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La escuela que viene

Trataremos este tema en nuestro primer seminario online del año "¿Qué enseñar este 2021?", donde Isabel Baeza, Jefa de la Unidad de Currículum y Evaluación del Mineduc resolverá todas las dudas sobre priorización curricular en un conversatorio el próximo miércoles 17 de marzo a las 17:00 hrs. (link de inscripción al final de la nota).

Por: Marcela Muñoz
La escuela que viene

“¿Cómo serán nuestras clases? ¿Podremos ir, aunque sea algunos días de este año, al colegio?, se pregunta Elisa (16) que ahora cursa tercer año de educación media.

Tal como le confesaba a alguna de sus amigas cercanas y a su familia, el año 2020 fue difícil. “No pude ir al colegio, solo tuve la posibilidad de clases virtuales y cuatro días pudimos asistir a clases reales. Espero que este año podamos ir y tengamos la posibilidad de compartir con nuestras amigas en el colegio, sin el computador de por medio”.

La opinión de Elisa no es muy distinta a la del resto de sus compañeras y a la de los alumnos de todo el país. Por ello, tal como cuenta Magdalena Vergara, directora ejecutiva de AcciónEducar, es fundamental tener el desafío de las clases presenciales. “Si bien el año 2021 seguirá siendo un año en pandemia, es fundamental que pongamos todos nuestros esfuerzos en tener clases presenciales, comprendiendo la relevancia que ello tiene para los estudiantes. Es un gran desafío, que requiere de una preparación y de adecuaciones importantes, pero que sí es posible”.

La innovación y la capacidad de adaptación, explica la directora ejecutiva, serán muy relevantes. Así también, el liderazgo y la organización de los equipos directivos para llevar adelante esos procesos. “Sabemos que enfrentaremos salas de clases más diversas, los niños han tenido distintas experiencias, han aprendido de forma desigual, y con pérdidas importantes. En ello será relevante la nivelación y priorización curricular, el apoyo por parte de los docentes, capacitaciones a los padres para orientarlos también en el trabajo con sus hijos, y especialmente atender a la situación socioemocional de todos los estudiantes”.

En esa misma línea, para Elisa Guerra, quien fue nombrada “Mejor Educadora en América Latina” por el Banco Interamericano de Desarrollo en 2015 y actualmente forma parte de la Comisión Internacional “Los Futuros de la Educación” de la Unesco, la escuela 2021 será la de los reencuentros, de los abrazos. “Será la reunión de la conciencia con la alegría, pero más flexible y más humana, y al mismo tiempo más tecnológicamente avanzada que nunca antes. Se acerca una escuela vibrante, despierta, aún temblorosa por la sacudida, mucho más consciente de su propia vulnerabilidad, y mucho menos arrogante”.

Lo anterior, sin embargo, no significa que no se deban enfrentar este año nuevos desafíos. Según explica Soledad Ortúzar, directora del Centro de Liderazgo Escolar de la UDD (CILED) y doctora en Educación por la Universidad de Pennsylvania, “aunque es necesario retomar la presencialidad para todo el sistema educativo, y fortalecer la educación a distancia, esto no será suficiente para enfrentar las consecuencias que nos trajo la covid-19. Es prioritario restablecer confianzas dentro de las comunidades escolares, cuidando el bienestar socioemocional y fortaleciendo la colaboración entre equipos directivos, docentes, estudiantes y apoderados”.
Según explica Soledad, la evidencia ha demostrado que el efecto negativo de la pandemia en los aprendizajes de los alumnos es muy significativo, y que las pérdidas de aprendizaje son mayores para los estudiantes más vulnerables y para aquellos con necesidades educativas especiales. “Por lo tanto, el gran desafío es que la escuela no solo debe retomar el nivel de aprendizajes ‘precovid’, es necesario también un aumento en el nivel de aprendizaje para todo el sistema escolar, y es aún más necesario un salto en la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje para los alumnos más vulnerables. Y aquí la innovación pedagógica juega un rol fundamental, esta pandemia nos ha mostrado cómo comunidades educativas han sido capaces de innovar y adaptarse en contextos muy difíciles e inestables, debemos aprender de esas experiencias y potenciar su desarrollo en los años que vienen”.

