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Mar 2024 - Edición 280

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“El peor fracaso educativo sería que, después de la pandemia, volvamos a lo mismo”

¿Por qué la tecnología no logró instalarse previamente en la sala de clases? ¿Cómo será la escuela pospandemia y cuál será el nuevo rol de los docentes? De eso conversamos con Eugenio Severín, director ejecutivo de “Tu Clase, Tu País” y consultor internacional de la Unesco y el BID.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
“El peor fracaso educativo sería que, después de la pandemia, volvamos a lo mismo”

La pandemia que hemos atravesado ha significado, entre otras cosas, un cambio en la forma de educar, pero también, nos dijo el director ejecutivo de “Tu Clase, Tu País” y consultor internacional de la Unesco y el BID, Eugenio Severín, nos ha revelado “las dolorosas desigualdades que hay en nuestra sociedad, en donde algunos estudiantes accedieron a plataformas de aprendizaje potentes y sofisticadas, otros debieron usar opciones gratuitas sencillas, y otros ni siquiera tenían dispositivos ni conectividad para eso”. 

“Creo que la enorme mayoría de nuestros docentes está ansiosa también de hacer su trabajo más significativo”.

La pregunta quizás más importante que se hace el mundo de la educación es por qué, justo ahora y forzados por la crisis sanitaria, es que ocurrieron esos cambios. A lo cual Eugenio replica: “Por mucho tiempo se pensó que las tecnologías en sí mismas eran tan atractivas que empujarían los cambios. Hoy sabemos que es al revés: ante la necesidad de transformar la educación para hacerla más pertinente, emocionante y efectiva; entonces, miremos cuáles son las tecnologías que nos pueden ayudar”. 

—La pandemia nos ha ofrecido la oportunidad de usar tecnología para procesos de aprendizaje, no de forma marginal, sino central, ¿de qué manera es posible realizar acciones concretas para lograrlo?

—La pandemia nos ha mostrado las dos caras de una misma moneda. Por un lado, nos obligó a dar un salto en el uso de tecnologías para el aprendizaje, especialmente las plataformas para el aprendizaje, regalándonos la oportunidad de aprovecharlas y entender su potencial incluso en contextos de presencialidad, creando capacidades en docentes, estudiantes y familias. Pero, por otro lado, y al mismo tiempo, ha mostrado las dolorosas desigualdades que hay en nuestra sociedad, en donde algunos estudiantes accedieron a plataformas de aprendizaje potentes y sofisticadas, otros debieron usar opciones gratuitas sencillas, y otros ni siquiera tenían dispositivos ni conectividad para eso. Así, creo que lo primero que tenemos que hacer, como país, es garantizar que todo estudiante y docente tendrá las mismas oportunidades y acceso.

—¿Por qué crees que la tecnología no logró entrar por su atractivo y sí lo hizo por la necesidad urgente que ha significado la pandemia?

—Porque siempre en la historia humana, las definiciones se hacen por necesidad. No sacamos nada con entregar mil horas de capacitación, 200 charlas motivacionales y millones de recursos digitales, si con todo ello no nos preguntamos cuál es la necesidad que estamos satisfaciendo, cuál es el problema que queremos resolver. Por mucho tiempo se pensó que las tecnologías en sí mismas eran tan atractivas que empujarían los cambios. Hoy sabemos que es al revés: ante la necesidad de transformar la educación para hacerla más pertinente, emocionante y efectiva; entonces, miremos cuáles son las tecnologías que nos pueden ayudar.

—Entonces, pareciera que el mundo de la educacion cambió, ¿cómo será la escuela pospandemia?, ¿las clases seguirán tal como se estaban haciendo antes de la crisis sanitaria mundial?, ¿cuáles debieran ser los cambios que debieran ocurrir en las escuelas? 

—Espero que no sean nada parecidas a lo que teníamos antes y que ya sabíamos que funcionaba poco. Chile, y el mundo, enfrentan un desafío de transformación de la educación paradigmático. Si queremos que la experiencia escolar tenga sentido y propósito, tiene que ser muy diferente de lo que hoy ofrece, poner en el centro a todos los estudiantes, y hacerse cargo del aprendizaje de cada uno de ellos, conectando con sus intereses y su potencia, y con el contexto auténtico. Si eso no cambia, la escuela será cada vez menos relevante.

—¿Se transforma, por tanto, también el rol del profesor luego de la pandemia? 

—Los docentes mostraron una flexibilidad y compromiso enormes para afrontar la incertidumbre y la disrupción de la pandemia, y van a tener que volver a hacerlo en el reinicio escolar; esta vez, espero, con mucho más apoyo para que su trabajo pueda orientarse hacia esa transformación educativa de la cual hablamos. Es un desafío mayor, que requiere de recursos, tiempo y apoyo, pero creo que la enorme mayoría de nuestros docentes está ansiosa también de hacer su trabajo más significativo.

—¿Qué han aprendido los profesores respecto de cómo aprenden los alumnos?, ¿qué hacían antes y que ya no se ve posible? Por ejemplo, módulos expositivos de 90 minutos.

—Creo que justamente la autonomía forzada de escuelas y docentes –léase: flexibilidad de horarios, el uso de plataformas, la priorización curricular– nos ha mostrado que otra educación es posible, mucho más consistente con lo que la neurociencia y la psicología nos han enseñado acerca de cómo aprenden los niños y los seres humanos. El peor fracaso educativo sería que, después de la pandemia, volvamos a lo mismo.

Reiniciar y reinventar la escuela

El equipo del Learning Policy Institute, liderado por Linda Darling-Hammond, publica este documento como una forma de apoyar y acompañar la toma de decisiones de autoridades políticas y educadores. El estudio ofrece investigaciones, ejemplos de políticas e iniciativas de algunas escuelas, y recomendaciones en diez áreas clave que se refieren tanto a la transformación del aprendizaje como a la eliminación de las brechas de oportunidades y logros. Ilustra cómo los responsables políticos y los educadores pueden: 

  1. Cerrar la brecha digital 

  2. Reforzar el aprendizaje a distancia y semipresencial 

  3. Evaluar las necesidades de los estudiantes 

  4. Garantizar los apoyos para el aprendizaje social y emocional 

  5. Rediseñar las escuelas para lograr relaciones más fuertes 

  6. Enfatizar el aprendizaje auténtico y culturalmente receptivo
     
  7. Proporcionar un tiempo de aprendizaje extendido 

  8. Establecer escuelas comunitarias y apoyos integrales 

  9. Preparar a los educadores para reinventar la escuela 

  10. Impulsar un financiamiento escolar más adecuado y equitativo.

Cada una de estas diez prioridades que expone el texto, ayudará a las escuelas a reinventarse en torno a los principios de equidad, aprendizaje auténtico y relaciones más sólidas, y requieren cambios por parte de los responsables políticos y los educadores por igual. 

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