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Abr 2024 - Edición 281

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La importancia del vínculo emocional

A juicio de los expertos, si se logra crear un vínculo con la escuela, de alumnos y apoderados, se forma un círculo virtuoso donde la ganancia es para todos; y se logra un mayor aprendizaje.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
La importancia del vínculo emocional

Para empezar el año quisimos abordar el tema del vínculo emocional con la directora de la carrera de Pedagogía Básica de la Universidad de los Andes, Andrea Pardo (AP), e Isidora Mena (IM), psicóloga clínica y educacional, doctora en Ciencias de la Educación y directora ejecutiva de Valoras UC.

Tal como reveló el estudio ERCE 2019, que indagó por primera vez sobre las habilidades socioemocionales en estudiantes de sexto grado de primaria, observando áreas fundamentales para su desarrollo integral, “los niños que perciben a los docentes más interesados en su bienestar, más apoyadores y mejor organizados en la enseñanza, son, al mismo tiempo, estudiantes que reportan mayores niveles en sus habilidades socioemocionales y, también, se asocian con mejores rendimientos académicos”.

Andrea Pardo Lagos - Universidad de los Andes

Andrea Pardo, directora de la carrera de Pedagogía Básica de la Universidad de los Andes.

La investigación dejó ver también que un clima de relaciones y de orden en el aula es relevante para el desarrollo de estas habilidades y con ello coincide Andrea Pardo, quien explica que “los profesores tenemos la posibilidad de ser un adulto significativo para los niños, y esto implica que somos invitados a generar climas de aula seguros, donde el respeto, el afecto y el tener expectativas realistas sobre los niños les permitan crecer en un espacio donde se los valora, donde el error es posible y donde siempre habrá un adulto a la espera de ese niño”. 

El aula, continúa la directora de carrera de Pedagogía Básica de la Uandes, “es un espacio en el cual se potencia que los niños avancen en autonomía y toma de decisiones conscientes, donde verdaderamente se cree en ellos. Si esto ocurre de esta manera, claramente los apoderados se sienten acompañados en su labor formativa y el colegio pasa a ser un aliado de la familia y del niño, por lo que la asistencia a clases se torna una prioridad en este círculo virtuoso”.

Sucede, agrega Isidora Mena, “que muchas veces los estudiantes quieren aprender algo y van a buscarlo en internet, investigan libros o preguntan. En estos casos es un interés propio e inicial que los moviliza y, por ende, la motivación parte de ellos mismos”. 

Otras veces, en cambio, “es un adulto quien está interesado en que ellos aprendan algo, y en ese caso se requiere movilizar el interés o motivación de los estudiantes. Lo que se ha investigado es que uno de los factores que movilizan la motivación a aprender en estos casos, es el valor que le otorgan los estudiantes a su relación con quien les quiere enseñar algo. Me dispongo a aprender porque confío en ti; porque me entregas un afecto que me importa mantener; porque me has entregado conocimientos que me han resultado valiosos; porque ‘somos una relación’ y nos debemos uno al otro”. 

—¿Cómo trabajar la motivación con una mejora en la asistencia a clases?

Isidora Mena, psicóloga clínica y educacional, doctora en Ciencias de la
Educación y directora ejecutiva de Valoras UC.

—(AP) Lo primero que hay que considerar es objetivar lo que ya sabemos con relación a cómo enfrentar la pandemia y esto tiene que ver con saber cómo actúa el coronavirus, además del hecho de tener conciencia de que las vacunas con las que contamos claramente nos ayudan a que, ante un contagio, los síntomas sean leves. Considerando esto, la invitación es entonces a pensar sobre todas las bondades que implica el asistir a clases. En primer lugar, la importancia del encuentro con otros, el socializar, las conversaciones, el aprender de otros, el desarrollar la empatía y la capacidad de escucha. Es decir, todo lo que tenga que ver con crecer en una comunidad. Segundo, todo lo que tenga referencia a revalorar la posibilidad del vínculo, del lenguaje no verbal, de los encuentros informales, de las conversaciones de patio que nos hacen crecer y desarrollarnos de modo más armónico, natural y relajado. 

Y, en tercer lugar, aunque no por ello menos importante, la sensación del logro académico de los alumnos es fundamental; es decir, el darse cuenta de que aprenden, que avanzan, que hacen conexiones, que amplían su conocimiento y que se hacen preguntas, todo lo que guarda relación con querer seguir aprendiendo.

—(IM) La pandemia ha dejado brechas en el aprendizaje escolar y, al mismo tiempo, ha otorgado oportunidades de aprender otras cosas, tanto a estudiantes como a las familias. Es necesario darles valor a los aprendizajes, para no asustar ni estresar porque el estrés es lo peor para aprender. 

