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Abr 2024 - Edición 281

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Gestionar la sana convivencia escolar: más que necesario

Si en épocas sin pandemia los casos de mala convivencia llamaban la atención, en periodos como los que estamos atravesando se requiere generar acciones concretas en la comunidad educativa que permitan trabajar por la sana convivencia. Programas de apoyo socioemocional para los alumnos o mecanismos para comprender las necesidades de las personas y organizar el contexto para que éstas se satisfagan, son estrategias que funcionan.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Gestionar la sana convivencia escolar: más que necesario

Esta sección se realiza gracias al apoyo de Duoc UC

 

Cuando iniciamos este reportaje nos llamó la atención una anécdota de la psicóloga y doctora en Ciencias de la Educación, con especialidad en Psicología educacional y clínica de orientación sistémica, y directora ejecutiva del programa Valoras UC, Isidora Mena, quien antes de iniciar la entrevista hizo un fuerte llamado a la comunidad docente: “Debemos reconocer que estamos en una crisis importante, y que es una locura pretender actuar de la misma manera que antes”.

Continuó Isidora con la historia de una apoderada de una escuela que decía que en su familia habían implementado muchas medidas para vivir en cuarentena. “Enumeró dos de ellas: tener horarios claros y rigurosos, e incorporar en las noches de tres días en la semana fiestas de disfraces. Contaba que jamás habría pensado que ella, su esposo y los niños estarían en la semana disfrazados bailando, comiendo, o simplemente conversando. Era muy divertido, se reían y se generaba una relación mucho más cercana. ‘Creo que esto nos está salvando’, explicó. ‘No se puede hacer que estudien y uno trabajar, si no se agregan actividades que permitan encontrarnos en la alegría y la risa’ ”.

Isidora Mena. Psicóloga y doctora en Ciencias de la Educación, con especialidad en Psicología educacional y clínica de orientación sistémica, y directora ejecutiva del programa Valoras UC

“Es fundamental aumentar la escucha tanto de lo que están viviendo y sintiendo los educadores, los estudiantes y sus familias, como de sus propuestas. Desde allí se pueden idear planes, que se implementen con la participación de todos. Esto último es fundamental: que todos participen haciéndose responsables de crear ambientes nuevos, ad hoc a esta situación de crisis”.

La pandemia ha sido un periodo de estrés, para todos, señalan los expertos. Y por ello; explica Cristián Almarza, director ejecutivo de Educaswicth, hay que conversar sobre la convivencia en primer lugar pensándola “desde el amor, el bienestar y con foco en la salud mental de cada integrante de las comunidades educativas. ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué nos falta? ¿Cómo podemos estar mejor? ¿Cómo podemos contener y contenernos de manera asertiva? No hay que olvidar que esta situación sanitaria es algo ajeno para la mayoría, que existe miedo, angustia, muchas veces dolor por el duelo, tristeza, y una serie de emociones que debemos identificar, regular y contener”. 

Lo anterior se debiese producir en cada sala de clases y en las familias –explica Cristián– con el objetivo de generar espacios seguros para todos los integrantes de la comunidad educativa propiciando el bienestar y el aprendizaje. En este sentido, asegura, la educación emocional juega un rol fundamental y debe ser trabajada en conjunto entre los diversos integrantes del colegio.

De hecho, según explica María Teresa Ramírez, de la Consultora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO), “es importante reconocer que hemos estado pasando por un tiempo complejo para todos, de incertidumbres y de experiencias a las que no sabíamos cómo responder, de encierro y disminución de libertades cotidianas, de ausencia escolar, de dolores por pérdidas de personas queridas, de dificultades económicas y laborales, entre otras”.

Además, según la visión de la Unesco, cada persona ha pasado por diversos momentos y estados emocionales. “Para algunos este período fue más complejo que para otros. Dar espacio a reconocer y validar esas diferencias también es un punto central. Las emociones y las formas en las que los seres humanos las experimentamos son muy personales, todas válidas y todas relevantes”.

