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Regístrate y accede a la revistaUn estudio reciente confirma que la participación de los padres en la educación de sus hijos incide positivamente en su rendimiento escolar y evita que las notas bajen en la adolescencia. La creadora del modelo de relación familia-escuela (Academic Parent-Teacher Team) nos explica cómo las escuelas pueden establecer y mantener sistemas de participación familiar significativos y exitosos.
El estudio “Participación de los padres en la escuela secundaria”, de la Universidad de Duke en Estados Unidos, señala que durante la adolescencia “el rendimiento académico a menudo declina y aumenta el riesgo de que los estudiantes no alcancen su potencial”. Los autores explican que esto se debe a que el tránsito a la adolescencia y el ingreso a la enseñanza media son una etapa en donde los adolescentes experimentan una serie de alteraciones biológicas, cognitivas y de desarrollo social. Además, se debe agregar el aumento de las responsabilidades académicas ante una eventual postulación a la universidad.
Sin embargo, los expertos, que analizaron más de 50 investigaciones afines, indican que una de las medidas más exitosas para enfrentar esta difícil etapa es la participación de los padres en la educación de sus hijos, y mientras antes se haga, mejores son los resultados académicos.
A mediados de la década de 2000, la experta en educación María Paredes, doctora en Educación por la Universidad Estatal de Arizona en Estados Unidos, desarrolló el modelo “Equipos Académicos de Padres y Maestros”, o APTT por su sigla en inglés (Academic Parent-Teacher Team). Se trata de un programa de participación familiar que se basa en la noción de que las escuelas pueden mejorar sus resultados académicos cuando las familias y los maestros trabajan juntos para maximizar el aprendizaje de los estudiantes dentro y fuera de la escuela. Hoy ella lidera la aplicación de este programa a través de una importante organización sin fines de lucro que se especializa en investigación y desarrollo de programas relacionados con educación.
El modelo tiene dos componentes principales. El primero consta de tres reuniones entre el profesor y todos los padres, donde el docente revisa y explica los datos académicos del nivel, y proporciona datos individuales sobre el desempeño de sus hijos y los ayuda a establecer metas académicas. Él o ella también modela y entrega materiales para las actividades que los padres pueden hacer con sus hijos en casa.
Luego, el modelo incluye una reunión individual en profundidad de treinta minutos entre el profesor, el estudiante y su familia. En estas sesiones revisan las notas del alumno, crean un plan de acción para la mejora continua, discuten cómo apoyar el aprendizaje de los estudiantes en casa y desarrollan relaciones más sólidas.
María Paredes es doctora en Educación por la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos, y lidera el programa Equipos Académicos de Padres y Maestros, o APTT por su sigla en inglés (Academic Parent-Teacher Team) en WestEd.
María Paredes habló en exclusiva con revista Educar y explicó por qué las familias son importantes para el éxito educativo de sus hijos y por qué su compromiso con las escuelas es tan significativo.
—¿Cuáles son las ventajas más importantes que ha visto a lo largo de los años cuando las familias deciden participar activamente en la educación de sus hijos?
—Las investigaciones corroboran que el desarrollo de asociaciones genuinas entre la familia y la escuela favorece el éxito escolar y de los estudiantes. Cuando las familias están debidamente equipadas y pueden participar en el aprendizaje, sus hijos tienen más éxito, los estudiantes tienen más probabilidades de subir sus notas, de asistir al colegio con más regularidad, de cursar asignaturas o tomar cursos de mayor dificultad, de terminar sus estudios y postular a la universidad y de tener menos problemas de disciplina. En resumen, están más entusiasmados y enfrentan la vida escolar con mayor optimismo.
—¿Cuáles son algunos de los desafíos que ha experimentado al implementar su programa?
—Uno de los mayores desafíos que significa implementar programas o modelos de participación familiar es la percepción, a veces negativa, que tienen algunos educadores sobre las familias. En muchos casos dudan de su capacidad para ayudar a sus hijos y, a menudo, tienen una impresión errónea del compromiso que tienen para alcanzar estándares de aprendizaje más altos, especialmente en las familias de más escasos recursos. Para revertir estos prejuicios es importante que, tanto las escuelas como los educadores, estén verdaderamente comprometidos en cambiar su enfoque de la participación familiar.
—En el panorama educativo actual, las políticas públicas y los esfuerzos ya no se centran en si la participación de la familia es importante, sino en qué tipo de participación es la que importa y cómo los pueden apoyar para que desempeñen estos roles. Con tiempo y recursos limitados, ¿qué podemos hacer para involucrar más a las familias?
—En primer lugar, los establecimientos educacionales deben destinar tiempo para conectarse personalmente con las familias, entablar relaciones y aprender sobre las metas, los sueños y las aspiraciones de sus hijos. Al conocerlos realmente, la asociación se dará. Al mismo tiempo, los profesores deben entregarles a los padres y familias una imagen completa de cómo se está desempeñando su hijo en la escuela, y asegurarse de que tengan todos los hechos para que estén más motivados a participar.
Por último, los colegios deben entregar capacitación adecuada a los maestros sobre cómo asociarse de manera efectiva con las familias. Las investigaciones indican que los docentes a menudo no están preparados con las habilidades, el conocimiento y la confianza necesarios para participar en asociaciones significativas con las familias de sus estudiantes.
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