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Abr 2024 - Edición 281

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Menos pantallas, más tiempo “verde”

Una de las consecuencias de la pandemia, observada por las familias y las escuelas, es la desregulación emocional de los adolescentes. Conversamos con el doctor y fisioterapeuta español Iñaki Pastor Pons, experto en desarrollo infantil y neurodesarrollo, quien explica por qué la actividad física y el contacto con la naturaleza forman parte de la solución.

Por: Ximena Greene
Menos pantallas, más tiempo “verde”

Todos los adultos hemos experimentado cómo en tiempos de estrés o cansancio, basta con salir a caminar entre los árboles, mirando el cielo y respirando profundo, para calmarnos y recuperar el equilibrio. Con los adolescentes ocurre lo mismo, solo que ellos tienden hoy a refugiarse en las pantallas, en los videosjuegos, chats, o redes sociales, con lo cual solo aumenta el efecto de “desregulación emocional”, que se expresa con reacciones más negativas o intensas ante asuntos que normalmente no les molestarían. 

“La desregulación emocional (sentir que no puedo controlar la forma en que respondo a los factores estresantes) es una respuesta normal a una pandemia”, señala un informe del Departamento de Salud del estado de Washington. Y explica que se puede expresar en los adolescentes y adultos como sentirse enojado, frustrado o irritable, y actuar impulsivamente o confrontarse con los demás, a veces sin entender por qué. 

Iñaki Pastor Pons, fisioterapeuta y doctor de la Universidad de Zaragoza, experto en desarrollo infantil y neurodesarrollo, explica que la falta de actividad en el exterior forma parte de las soluciones, ya que no solo incide en lo físico, sino también en lo cognitivo y lo social, en la relación con los otros y el desarrollo de la empatía, y en el rendimiento académico. “El contacto con la naturaleza, el ejercicio físico y el movimiento tienen beneficios multisistémicos”, señala el profesional.

Moverse es fundamental

“El movimiento es una necesidad constante desde la primera infancia en adelante, y tiene que ser un movimiento físico, global, no solo del pulgar o de los ojos frente a una pantalla. Debe ser variado, integrado y participativo en relación con los otros, y eso se logra a través del juego en su más amplio sentido”, señala Iñaki Pastor. “Si además ese movimiento está integrado en la naturaleza, mejor aún”.

Uno de los principales problemas que reconoce este científico es que la sociedad está cada vez más sedentaria. “¿Cuántas mamás o papás sistemáticamente salen a hacer actividades fuera?”, se pregunta. Y es que la experiencia de los niños y adolescentes está muy vinculada a lo que ven y a lo que les cuesta o no. 

Salir al exterior: un esfuerzo familiar

Para ello, explica Pastor, hay que actuar sobre los sistemas, es decir, en la educación de las familias y en las políticas sociales y educativas. “Si bien entiendo que las planificaciones escolares no son fáciles, ya que hay requerimientos curriculares establecidos por el Ministerio de Educación sobre los contenidos que tienen que abarcar las asignaturas y las materias, y los profesores y los centros educativos a veces tienen dificultades para encuadrar todas esas necesidades, es indiscutible que hoy los niños necesitan más tiempo en el exterior”, señala.

En cuanto a los padres, Pastor recalca la importancia de controlar, restringir y limitar el uso de las pantallas y la tecnología, planificar con anticipación y de manera intencionada actividades en el exterior tanto deportivas como contemplativas, y sorprenderlos con cambios sutiles pero importantes en su rutina diaria. Proponerles: “¿te parece si mañana en vez de irnos al colegio en micro nos vayamos caminando?”, o “¿te gustaría que cuando fuéramos a comprar pan nos diéramos una vuelta más larga en bicicleta?”. Son giros pequeños que pueden marcar una gran diferencia.

Para los adolescentes y también para los adultos es importante tomar conciencia de que aprender a “regularse emocionalmente” permite llevar una vida más rica en vivencias agradables y crear un clima más favorable en las relaciones. A la vez, pueden desaparecer síntomas como pérdida de control ante situaciones estresantes, inquietud constante o desmotivación. Quizás los antiguos consejos de “ir a darse una vuelta a la esquina” o “partir a la punta del cerro” tenían un gran fondo de sabiduría.

Beneficios del movimiento físico

  1. Mejora el aprendizaje.
  2. Promueve hábitos saludables.
  3. Favorece la autorregulación.
  4. Mejora la capacidad de la respuesta inmune.
  5. Controla el sobrepeso.
  6. Desarrolla la empatía.
  7. Mejora la coordinación y la orientación.
  8. Da felicidad.

 

¿Quién es?

Iñaki Pastor Pons es fisioterapeuta y doctor de la Universidad de Zaragoza, experto en desarrollo infantil y neurodesarrollo. Dirige el Instituto de Terapias Integrativas en Zaragoza y ha creado un proyecto internacional denominado TMPI-PIMT (Terapia Manual Pediátrica Integrativa) con el fin de mejorar la forma en la que se acompaña el desarrollo infantil por parte de familias, profesionales e instituciones de todo el mundo. 

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