Cristián Almarza. Director ejecutivo de EducaSwitch

“Hay que conversar sobre la convivencia en primer lugar pensándola desde el amor, el bienestar y con foco en la salud mental de cada integrante de las comunidades educativas. ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué nos falta? ¿Cómo podemos estar mejor? ¿Cómo podemos contener y contenernos de manera asertiva?”.

Por ello, resulta crucial -advierte Ramírez- entender que el abordaje de la convivencia implica a toda la comunidad escolar: estudiantes, docentes, familias, directivos y equipos de apoyo, porque la pandemia ha tenido efectos para todos y ser comunidad es poder abordar este tema.

“Lo más importante en estos tiempos es escuchar, generar instancias para que desde el director hasta el portero, desde el alumno más pequeño al más grande, sientan que habitan en un espacio seguro, donde todos puedan hablar sobre lo que nos está pasando y todos sean escuchados desde la empatía”, señala el director ejecutivo de Educaswicth.

Experiencias y estrategias como esas parecieran ser algunas de las claves que permiten abordar la convivencia escolar en tiempos de pandemia. “Eso es lo que necesitamos también en la escuela: mirarnos los que estamos conviviendo, ‘ver’ las necesidades de adultos y estudiantes, y combinar actividades que permitan contener la emocionalidad de todos tanto como apoyar en los procesos de enseñanza y en los de aprendizaje. La escuela ‘debe’ instaurar instancias para reírse, conversar, moverse, cantar, pintar: todo esto aumenta la motivación, la salud mental, la socioemocionalidad y con ello el aprendizaje”, advierte la psicóloga de la PUC. 

Además, la UNESCO ha investigado que existe mayor probabilidad de discriminación hacia ciertos grupos, por ejemplos personas con discapacidad, migrantes y diversidad sexual. Desde los equipos profesionales de los centros educativos nos podemos preguntar ¿qué hacemos para cuidar una buena convivencia? Y en específico ¿qué hacemos para cuidar a los y las estudiantes con más posibilidades de ser acosados?

En terreno

Esa reflexión es necesario llevarla a la práctica con acciones concretas. Por ello es que para la directora del Colegio Trigales del Maipo, de Bajos de Mena, Puente Alto, Andrea Gumucio, “la buena convivencia es un tema central en el colegio, y en ese sentido se trabaja de manera intencionada y transversal desde la persona que recibe en la puerta en adelante. Siempre con el ejemplo”.

Esa mirada es clave, dice  María Teresa Ramírez,  porque lo primero es reconocer que la convivencia en las comunidades educativas es una tarea de todos los adultos, no solo de los equipos psicosociales. “En este sentido, generar espacios para reconocer y acompañar las necesidades y vivencias de cada estudiante, es algo que se puede hacer en distintos momentos de la vida escolar. También el abordaje de las tensiones que en la comunidad se puedan dar”.

María Teresa Ramírez. Consultora de la OREALC/UNESCO en Santiago

“Es interesante observar que el abordaje de la convivencia tiene un doble fin. Por un lado, se busca favorecer el desarrollo de habilidades emocionales para la interacción, el bienestar social y la ciudadanía y, por otra parte, es fundamental para el logro de aprendizajes de calidad”.

En esa línea es que en ese establecimiento en las clases online han puesto algunas normas sencillas y posibles de vivir, “por ejemplo, el palito preguntón para solicitar la palabra. En las clases presenciales fomentamos el respeto y la amabilidad con todas las personas; por ejemplo, aprenderse el nombre y saludar al personal auxiliar, administrativo y directivo, tener gestos de agradecimiento con sus compañeras de curso”.

Este tipo de actividades y acciones concretas es necesario, porque tal como reitera la psicóloga de la UC, “hoy más que nunca se hace necesario mantener mecanismos para comprender las necesidades de las personas y organizar el contexto para que estas se satisfagan. Por ejemplo, combinando acciones diversas, desde poder instaurar espacios y metodologías, como mantener conversaciones para explicar, comprender, convencer”.

