El contexto de pandemia desafió al sistema educativo, dejando en evidencia las debilidades para asumir un proceso educativo a distancia, con consecuencias en la calidad de los aprendizajes y de acceso al mismo, además de la falta de interacciones que propician desarrollo y el bienestar socioemocional de niños y jóvenes, lo cual hace necesario considerar la reapertura de los establecimientos con el objetivo de disminuir las brechas existentes.

En este contexto conversamos con Arsenio Fernández sobre la vuelta a clases.

—¿Por qué es importante el retorno a clases?

—Está claro que las personas necesitan ciertas rutinas y niveles de actividad para sentirse bien, lo que evidentemente se ha visto alterado por la situación actual, lo que hace necesario llegar a un equilibrio, entre el cuidado por la pandemia y el desarrollo de actividades que forman parte integral de la vida en sociedad antes de ella, de manera de alcanzar un desarrollo socioafectivo sano, especialmente en etapas tan determinantes como la niñez y la adolescencia.

—¿Cómo podemos evaluar el aprendizaje 2020?

—Sin duda, este proceso ha conllevado muchos aprendizajes y oportunidades para los estudiantes, ha sido positivo entregándoles las posibilidades de desarrollar la autonomía, sobre todo en cuanto a su proceso de aprendizaje, ya que ellos son los principales protagonistas y actores en el mismo, debiendo aprender a organizarse, animarse y comprometerse con las diversas instancias y medios que se han dispuesto para su formación. Por otra parte, ha obligado a los educadores, a conocer y adaptarse a metodologías y lenguajes que para los estudiantes son más cercanos, desafiantes; por tanto, significativos, como son por ejemplo las plataformas digitales de enseñanza y aprendizaje.

Por último, creo que el sistema escolar ha debido adaptarse proactivamente a las necesidades socioemocionales de los estudiantes, buscando los medios y las formas de mantener el contacto, lo cual ha dado espacio para conocer las situaciones que muchos de ellos viven más allá de la escuela, permitiendo preocuparse y ocuparse de variables sociales, familiares y personales que, sin duda, impactan positivamente en el desarrollo integral de niños y jóvenes.

—¿Por qué es clave el rol socializador de la escuela?

—Fundamentalmente, por el bienestar emocional que este implica, donde el valor de las relaciones y de las interacciones permanentes con otros favorecen el bienestar de las personas, sobre todo si consideramos que para niños y jóvenes el valor del grupo y sus pares de referencia es particularmente importante y significativo para su desarrollo, reafirma lo mucho que impacta su interrupción o “falta de normalidad”.

—¿Cómo deberán enfrentar el año 2021?

—Sin duda, va a ser un año complejo, donde habrá que asumir una realidad distinta de aquella a la que estábamos acostumbrados, que nos permita vivir equilibradamente, adoptando las medidas de seguridad adecuadas, que posibiliten continuar con actividades sociales y laborales para llevar una vida plena en una nueva “normalidad”.
En el ámbito escolar, probablemente sea un año en el que se deba transitar hacia un modelo “híbrido”, con actividades a distancia y presenciales, donde las enseñanzas aprendidas el año 2020, serán de mucha utilidad para avanzar en el logro de los objetivos, manteniendo el trabajo colaborativo e interdisciplinario, apropiándose de nuevas tecnologías, así como también innovando y trabajando para que todos los estudiantes tengan acceso al aprendizaje y al desarrollo integral.