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Mar 2024 - Edición 280

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La filosofía, piedra angular en el desarrollo de las sociedades

Si algo podemos aprender de la pandemia en la que estamos es sobre la importancia de mirar la vida de otra forma, “ocupando un pensamiento más amplio y flexible que nos permite adaptarnos a distintas condiciones en un plazo muy corto y sin preparación”, reflexiona Verónica Abud, gerente general de Fundación La Fuente.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
La filosofía, piedra angular en el desarrollo de las sociedades

¿Cómo? Gracias a la riqueza que nos entregan las humanidades y que van de la mano con el desarrollo de la creatividad y de la imaginación. “Un currículum que integra esta mirada, que posibilita, acepta y promueve diversas formas de aprendizaje, será esencial para la nueva sociedad que debe nacer después de estos años de incertidumbre y angustia, que nos ha provocado la covid-19”, señala la gerente general de Fundación La Fuente, Verónica Abud, quien también es profesora de Educación Básica, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con un máster en Educación, en Virginia Polytechnic and State University.

Lo importante es buscar la manera de poder formar a estudiantes más conscientes de su entorno natural, respetuosos de la naturaleza, creativos en la búsqueda de nuevas soluciones, compasivos y comprometidos con una nueva sociedad más solidaria y unida. “Esta forma integral de mirar el mundo debe ser la unión entre distintas competencias, y es ahí en donde las humanidades y las artes tienen un rol clave que jugar”, puntualiza.

—¿Por qué retomar la mirada en la filosofía, por ejemplo?, ¿podemos a través de esa ciencia, enseñar a pensar a nuestros alumnos?

—La filosofía es la piedra angular en el desarrollo de las sociedades. Desde la antigüedad hasta hoy mismo, por ejemplo, los estados suelen tener dentro de sus equipos a personas destinadas a mirar la sociedad, reflexionar sobre ella y aconsejar a los líderes sobre el presente y el futuro del país que soñamos. Y no es solo una mirada ideal sobre un señor o una señora echados bajo un árbol soñando un futuro mejor; estoy pensando en quienes miran la vida también desde la lógica, desde un análisis coherente y racional, desde lo tangible y lo posible.

Cuando hablamos de enseñar a pensar, estamos enfrentando a los estudiantes a vivir la vida: a mirarla con todos sus bemoles, porque en el día a día no solo nos enfrentamos a las decisiones trascendentales (quién soy, qué busco, quién quiero ser), sino también a las decisiones prácticas, las que necesitan una lógica, un orden y una planificación.

Advierte la profesora que muchas veces la escuela nos separa, “poniendo de un lado a los reflexivos y por otro a los prácticos, como si la vida fuera siempre en blanco y negro. Yo creo lo contrario, creo que la riqueza se da en personas que son capaces de mirar reflexivamente su vida, de analizarse, de enfrentarse a sus miedos, y al mismo tiempo, conseguir sus metas y propósitos planificando sus acciones, sin dejarse llevar por los acontecimientos”.

—¿Es factible reposicionar las humanidades, en un mundo tan tecnologizado como el que estamos viviendo?

—Acá creo que hay un punto clave en tu pregunta, “posicionarla en los docentes”. Nada se transmite, ni las humanidades ni la ciencia ni las artes, si no hay pasión verdadera del mediador. En mis años de trabajo me he encontrado con profesores y profesoras fantásticos en todas partes, que aman lo que hacen, que disfrutan su trabajo, pero también con quienes lo detestan, que huyen de los libros; con quienes no se actualizan o quienes viven pidiendo pruebas hechas a las editoriales que les venden los ejemplares. Eso no puede ser. Si queremos un cambio efectivo, el sistema debiese ir reemplazando a ese tipo de docentes.

En específico, no creo que la tecnología sea un impedimento para nada; es más, creo que muchas veces es una ayuda. Situémonos hoy, en medio de la crisis en la que estamos: la tecnología, a través de los libros electrónicos, les ha permitido a millones de chilenos poder acceder a contenidos mientras las bibliotecas han estado cerradas; la tecnología, como ejemplo de lo que ha hecho nuestra fundación, les ha permitido a muchos docentes acceder a seminarios, charlas, conferencias, en distintas partes de Chile, sin moverse de sus casas, conectados a internet desde sus computadores y teléfonos. Eso es promoción de las humanidades.

—¿Qué pasa con quienes no tienen acceso?

—Esa es la pregunta que debieran estar resolviendo las autoridades en este momento. Soy una defensora de las clases de aula, no hay nada más importante que un niño asista a su escuela, pero en Chile debemos estar preparados para las crisis, no hablo solo de una nueva pandemia, hablo de desastres naturales. Y es ahí donde la tecnología juega un rol importantísimo y más que comprobado.

—¿Cómo motivarlos también por la lectura y devolverles las ganas de leer?

—De la misma manera que sin pandemia: abriendo los libros, invitando a la conversación, leyendo con los estudiantes historias conectadas con su vida, con su entorno, con lo que sueñan; dándoles la posibilidad de elegir lo que quieren leer, respetando sus gustos y su independencia como lectores. Nadie lee por obligación. Es decir, sí se lee por obligación, pero a nadie le gusta. No puedo fomentar la lectura en una situación de castigo.

Si es a través de una forma digital o análoga, da prácticamente lo mismo: como docente debo pavimentar un camino, como familia debo comprometerme a que eso fluya en la casa, buscando libros, armando bibliotecas caseras; como escuela debo destinar recursos a tener una colección actualizada y un bibliotecario o bibliotecaria comprometidos; como sociedad debo respetar y promover la lectura con buenas bibliotecas públicas, elevando el rol de escritores e investigadores, entregando los recursos necesarios a largo plazo. Eso es un plan de lectura que nos reúne a todos.

¿Quién es?

Verónica Abud es profesora de Educación Básica, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, máster en Educación, en Virginia Polytechnic and State University y con diplomas en Strategics Perspectives in Non Profits Managment, Harvard Business School y Leadership for System Change: Delivering Social Impact at Scale, Harvard Kennedy School.

 

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