¿Cómo se logra este proceso? “Es fundamental aumentar la escucha tanto de lo que están viviendo y sintiendo los educadores, los estudiantes y sus familias, como de sus propuestas. Desde allí se pueden idear planes, que se implementen con la participación de todos. Esto último es fundamental: que todos participen haciéndose responsables de crear ambientes nuevos, ad hoc a esta situación de crisis”, señala la directora ejecutiva de Valoras UC.

En la práctica, cuenta Andrea Gumucio, el programa que han realizado en su establecimiento (ver recuadro) generará cambios más profundos, “probablemente los vamos a ver en unos años más. Estamos trabajando con los niños y sus familias para que fortalezcan su relación en base al diálogo y el respeto. Con límites claros y una visión de autoridad de los padres basada en el amor. Donde el castigo y la amenaza no son la herramienta de educación”. 

De hecho, cuenta que hoy en día observan en el colegio alumnas que se relacionan en forma muy positiva con sus compañeras, las misses y todas las personas que están dentro del colegio. Entienden que las acciones tienen consecuencias y han ido desarrollando una gran empatía. “Aún tenemos niñitas que les cuesta relacionarse con las demás, que son más agresivas y descalificadoras, pero son casos aislados y que trabajamos en conjunto con la familia y el equipo psicosocial del colegio”. 

Andrea Gumucio. Directora del colegio Trigales del Maipo en Puente Alto

“En Trigales existe una cultura positiva, donde los errores nos sirven de aprendizaje para ser mejores y los agradecemos. Cuando existe algún problema se conversa y no recurrimos al castigo, más bien intentamos prevenir con una cultura de alegría”.

Además, explica la directora del colegio Trigales del Maipo, “en el colegio las profesoras son las personas que tienen todas las herramientas para educar con el foco puesto en nuestras alumnas, todas las actividades que desarrollamos se hacen en un marco de reconocimiento del valor de la persona, nos tratamos con respeto y amabilidad. Para ello establecemos relaciones afectuosas y generamos ambientes de confianza, lo cual permite abordar, a través de conversaciones, las posibles dificultades. Confiamos en las capacidades de nuestras alumnas y sabemos que siempre pueden ir a más en todos los aspectos de su vida, los errores son una oportunidad para crecer, no para castigar”.

En las edades tempranas las niñas aprenden a reconocer sus errores y verlos como oportunidad de aprendizaje. Esto no quiere decir que se permitan todas las conductas disruptivas, sino que se conversa con ellas y se busca una manera de reparar el daño causado a la otra persona.

En esa misma línea, asegura Cristián Almarza, para que se genere una sana convivencia en una comunidad educativa hay que intencionarla, planificarla y promocionarla, junto con dar herramientas a las comunidades para enfrentar los problemas actuales y los que están por venir. “Todo esto debe realizarse siempre pensando en el cuidado psicológico, emocional y físico de las personas, garantizando su bienestar a través del desarrollo de diversas competencias socioemocionales tales como el vínculo, la resolución pacífica de conflictos, la regulación de emociones, la toma de conciencia y la empatía, entre otras”.

Además, desde Educaswicth recomiendan trabajar una sana convivencia, pensando siempre en fortalecer los vínculos entre los estudiantes con sus profesores, como también con sus apoderados, para luego poder trabajarlos todos en conjunto.“La evidencia señala que al gestionar la convivencia desde la educación emocional, genera como consecuencias un impacto positivo en la motivación, la asistencia y el rendimiento académico de los estudiantes”.

Incredible Years, un programa para trabajar ahora 

• El programa socioemocional de Incredible Years fue traído al colegio Trigales del Maipo por la fundación Eventuras y ha sido un gran apoyo en reducir problemas de conducta en estudiantes y promover habilidades emocionales, sociales y de amistad. Para los profesores también ha significado un gran aporte, dado su foco en promover el vínculo positivo, de confianza y cariño entre profesor-alumno, lo que mejora proactivamente el ambiente en la sala de clases. 

