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Regístrate y accede a la revistaStella Vallarino, coordinadora nacional del Programa Maestros Comunitarios de Uruguay, nos cuenta sobre el importante papel que ha cumplido en su país este programa desde 2005 y en los últimos años, durante la pandemia.
Stella Vallarino dedicó gran parte de su trayectoria docente a la educación de estudiantes sordos. Hoy, es coordinadora de un programa de gran impacto para la educación pública de su país como lo es el de Maestros Comunitarios, destinado a niños de hogares con niveles socioeconómicos descendidos.
La misión del maestro comunitario es establecer un fuerte lazo con la familia y acompañar la trayectoria educativa del alumno. “Interesa destacar que, aunque el Programa Maestros Comunitarios (PMC) tiene un perfil eminentemente pedagógico, no podemos atender lo pedagógico si el niño no concurre a la escuela. Por eso, en muchas ocasiones lo primero que debe hacer un maestro con una familia, es mostrarle la importancia de que sus hijos asistan a la escuela”, señala Stella Vallarino desde Montevideo.
El programa cuenta con 533 maestros comunitarios repartidos en los 19 departamentos del Uruguay y en diferentes instituciones. Trabaja en cuatro importantes líneas en coordinación con los maestros de aula:
“Durante la pandemia, el papel de los maestros comunitarios ha sido clave, entre otras cosas para conocer en qué situación se encontraba el niño y su familia, muchas de ellas sin empleo, otras pasando por situaciones muy difíciles. En algunos casos, la violencia familiar también se puso de manifiesto en sus diferentes formas. Si bien los maestros no podían ingresar a los domicilios por cumplimiento del protocolo sanitario, solían dejar el material y la propuesta pedagógica en la puerta para seguir conectando a ese niño y a su familia con la escuela”, cuenta Stella Vallarino.
—Con respecto de la tecnología, ¿qué papel ha cumplido durante la pandemia?
—Nosotros vimos que la tecnología es un vehículo importante, nos permitió saber en qué estaba el niño y ayudarlo a no olvidar lo que ya había aprendido. El uso del WhatsApp fue el más significativo. Pero también vimos que la tecnología no basta para que los alumnos se apropien de nuevos conocimientos. El vínculo presencial es clave y para que el niño adquiera realmente nuevos aprendizajes se requiere que la enseñanza sea sistemática, constante y secuenciada. Lo que hemos visto en terreno es que el maestro ha tenido que rediseñar otras nuevas formas de llegar al alumno.
Los años como docente no necesariamente te convierten en un buen maestro comunitario. Se requiere tener un muy buen vínculo con los compañeros de la institución escolar para trabajar en forma coordinada, conocer bien a la comunidad; es decir, el contexto de la escuela, el barrio, los comercios de la zona, las instituciones de salud, etc. También es importante su capacidad para establecer vínculos con otros programas y otras instituciones; por ejemplo, con el programa de Escuelas Disfrutables. Ese programa está integrado por trabajadores sociales y psicólogos, que intervienen cuando les es solicitada por la institución dicha intervención, y lo hacen siguiendo un Mapa de Ruta. Cuando la situación va más allá de lo pedagógico y requiere la participación de otras disciplinas y otros técnicos (casos de abandono, de probable abuso sexual, de extrema situación de pobreza, etc.), el programa de Escuelas Disfrutables se pone en marcha y participa, trabajando en forma conjunta con el maestro en el aula y el maestro comunitario. Por todo lo expresado es fácil de entender por qué razón es un tipo de educador que debe reunir una serie de condiciones muy especiales para desempeñar esta función.
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