de apariciones imposibles suspendidas en un espacio luminoso e irreal.

Los elementos recurrentes en su obra –relojes blandos, elefantes con patas alargadas, figuras dobles, paisajes desérticos– actúan como fragmentos de un sueño que el artista traduce en imágenes vívidas y desconcertantes. Dalí no buscaba representar la realidad visible, sino aquello que escapa a la razón: los miedos, el mundo fuera de los límites lógicos y las pulsiones del inconsciente.

Su fascinación por el mundo de los sueños lo llevó a desafiar toda lógica, convirtiendo sus lienzos en escenarios donde el pensamiento racional se disuelve. Así, Salvador Dalí logró transformar lo irracional en arte, invitando al espectador a perderse en el territorio inexplorado del subconsciente, donde los sueños se vuelven realidad pictórica.

Actividad sugerida: 

Reunir a los estudiantes para observar algunas imágenes de las obras del artista, motivando el diálogo mediante algunas preguntas tales como: ¿qué es lo que vemos?, ¿cómo es esta obra?, ¿qué significará lo que vemos?, ¿por qué el artista lo habrá pintado de ese modo?, ¿qué elementos de la obra serán parte de los sueños?, ¿han soñado algo así?, etc.

Luego, invitar a los estudiantes a plasmar en una obra alguna imagen que se les haya aparecido en sus sueños, siguiendo la forma de pintar del artista, usando paisajes imaginados, animales, símbolos y mezclando imágenes reales con ficticias. Pueden utilizar la técnica que les acomode más, como dibujo, óleo, acuarela, entre otras. 

Al finalizar, conversar acerca de lo que han realizado y aprendido junto con sus compañeros de manera respetuosa y constructiva.