¿Qué priorizar?

Por ello, a juicio de Soledad Ortúzar, es prioritario crear un clima escolar de altas expectativas para todos los estudiantes. “Equipos directivos y docentes que creen que todos sus estudiantes son capaces de aprender, que conocen a sus alumnos y el contexto en el cual viven, y que construyen oportunidades de aprendizaje significativas para ellos. Que fomentan procesos de enseñanza-aprendizaje en los que la motivación y el gusto por aprender juegan un rol fundamental”, señala la directora del CILED.

Asimismo, para Elisa Guerra, la escuela necesita priorizar la habilidad de autoaprender, de ser gestor del propio proceso de aprendizaje. “Esta habilidad, por sí misma, nos habría ahorrado muchos descalabros tras los cierres escolares. El problema no fue solo que los docentes no estaban familiarizados con las herramientas tecnológicas, sino también que los estudiantes no sabían cómo aprender si el maestro no estaba junto a ellos, diciéndoles qué hacer y cómo hacerlo”.

La académica explica que, durante años, la escuela perpetuó una visión dictatorial del aprendizaje: es el sistema y la escuela quienes dictan qué debe aprenderse y cómo debe aprenderse. Incluso, es la escuela quien decide, unilateralmente, si el niño adquirió o no los famosos aprendizajes esperados. “Con ello, creamos aprendientes inseguros, que necesitan en todo momento la validación del docente para no sentirse perdidos”.

“Lo cierto es que aprender es un proceso natural y gozoso, aunque la escuela prepandemia nos haya querido convencer de lo contrario. Aunque nos haya vendido la idea de un aprendizaje artificial, confinado a las cuatro paredes del aula y sufrido, como si tuviera que doler para ser efectivo. Nadie niega que hace falta esforzarnos para crecer, pero cuando algo nos gusta o nos interesa, es mucho más fácil dedicarle el trabajo que se requiere”, señala Elisa Guerra.

Magdalena Vergara, Directora ejecutiva de AcciónEducar. “Si bien el año 2021 seguirá siendo un año en pandemia, es fundamental que pongamos todos nuestros esfuerzos en tener clases presenciales, comprendiendo la relevancia que ello tiene para los estudiantes. Es un gran desafío, que requiere de una preparación y de adecuaciones importantes, pero que sí es posible”.

La disminución de las brechas

Otro de los desafíos para este 2021 será trabajar el tema de las brechas. Desde AcciónEducar explican que, si bien el Gobierno y los establecimientos han hecho esfuerzos para entregar equipos e internet, la realidad es que no todo el país cuenta con cobertura y no todos los niños tienen las habilidades digitales para seguir la formación en línea. “Por ello, los colegios han innovado buscando distintas soluciones viendo la realidad de sus familias, realizando actividades y guías, que incluso entregan ellos personalmente. Eso se complementa con las guías impresas que entrega el Gobierno, con TV Educa, que ha sido un gran aporte para llegar a cada rincón del país, e incluso con la radio educativa que han creado algunas organizaciones”.

La brecha, dice Magdalena Vergara, no se produce solo por la falta de internet. Hay una serie de factores que son claves, como la falta de autonomía y de habilidades digitales para la educación en línea, las disímiles condiciones del hogar, la falta de herramientas y tiempo de los padres. “Por ello, las soluciones no son simples, pero ya se han dispuesto mecanismos para hacerles frente. En primer lugar, es clave el regreso a clases presenciales para abordar las brechas que se han generado, más aún cuando ha quedado en evidencia que la educación remota no reemplaza ni iguala a la presencial. Además, el Mineduc ha dispuesto algunas herramientas y recomendaciones: la prueba diagnóstica de la Agencia de Calidad de la Educación permite ver el nivel de aprendizajes y situación socioemocional de los estudiantes para tomar decisiones conforme a ello; así también, ha dado orientaciones para el año escolar, conforme a los distintos escenarios según la situación de cada alumno, que van en reforzamientos, nivelaciones y priorización curricular. Hay además un fuerte foco en lo socioemocional”.

