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Abr 2024 - Edición 281

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Educación positiva: El impacto del bienestar y la felicidad en el desarrollo de los adolescentes

Imaginemos que, en una sola generación, pudiéramos tener una sociedad más justa, generosa y compasiva, capaz de sentarse en una mesa a negociar pacíficamente acerca de su presente y de su futuro. Estamos educando a esta generación ahora mismo. Los estudiantes de hoy serán en 15 años los líderes del mundo.

Por: Arlen Solodkin
Educación positiva: El impacto del bienestar y la felicidad en el desarrollo de los adolescentes

A través de la historia nos hemos enfocado en tratar de disminuir lo que no funciona. Disminuir el crimen, la violencia, el consumo de alcohol; incluso en la psicología nos hemos enfocado en reducir las enfermedades mentales y el sufrimiento, pero al hacer esto hemos dejado de cultivar lo mejor de la humanidad. La ausencia de sufrimiento no es felicidad, la ausencia de enfermedad mental no es salud mental, de igual manera que la ausencia de guerra no quiere decir que exista la paz.

Arlen Solodkin, fundadora del Instituto de Bienestar Integral de México.

Este es el paradigma en el que se centra la psicología positiva (PP). La PP se ha enfocado en el estudio de los elementos que hacen que la vida valga la pena y ha estudiado los casos ejemplares, para poder así conocer y posteriormente enseñar las herramientas que podemos usar para alcanzar nuestro más alto potencial como individuos, familias, instituciones, organizaciones y como países. 

Lo que realmente puede hacer del mundo uno mejor es contar con personas buenas, éticas, que tomen responsabilidad, que sean conscientes de sus actos, que pongan al centro de sus vidas la cooperación y la generosidad, que sean capaces de sostener sus valores ante la presión externa. La educación centrada únicamente en logros académicos, en resultados exactos y en desempeño profesional, ha demostrado ser insuficiente ante la complejidad de nuestra realidad.

Como decía Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa para poder cambiar al mundo”.

La educación positiva centrada en la enseñanza de carácter, en el desarrollo del pensamiento crítico, en la autorregulación, es indispensable para resolver los retos del presente. Este tipo de educación no solo sirve para disminuir la corrupción y evitar la delincuencia, sino que funciona para incrementar la alegría y el sentido de vida, para construir sueños y fomentar la innovación, para encontrar la confianza en uno mismo y poder entonces ayudar a otros a confiar más, a crear sistemas de cooperación y de beneficio mutuo.

Uno de los obstáculos más grandes que hay cuando pensamos en la educación socioemocional de los niños es que tenemos la idea generalizada de que las habilidades blandas no nos brindan las herramientas necesarias para hacer frente al mundo real. Esto ocurre en el campo de la educación, de los negocios y de las políticas públicas. Pero cada vez son más los estudios científicos que nos informan que el éxito no nos da la felicidad, sino que la felicidad nos lleva al éxito.

“Los humanos anhelan mucho más que bienestar académico y profesional”, dice el psicólogo y escritor estadounidense, Martin Seligman.

El bienestar y el desempeño académico no son mutuamente excluyentes. Cultivar todas las esferas del bienestar contribuye a la formación de personas integrales.

La educación integral no está compuesta de números y letras solamente, sino que busca el bienestar de sus estudiantes en todas las esferas. Dentro de este esquema, el conocimiento es solo una parte de la ecuación. La mente, el corazón y la voluntad deben ser alimentados y cultivados. Una persona integral no está completa sin uno de estos tres elementos, requiere de los tres. En este sentido, la mente se alimenta de conocimientos, de historias, de ciencia; el corazón se alimenta de la compasión, de la gratitud, de las amistades, de las emociones, y la voluntad se alimenta de las acciones, de los planes y proyectos, del autocontrol, la autorregulación y la perseverancia.

La combinación de los tres nos abre la puerta a una vida completa, donde la curiosidad y la pasión personal nos invitan a aprender, donde el hacer un plan de acción nos permitirá perseverar y alcanzar nuestros sueños, donde el corazón nos da la posibilidad de acercarnos a otros, reconocer lo que hay, pedir ayuda y contribuir al bien de la humanidad.

La educación positiva nos lleva a alcanzar nuestro más alto potencial en pro del bien común y esa es la meta más noble a la que podemos aspirar como humanidad.

El bienestar juvenil

Los resultados científicos de muchas iniciativas donde se han implementado programas sistemáticos de educación socioemocional y de psicología positiva obtienen resultados similares, que demuestran que el bienestar juvenil contribuye a:

  • Mejor desempeño académico
  • Menores comportamientos de alto riesgo
  • Mejor salud física durante la adolescencia y la adultez 
  • La formación de un factor de protección contra la depresión
  • La promoción de la creatividad
  • Mayor cohesión social
  • Mayor ciudadanía y actividad cívica

El bienestar juvenil predice comportamientos y resultados en la edad adulta, tales como:

  • Mejor salud física
  • Menores niveles de delincuencia
  • Matrimonios más fuertes
  • Menor tendencia a vinculación con pandillas
  • Menor probabilidad de tener sexo de alto riesgo
  • Menor probabilidad de abuso de drogas

Referencias: Adler, 2016. (Caprara, Barbanelli, Pastorelli, Bandura, & Zimbardo, 2000; Durlak, Weissberg, Dymnicki, Taylor, & Schellinger, 2011; Hoyt, Chase-Lansdale, McDade, & Adam, 2012). (Nidich et al., 2011; Seligman et al., 2009; Wang, haertel, & Walberg, 1997; Waters, 2011). (Bogg & Roberts, 2004; Hambre & Pianta, 2001; Howel, Kern, & Lyubomirsky, 2007; Hoyt, Chase-Lansdale, McDade, & Adams, 2012; Kern & Friedman, 2008; Lyubomirsky, King, & Diener, 2005; Pressman & Cohen, 2005, Roberts, Kuncel, Shiner, Caspi, & Goldberg, 2007; Shernoff, Csikszentmihalyi, & Shernoff, 2003; Tsukayama et al., 2010).

 

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