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Regístrate y accede a la revistaEn su último libro, Really Good Schools, James Tooley plantea una tesis que hoy suena revolucionaria: para garantizar una educación universal, asequible y de calidad, no hace falta el control del Estado, mucho menos en aquellos lugares más pobres del mundo donde este es ineficiente.
La revista Inside Philanthropy califica a James Tooley como un Indiana Jones del siglo XXI, que viaja a “las regiones más remotas de la Tierra investigando algo que muchos consideran mítico: escuelas privadas financiadas por padres que sirven a los pobres del Tercer Mundo”.
James Tooley, vicerrector y profesor de Emprendimiento y Políticas Educativas en la Universidad de Buckingham, Inglaterra, comenzó a estudiar el tema el año 2000, cuando él mismo conoció una escuela privada de bajo costo en un barrio marginal en India.
Luego, financiado por la Fundación John Templeton, recorrió otras zonas de India y de Ghana, Nigeria, Kenia y China, investigando por qué precisamente en esos lugares tan pobres del planeta, los ciudadanos preferían organizarse de modo autónomo para crear colegios, en vez de exigirlo al Estado. Se encontró con una misma respuesta en todos los países: los padres quieren escuelas que rindan cuentas, algo que las escuelas públicas no hacen.
Fruto de su primera investigación, James Tooley publicó en 2009 el libro The Beautiful Tree: un viaje personal sobre cómo las personas más pobres del mundo se están educando (Penguin, Nueva Delhi y Cato Institute). Y 12 años después, en 2021, escribió su continuación: Really Good Schools (Independent Institute).
El libro comienza citando un ejemplo de persona educada en un colegio privado de bajo costo:
Malala Yousafzai, quien recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014, a los 17 años. Activista por el derecho a la educación de las niñas en Pakistán y víctima de los talibanes, Malala estudió en un colegio creado por su propio padre, Khushal Public School, cuyo costo a fines de los años noventa no alcanzaba los tres dólares mensuales. El padre de Malala ha seguido inspirando a otros emprendedores educativos, con quienes hoy conforma una red que ya ha creado 400 escuelas privadas.
“Los padres eligen escuelas privadas de bajo costo porque quieren escuelas que rindan cuentas, algo que las escuelas públicas no hacen”. James Tooley, autor de Really Good Schools.
James Tooley explica en detalle qué es una escuela de bajo costo: son aquellas que no superan los seis dólares mensuales, es decir, menos de seis mil pesos chilenos. En muchos de los lugares que el autor recorrió, este monto supone el 10% de los ingresos familiares. Pero Tooley demuestra que una vez que se restan factores como el costo de transporte (las escuelas privadas de bajo costo a menudo están dentro de los barrios más pobres), descuentos por hermanos y una jornada más extensa que incluye alimentación, resultan incluso más convenientes que las públicas.
Para confirmar que esta modalidad educativa es sostenible a largo plazo, Tooley señala las numerosas inversiones que las sostienen, creando cadenas estandarizadas en países en desarrollo: “La cadena más grande es Bridge International Academies, que abrió sus primeras escuelas en 2009 y ahora es la más grande del mundo, con 100.000 niños en escuelas de Kenia, Uganda, Nigeria, Liberia e India. Los inversores incluyen a Bill Gates y Mark Zuckerberg. Una cadena más modesta que cofundé, Omega Schools, ahora respaldada por el Affordable Learning Fund de Pearson, tiene 60 escuelas en Ghana y Liberia. Estas cadenas son competencia inspiradora: apenas pasa una semana sin que algún emprendedor me contacte para pedirme consejo sobre cómo montar cadenas similares en África, Asia o América Latina”, escribe James Tooley.
Otros factores que enumera en su libro a favor de las escuelas privadas de bajo costo son:
• La calidad de educación:
Los niños que van a las escuelas privadas de bajo costo sacan mejores resultados que los que van a las escuelas públicas.
• El trato equitativo a las niñas:
Las escuelas privadas favorecen el bienestar de la mujer, especialmente en lugares en los que aún hay prejuicios sociales contra el hecho de que las niñas vayan a la escuela.
• El derecho de los padres:
Tooley ha comprobado que los padres de estudiantes en escuelas privadas ejercen una enorme presión para que estas eduquen correctamente a sus hijos. El libro recoge muchas anécdotas al respecto: como la de un pescador de un pequeño pueblo cerca de Accra (Ghana), que había optado por una escuela privada de bajo costo en vez de una pública porque “si el profesor lo hace mal, lo despedirán”.
• El plan escolar:
Frente a la rigidez del currículo estatal, Tooley destaca cómo estas escuelas logran también educar en otras disciplinas, como música o deportes, en colaboración con organizaciones privadas, que pueden establecer pruebas y acreditaciones sin la interferencia del gobierno.
Como era de esperar, este autor ha recibido reconocimientos pero también críticas de detractores, especialmente en Occidente, donde –según explica el mismo James Tooley– se desconfía de cualquier iniciativa privada que se asome en la cancha educativa.
¿Quién es?
James Tooley es vicerrector y profesor de Emprendimiento y Políticas Educativas en la Universidad de Buckingham. Es autor de The Beautiful Tree: A personal journey into how the world’s poorest are educating themselves, Educación, guerra y paz y Libertad para aprender.
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