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Abr 2024 - Edición 281

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Alberto Abarza, nadador chileno: “Las personas con discapacidad vamos a necesitar ayuda, pero no que nos hagan las cosas”

Así lo afirma el deportista paralímpico, quien en los Juegos Paralímpicos en Tokio 2021, ganó tres medallas representando a nuestro país, una de oro y dos de plata. Padre de dos hijas, Alberto trabaja desde hace doce años en BCI, además da charlas motivacionales. Aquí su historia.

Por: Paula Elizalde
Alberto Abarza, nadador chileno: “Las personas con discapacidad vamos a necesitar ayuda, pero no que nos hagan las cosas”

—Primero que todo, muchas felicidades Alberto por los Juegos Paralímpicos. ¿Cómo los viviste?

—Me pasó algo que no pensé que me iba a pasar. Yo amo a mi mamá, soy muy mamón, pero, al mismo tiempo, no vivo con ella, la veo una vez cada dos semanas a veces. Pero en la primera persona que pensé cuando toqué la muralla, fue en ella, en todo lo que le costó este camino, a ella, no a mí. El tener un niño con discapacidad, que fue mamá a los 17 años, en que a ella le decían: “¿Para qué lo mandas al colegio, o para qué lo vas a hacer estudiar en la universidad, si a los 18 o 20 años va a quedar postrado? Lo vas a mandar a calentarse la cabeza”. 

Creo que en ese momento cuando toqué la pared, me imaginé a mi mamá diciendo: “Yo tenía razón, estuvo bien lo que hice. Le enseñé a triunfar en la vida, a valerse por sí mismo”. 

—En ese sentido, ¿cómo fue tu infancia, tu educación?

—Mi mamá siempre me enseñó que había cosas que iban a pasar, en el colegio, a hacer mis tareas, me mandaba solo a la Biblioteca Nacional en el centro. Creo que eso va desde las familias, mi papá me obligaba los sábado y domingo a recoger los papeles del patio, y éramos todos iguales, no por ser con discapacidad se me dio un trato diferente. Fueron tal vez más duros, porque mi papá me dijo: “A todos nos va a costar, pero a ti te va a costar el doble, entonces tengo que hacer que te cueste ahora para que después sientas que no es tanto”. 

“Me enseñaron siempre a valérmelas por mí mismo. Y en la vida de eso se trata, que tus padres te vayan dando las herramientas para que el día de mañana tú puedas hacer tu vida lo más autónomo posible”.

Creo que fue tan bueno lo que hicieron conmigo que me enseñaron siempre a valerme por mí mismo. Y en la vida de eso se trata, que tus padres te vayan dando las herramientas para que el día de mañana tú puedas hacer tu vida lo más autónomo posible. Si te tienen en la burbuja, en algún momento ellos no van a estar, y ahí te va a costar más la vida y vas a sufrir más, porque finalmente vas a andar donde tus familiares, vas a ser un problema y no una solución. 

—¿Y cómo fue tu paso por el colegio?

—Fue súper entretenido. Fui una persona que incluyeron muchísimo en el colegio. Quizás a mi mamá le costó mucho encontrarme colegio, pero ya una vez que estaba, me tomaron partícipe en todo, incluso estaba en los actos, bailaba. 

Me costaba mucho el tema de escribir y en esos años, como no estaba la tecnología de hoy, que uno puede grabar, me acuerdo que mis compañeros usaban calco arriba de sus cuadernos, así la materia se copiaba. 

Siempre digo que finalmente las personas con discapacidad vamos a necesitar ayuda, pero no vamos a necesitar que nos hagan las cosas. Si bien mis compañeros me escribían, después la prueba era igual para todos. 

Tengo maravillosos recuerdos, aunque había algunos profesores que lo tomaban de otra manera, por el prejuicio, pero finalmente yo demostraba que quería las mismas condiciones que mis compañeros, solo que iba a necesitar ayuda. 

Siempre digo: quizás yo te voy a pedir ayuda para que me alcances un libro que está en un estante, pero ya después depende de mí leerlo. Si te lo pido que me lo leas tú, me estaría aprovechando. 

—Y hoy, ¿cómo vives tú la inclusión?

—Yo en mis charlas digo que las personas con discapacidad vivimos de la misma manera, sentimos igual, traicionamos igual, hay algunos que se casan, pero si yo te traiciono, no por ser con discapacidad tú me vas a perdonar. 

Por ahí muchas personas te victimizan, pasa la discriminación positiva también. Tenemos que exigir trato de la misma manera, pero quizás con alguna ayuda. 

Una vez fui a dar una charla a un trabajo y me dijeron “Alberto, queremos trabajar la inclusión, pero no sabemos cómo hacerlo”, y yo les dije: “Tan sencillo como ver los currículums de las personas con discapacidad y la que sirve, contratarla”. Me dijeron: “¿Y qué pasa si no sirve?”, “Échenlo no más”, les dije. Nada de pobrecito, queremos un trato igual. Me imagino que se capacitará como a cualquier persona al principio, pero después se exigirá lo mismo. 

Tenemos que acomodar la situación para que sea beneficioso para la empresa y para la persona.

—Por último, ¿cómo ha sido tu experiencia como padre teniendo en cuenta este tema de no hacer diferencias?

—A uno le cuesta como papá, yo quizás trato de darles todo a mis hijas porque sé que me queda poco tiempo (señala animadamente), lo disfruto muchísimo. Yo estoy separado, pero a mi hija no hay día que no la vea, aunque sea una hora y media. Conversamos un rato. 

Trato de enseñarle eso a mi hija, que en la vida no todo es regalado. Yo tengo chofer y tengo auto, pero yo no le mando chofer a mi hija para que la lleve al colegio, ella se va caminando, toma una micro. 

No darles todo a los niños, siento que tienen que esforzarse por las cosas. Soy un poco exigente, porque tengo que darles las herramientas que puedo. 

Creo que la vida tiene que ser así, darles herramientas para que ellos puedan disfrutar más adelante, y ellas decidir ser felices. Así veo la vida. 

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