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Regístrate y accede a la revistaEn 2019, se decidió en el colegio Ernesto Bertelsen Temple de Quillota, que los profesores del área técnico profesional trabajaran con las educadoras diferenciales para que los estudiantes con NEE pudieran aprender de mejor manera. Cuatro integrantes del Programa de Integración Escolar (PIE) de este colegio cuentan los beneficios y desafíos de esta medida.
Cuatro educadoras diferenciales del colegio Ernesto Bertelsen Temple de Quillota, Región de Valparaíso, que pertenece a la RED Irarrázaval, se reparten las especialidades técnico profesionales del colegio. Carolina Aguilera y Francisca González trabajan con los estudiantes de Mecánica Industrial; Estela Valencia, con los de Electrónica, y la coordinadora PIE, Franchesca Maggi, atiende a los alumnos de Electricidad.
“Ha sido súper desafiante y estimulante”, asegura Carolina Aguilera al referirse al reto de aprender especialidades técnicas y agrega que “uno se siente como un alumno más”. Cuenta Estela que fue una educadora diferencial quien solicitó hace cuatro años el ingresar a los talleres TP. “Ahí comenzamos con la aventura de apoyarlos y eso nos ha dado buenos resultados para facilitar el aprendizaje de los estudiantes con NEE”, explica.
El apoyo del PIE en las especialidades técnico profesionales, en materia de seguridad, comienza en la sala de clases, desde la teoría y las normas. Además, se hace un recorrido por los talleres, donde se les explica qué hacer para evitar situaciones de riesgo, como también se les instruye sobre la posición del cuerpo al usar una máquina y se les muestran las herramientas para que las conozcan.
Las educadoras cuentan que durante las primeras clases se trata de reforzar y repetir los conceptos enseñados. En esas instancias conocen el torno, la fresadora, el taller de soldadura, etc. “Cuando damos estos apoyos de codocencia estamos constantemente recordando las normas: presentación, uso del casco, overol, zapatos de seguridad”, afirma Aguilera.
Como complemento, Francisca González explica que uno de los apoyos educativos que entrega el colegio son reforzamientos en las tardes, donde asisten los estudiantes del PIE. “En esas instancias vemos y reforzamos los temas de seguridad. En el mes de mayo entramos a taller y durante las primeras clases lo primero que vemos es esto”, dice.
Para González, uno de los mayores beneficios de su participación en los talleres es el trabajo colaborativo con los profesores del área técnica. “Nosotros también aclaramos dudas con ellos, incluso dentro del taller. Nos enseñan, para después nosotros poder enseñar a los estudiantes. Ha sido una innovación y una ayuda para que el profesor entienda que esto es también un apoyo para ellos”, revela.
Se trató de todo un reto, cuenta Carolina Aguilera. “Fueron ganándose los espacios. Al principio fue un desafío el aprender el funcionamiento de las máquinas y también hubo un poco de resistencia de parte de los docentes”, recuerda.
Actualmente, los profesores de taller las buscan para trabajar con los estudiantes con NEE y para que revisen temas que les cuestan más durante las horas de reforzamiento, dice González.
Estela está convencida de que el aporte ha sido considerable, “porque los profesores de las ramas TP han ido tomando conciencia y se ha creado la cultura de lo que son las Necesidades Educativas Especiales. Ahora conocen los diagnósticos, conocen más a los alumnos y nos preguntan qué hacer en cada caso. Vamos trabajando a la par. El gran cambio es que ellos también van aprendiendo”.
Por su parte, Carolina observa que hubo avances importantes después del ingreso de las educadoras en el taller. “La expertise del taller la tiene el profesor. Lo que hacemos nosotros es adecuación de acceso, que logren el conocimiento o que el proceso sea más comprendido por el estudiante”, explica y agrega que hoy, hay una mejor evaluación del proceso, no solo del producto final.
Ejemplo de esto, cuenta Aguilera, es que “el año pasado revisamos los circuitos de electromecánica y la evaluación consistió en repasarlos, de manera pictórica, en el computador con un programa, con reforzamiento en el mismo taller, con las maquinarias. Volver a hacerlo una y otra vez, permitiendo que el alumno se equivoque”.
Si embargo, un desafío aún mayor son los alumnos con NEE que les impiden utilizar algunos tipos de máquina de alto riesgo. Franchesca dice que “nos falta llegar hasta ese punto donde la dificultad intelectual sea más severa”.
Carolina acota que “en primero medio tenemos un alumno con un trastorno motor en su mano derecha. Se está trabajando con un psicólogo. Cuando ingrese a tercero medio veremos cómo apoyar ese proceso. El objetivo de ser un colegio inclusivo se va a alcanzar cuando los jóvenes de primer ciclo logren llegar a enseñanza media sin necesidad de que los padres los cambien de establecimiento”.
Escuela Industrial Ernesto Bertelsen Temple
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