En cambio, para recuperar la brecha escolar hay varias teclas valiosas que articular desde el sistema educacional: una es no estresar más a estudiantes y familias manteniendo los mismos objetivos y contenidos, pues lo único que se logrará es aversión y menos aprendizaje. Otra es realmente implementar metodologías de enseñanza que permitan unir objetivos y contenidos de distintas asignaturas, que condensará objetivos y hará más motivante el aprendizaje. En tercer lugar, reforzar el esfuerzo, los avances y tener expectativas de estudiantes, profesores y familias. Finalmente, es fundamental cuidar realmente a nuestros profesores, pues se sabe que su bienestar influye en la calidad de sus clases y el bienestar de sus estudiantes. Estas teclas son las que ayudarán a motivar a estudiantes y familias a involucrarse en el aprendizaje.

—Luego de casi dos años de pandemia, ¿cómo sugieres trabajar el involucramiento y las emociones de los alumnos y sus familias?

—(IM) Es crucial también mantener la cercanía que se logró en situación online con estudiantes y familias; reconocer esfuerzos de todos (cada uno aporta lo que puede); conocer y comprender sus dificultades, con expectativas y reforzando sus pequeños logros; tener espacios concretos y diarios para que los estudiantes puedan expresarse, conocerse, aprender a relajarse; gestionar los cursos como comunidades de aprendizaje enseñando a cooperar y trabajar en equipo para que se sientan en confianza; gestionar relaciones muy acogedoras con todas las familias, cuidando de no dar mensajes negativos sobre ellas o sus hijos a ninguna. Dar oportunidades de asistir a charlas o talleres cortitos y digitales con apoyo para la crianza y lo que la evidencia dice que realmente apoya el aprendizaje (que refiere mucho más al vínculo y resolución pacífica de conflictos en la familia que a enseñar o presionar en las materias escolares).

 

¿Por qué generar una estrecha vinculación con la escuela?

La vinculación afectiva y el establecer vínculos es importante, “y parte de la esencia de los seres humanos”, nos asegura Andrea Gumucio, directora del colegio Trigales del Maipo en Bajos de Mena (Puente Alto). 

—¿Por qué es clave la vinculación que se genera entre los alumnos y su colegio?

—Los primeros vínculos que establecemos son con nuestros padres o cuidadores, y son quienes inician el proceso educativo. Cuando los padres usan refuerzo positivo e incentivan que el niño se desarrolle, vamos facilitando el aprendizaje. Posterior a estos primeros años, los niños ingresan al colegio y allí deben asumir nuevos desafíos y adquirir nuevos aprendizajes, desde distintas disciplinas y áreas.  

Los niños en etapas preescolar y básica buscan la aprobación de los adultos, y cuando los docentes y educadores en los colegios establecen vínculos significativos con sus alumnos, mediante los cuales los maestros logran incentivarlos, reforzarlos, validarlos, es posible observar mayor motivación escolar. En ese escenario, también es posible observar niños que desarrollan una autoestima positiva, así como seguridad en sus habilidades y capacidades. Todo ello, si se mantiene a lo largo de las distintas etapas escolares, va permitiendo que esta autoestima positiva se instale y crezca la seguridad personal, y es un importante factor protector para que se mantenga la motivación y así disminuir en gran parte la deserción escolar.

—Estudios internacionales han señalado que las emociones y el afecto al colegio son claves para el aprendizaje, ¿qué piensas de aquello?

—Pienso que son muy importantes. Como mencioné anteriormente, un niño que se siente querido y valorado, se desafía más y aprende más. Si un niño ve que hay un otro que es valioso o significativo para él, que le muestra y le dice que puede, que le valida emociones, lo escucha y guía en su aprendizaje... el niño va a creer que realmente puede llegar a ser lo que sueña, ya que hay otros que creen en él; y no es una persona cualquiera, sino alguien que me da afecto y que pasa a ser un ser significativo. Para esto, el refuerzo positivo es clave.

—¿Crees que se produce un círculo virtuoso cuando los alumnos y sus familias se involucran, y así se mejora la asistencia a clases?

—Definitivamente, sí. Es relevante recordar que los padres/cuidadores son los primeros y principales educadores. Si los padres se involucran y participan en el desarrollo escolar de sus hijos, estos pueden percibir que la educación, el aprender, es importante y que la educación de ellos es importante para sus papás. Es bien valorado también por los niños cuando ven que los padres ponen importancia a los esfuerzos y logros de los niños. Por ejemplo, darse el tiempo de escucharlo sobre alguna disertación si me lo me pide o ir a verlo a alguna actividad escolar a la que se invita a padres y cuidadores. 

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