Elisa Guerra, Nombrada “Mejor Educadora en América Latina” por el Banco Interamericano del Desarrollo en 2015. “Un docente estresado o enfermo difícilmente podrá apoyar a sus estudiantes. Si aún nos sentimos culpables ante la idea de dedicar tiempo a nuestro bienestar antes que al de nuestros alumnos, recordemos: hacerlo así también resulta en beneficio para ellos”.

¿Y las tecnologías?

Cuenta Elisa Guerra que el encuentro de los docentes con la tecnología fue brutal: “De un empujón nos lanzaron al agua fría y profunda cuando muchos no sabíamos siquiera nadar. Durante las primeras semanas nos sentimos náufragos, emigrantes, desterrados. Perdimos la patria de nuestra escuela, perdimos el hogar que era nuestra aula. Sobrevivir era una tarea extenuante”.

Y los profesores en Chile y en el mundo han debido adaptarse de un día para otro a un entorno de aprendizaje completamente distinto, para el cual la gran mayoría estaba débilmente preparada. El aprendizaje ha sido muy exigente y desafiante para los profesores. Una característica positiva es que más que nunca se ha relevado la importancia de los docentes y las escuelas no solo en el aprendizaje de los niños, sino además en la sociedad y en la vida de las personas. Se ha entendido también cómo la tecnología es un medio y no un fin en sí mismo, y es exitosa solo en la medida en que los profesores la integren efectivamente en sus clases, para promover procesos de enseñanza-aprendizaje de calidad. La tecnología permitió y facilitó la educación a distancia este 2020, y hay muchas experiencias innovadoras de las cuales el sistema educativo puede aprender. El desafío este 2021 es seguir desarrollando y ajustando la educación a distancia para todos los estudiantes, y potenciar el rol de la tecnología en motivar a los alumnos, y para favorecer aprendizajes más ajustados a las necesidades individuales de cada uno.

Explica Elisa: “A pasos agigantados, sin embargo, los maestros salieron adelante. Los empujó el sentido de urgencia, la necesidad imperiosa de encontrar salidas creativas a problemas nuevos, y el instinto de supervivencia. Dos factores adicionales posibilitaron la tarea: por un lado, el sentido práctico de las herramientas tecnológicas, su utilidad de aplicación inmediata. Por otro lado, la colaboración intergeneracional entre docentes: los jóvenes, quienes suelen ser los más duchos en cuestiones digitales, se convirtieron en “mentores” improbables de quienes tenían décadas de experiencia en su haber. Y ellos, los maestros más experimentados, aportaron la riqueza pedagógica y la sabiduría de quien ha enfrentado muchas tormentas, aunque fueran diferentes a esta. Una de las maestras de mi equipo lo resumió de esta manera: ‘Jamás había trabajado tanto, pero, al mismo tiempo, jamás me había sentido tan compenetrada con mis colegas’ ”.

Soledad Ortúzar, Directora del Centro de Liderazgo Escolar de la UDD (CILED): “El bienestar socioemocional de los profesores debe ser prioridad. No se pueden favorecer procesos de enseñanza-aprendizaje de calidad en comunidades educativas dañadas socioemocionalmente. Creo que un primer paso en este proceso es el de la empatía; el mirar, entender y ponerse en el lugar del otro”.

Desafíos TP

Según Soledad Ortúzar, el mundo TP enfrenta grandes desafíos este 2021. Sabemos que la gran mayoría de los estudiantes TP son jóvenes de los quintiles más vulnerables, para quienes esta crisis tiene un impacto aún mayor. La pérdida de clases presenciales, en una modalidad en que el aprendizaje tiene un importante componente práctico, impone grandes desafíos para recuperar esos aprendizajes durante el 2021. Además, las restricciones en el sector productivo han provocado que los estudiantes TP hayan tenido acceso muy limitado a prácticas profesionales. Por lo tanto, los grandes desafíos en el mundo TP van a ser recuperar los aprendizajes de los estudiantes y potenciarlos, y monitorizar y disminuir el riesgo de deserción. La vulnerabilidad económica de las familias de los estudiantes TP hace que la pandemia aumente el riesgo de deserción de estos estudiantes.

 

Inscripción al evento:

https://us02web.zoom.us/webinar/register/WN_-qowUGjhTc6HA3oZqdMmBg

 

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