• En palabras más simples, los problemas de conducta se reducen porque el estudiante quiere, respeta y escucha al profesor, más que porque tema algún castigo. Esto, a su vez, genera un ambiente propicio para la enseñanza. Asimismo, el programa entrega las clases listas para enseñarles conceptos clave de educación socioemocional a los niños, como, por ejemplo, aprender a escuchar, identificar y regular emociones, y habilidades sociales adecuadas a su edad como compartir, pedir disculpas y pedir que te inviten a jugar.

• El programa trabaja con unos grandes títeres. Un niño que se llama Wally es el protagonista de las clases. A través de la conversación y el modelaje, los niños van aprendiendo. Por ejemplo, reconocer las emociones en ellos y en otros y entender cómo se manifiesta cada una de esas emociones a nivel corporal. Además, enseña la resolución de problemas que habitualmente viven dentro del contexto escolar y familiar. Pasa por temas de amistad, manejo de la rabia, entre otros. Además, no trabaja solo con el niño dentro del contexto escolar, sino también con las familias, para que al trabajar en conjunto se logren los resultados esperados. 

Incredible Years es una de las marcas más reconocidas a nivel mundial en educación socioemocional temprana y está respaldado por años de evidencia, siendo implementado en más de veinte países. La fundación Eventuras nos ha apoyado en todo el proceso de implementación de este maravilloso programa.

¡Atrévete a ser diferente! Un ejemplo de esfuerzo y sana convivencia  

Juan Roberto Aguiló o JuanRo (36 años), como lo llaman todos quienes lo conocen, nació con una discapacidad que más que hacerlo distinto, lo ha hecho crecer y ser feliz. Está casado con quien fue su segunda polola y en la actualidad motiva a jóvenes y empresarios a luchar por sus ideales y a confiar en sus capacidades y en el potencial que cada uno lleva dentro. 

JuanRo estudió Publicidad en el DuocUC, sede Viña del Mar. De allí, dice, guarda grandes recuerdos: sus amigos, pero también sus profesores. “Con uno de ellos me sigo viendo, nos escribimos y en la sede donde estudié di mi primera charla motivacional”.

Pese a las dificultades y al trabajo que le ha costado conseguir lo que se ha propuesto, JuanRo se ha convertido en un ejemplo para todos los que lo conocen. “En especial, me siento muy cercano a los jóvenes, manejo su idioma, escucho su misma música y hasta entiendo sus dificultades”.

Al preguntarle cuál es su sello, fue muy claro: “Soy una persona que cree en las potencialidades del ser humano. Cada uno puede lograr sus objetivos, si se lo propone”. “A mí –dice muy contento y orgulloso”– me ha sucedido.

“Yo no pido que me miren con lástima, pero pido que mi ejemplo de vida sirva de fuente de inspiración para miles de jóvenes que se sienten diferentes. Cada uno de nosotros puede lograr lo que se propone, y la pandemia puede ser una oportunidad para cada uno”.

¿Por qué? “Siempre en las crisis surgen nuevas oportunidades y en esto de la pandemia también va a suceder”.

Pero hay muchas personas que lo están pasando muy mal por la crisis sanitaria, le dijimos. “Eso yo lo sé, pero les digo a todos y en particular a los jóvenes: esto va a pasar. No durará para siempre”.

Se ve que está feliz, orgulloso de lo que ha sido su vida, por lo cual nos adelanta una gran primicia: “Estamos en proceso de adopción de un hijo con mi señora y estamos muy contentos. Es una gran noticia que queremos divulgar”, dijo al terminar muy contento y agradecido de la oportunidad de poder contar su historia.

JuanRo agradece el apoyo de la Teletón. “Siempre ha sido una gran familia para mí, y me siento parte importante de la Teletón”.

“Mis padres fueron siempre mi mejor inspiración, nunca me sobreprotegieron; por el contrario, me enseñaron a confiar en que yo podía conseguir lo que me propongo, desde mis primeros años de vida”.

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