Narcofunerales, virus respiratorios, elecciones presidenciales son algunas de las razones por las que diferentes colegios en Chile han cerrado sus puertas a clases presenciales de manera temporal. Para Teresa Romero, presidenta de Escuelas Abiertas, “la normalización del cierre de escuelas está siendo una constante. No solo por violencia, sino por temas sanitarios o logísticos. No se ha logrado tener un acuerdo transversal de que es fundamental que las escuelas no cierren. Un día sí es importante para cada niño, sobre todo con las brechas educativas que se acrecentaron por el Covid 19”. 

Escuelas Abiertas es un movimiento que nació durante la pandemia, cuando un grupo de apoderados se organizaron para exigir que los colegios no cerraran a raíz del Covid-19 y que las restricciones sanitarias fueran acordes a otros espacios similares, y no más estrictas. “La escuela es donde los estudiantes reciben un desarrollo integral. Más allá de lo académico, es donde se alimentan, se desarrollan física y socioemocionalmente”, asegura María Teresa.

Según la Unesco, la presencialidad permite el encuentro entre estudiantes, promueve la recreación y actividad física, facilita el acceso a servicios básicos como la alimentación escolar, además de ser un apoyo fundamental para las familias en las que los adultos deben trabajar fuera de la casa.

Por otra parte, asistir al colegio permite que los estudiantes reciban una formación integral en conjunto con sus pares, aprendiendo de valores propios de la vida en comunidad.

En esa línea, la también profesora asegura que la solución debería ser prevenir, y no reaccionar frente a los factores que llevan a cerrar un colegio. “La sociedad va demostrando que el cierre de escuelas es una forma para solucionar problemas de adultos. Lamentablemente, no es la dirección correcta. La responsabilidad de la autoridad debe ser anteponerse al problema”, dice.

Por otra parte, la apertura de colegios durante vacaciones es cada vez más restrictivo. Este año se prohibió la realización de capacitaciones en las vacaciones de invierno, además de que durante el verano sólo se pueden realizar hasta el 15 de enero y dando aviso antes del 30 de noviembre. Además, fuera de las capacitaciones, no está permitido realizar otro tipo de actividades durante enero o febrero tales como hacer reparaciones o talleres de verano con personal del colegio.

“No dejar a los profesores de lado”

Escuelas Abiertas se ha reunido con autoridades, centros de pensamiento y líderes de opinión para abordar la importancia de no cerrar las puertas de los colegios. Al preguntarle dónde han identificado los mayores resquemores, Romero manifiesta que, si bien hay un grupo amplio de docentes que sí quiere estar en la sala de clases, “existen otros que no miden las graves consecuencias que la ausencia genera en los niños. Por otro lado, también hay autoridades que se demoran en tomar decisiones”. 

María Teresa Romero, presidenta de Escuelas Abiertas.

Entre algunas soluciones que propone la presidenta de Escuelas Abiertas para esta problemática, está el mover las capacitaciones, que se suelen hacer en enero, para el resto del año y de esa forma aprovechar ese mes para realizar tutorías a los estudiantes rezagados. Por otra parte, sugiere dar incentivos para profesores que quieran estar más tiempo realizando tutorías, actividades extraprogramáticas o deportivas. “De todas formas, no hay que dejar a los profesores de lado, hay que darles apoyo y una meta”, concluye Romero.

 

“La sociedad va demostrando que el cierre de escuelas es una forma para solucionar problemas de adultos. Lamentablemente, la responsabilidad de la autoridad debe ser anteponerse al problema”.

El colegio debe ser un espacio abierto

Claudia Escalante, encargada de Integración del Colegio Don Enrique Alvear de Cerro Navia, se refiere a la importancia de estar siempre disponibles para las comunidades educativas.

“Nuestra posición es que el colegio siempre ha sido un espacio abierto y no tiene por qué cerrarse”, asegura la profesional Claudia Escalante. En esta línea, destaca el diálogo y cumplimiento de protocolos, para evitar un potencial cierre.

Por ejemplo, al identificarse un conflicto entre los estudiantes y el colegio, una serie de delegados por curso, junto al centro de alumnos, se reúnen con representantes del establecimiento. “Se busca inmediatamente el diálogo para entender qué ocurrió y qué quieren lograr los estudiantes. De esta forma, se analizan todos los posibles escenarios”, explica y agrega que cuando ha habido un llamado “paro de lápices”, se ofrecen otras instancias educativas diferentes al escribir, como espacios de reflexión. Por otra parte, asegura que los directivos del colegio permiten negociación y flexibilización.

En el caso del contexto sanitario, Escalante revela que el costo administrativo es alto. “Adelantar el cierre del colegio, como sucedió el año pasado, nos pone en un problema. Sin embargo, tratamos de generar flexibilidades tanto para los estudiantes como para los docentes”, dice. 

Claudia Escalante, encargada de integración del Colegio Don Enrique Alvear de Cerro Navia.

Colegio Don Enrique Alvear

• Ubicación: Cerro Navia, Región Metropolitana  
• Dependencia: Particular subvencionado
• Vulnerabilidad: 95%
• Número de alumnos: 320
• Especialidades que imparte: Científico Humanista y Técnico Profesional Administración mención Recursos Humanos
• Sostenedor: Fundación Educacional Cerro Navia