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Abr 2024 - Edición 281

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Educar en el medio ambiente

La educación y las habilidades del siglo XXI pasan también por enseñar a los jóvenes la importancia del cuidado del medio ambiente y del entorno que les rodea. En Renca y Quirihue, en la Región de Ñuble, conocimos experiencias concretas, que los expertos señalan como un paso muy importante en esas lides.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Educar en el medio ambiente

“Nuestra idea es tratar de enseñarles a las personas, el cuidado del medio ambiente y de generar espacios verdes por medio de este huerto que después los niños y padres pudiesen replicar en sus casas, o utilizarlos en el mismo jardín y traer nuevamente la cultura antigua del consumo de yerbas; por ejemplo, tener agua de melisa para el dolor de estómago. Nosotros enseñamos además a reutilizar con envases de yogurt vacíos, que las personas pongan en el recipiente una planta pequeña. La finalidad es crear algo grande en un espacio pequeño”, nos cuenta Camila Moreno, alumna de cuarto año de enseñanza media del Liceo Benjamín Dávila Larraín, de la comuna de Renca.

Ella fue una de las alumnas que el año pasado, gracias a un proyecto de cuidado del medio ambiente que ganaron, viajaron a Roma a presentar su iniciativa. Se trata de un premio, cuenta, al trabajo que vienen realizando en su establecimiento sobre el cuidado del medio ambiente. “Gracias al medio ambiente nosotros podemos respirar, podemos curarnos de algunos dolores o malestares. Por eso, lo mínimo que podríamos hacer nosotros es cuidarlo y seguir procreando pequeños huertos o espacios verdes en nuestra vida cotidiana, y que sea una costumbre el cuidado del medio ambiente para todos nosotros”.

Bernardita González, docente de la especialidad de Química Industrial mención Laboratorio Químico del liceo, quien viajó con las alumnas, señala que “en nuestra comunidad educativa, trabajamos hace muchos años en torno al tema medioambiental: su cuidado y respeto y la sustentabilidad. Este tipo de actividades cruza la formación de nuestros alumnos”.

Explica Bernardita que cuentan en su establecimiento con una certificación medioambiental entregada por SNCAE (Sistema Nacional de Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales) y es por ello que las invitaron a conocer la metodología de trabajo de Design for Change. “Acepté esta invitación y participé en la capacitación que brindan. Luego hablé con el 3° año A, curso del que soy profesora jefa, y en conjunto decidimos aceptar el desafío de ser agentes de cambio en nuestra comunidad”.

Camila Moreno Alumna de cuarto año de enseñanza media del Liceo Benjamín Dávila Larraín

   
Mientras trabajaban en este proyecto, señala la docente, reflexionaron acerca de la falta de áreas verdes por habitante en comunas periféricas, como Renca. “Surgieron muchas ideas en torno al tema, los jóvenes pensaron en salir de las murallas de nuestro liceo y contribuir con la comunidad, nuestro entorno. Luego de muchas discusiones en conjunto, de recabar información y de entrevistarnos con autoridades comunales, nos contactamos con la directora del jardín infantil cercano a nuestro liceo y le propusimos instalar un huerto medicinal a disposición de la comunidad, que sirviera para volver a la medicina natural a los pequeños y sus familias. Que sirviera, además, como inspiración o fuente de semillas o patillas, para quienes quisieran instalar un huerto en su casa, sin importar el espacio, pudiendo ser un huerto urbano”.

“Nuestra idea es tratar de enseñarles a las personas, el cuidado del medio ambiente y de generar espacios verdes por medio de este huerto que después los niños y padres pudiesen replicar en sus casas, o utilizarlos en el mismo jardín y traer nuevamente la cultura antigua del consumo de yerbas; por ejemplo, tener agua de melisa para el dolor de estómago”.

Este trabajo en conjunto, nos cuenta Bernardita, fue el inicio de un proyecto muy exitoso. “Recibimos la invitación para participar en el 1 Congreso I Can Global Summit, en Roma, donde participaron tres representantes del grupo (en total eran 21 jóvenes), recibiendo muy buenos comentarios en la presentación del proyecto de parte de representantes de España, Italia e India, entre otros”.

Jóvenes, como agentes de cambio

Para la docente del Liceo Industrial Benjamín Dávila Larraín, el sello medioambiental “es parte del quehacer de nuestra comunidad, donde se involucran todos los integrantes. Tenemos la figura de los forjadores ambientales en los cursos y su símil de delegado medioambiental en la organización de los apoderados. Realizamos campañas de reciclaje y reutilización de materiales. Creo que todas estas acciones motivan a nuestros estudiantes y apoderados, dado que son actividades que son parte de nuestra comunidad”.

Sucede que, tal como cuenta Patricia Gatica, directora del Liceo Industrial Benjamín Dávila Larraín, “el cuidado del medio ambiente es la mejor excusa para educar a nuestros estudiantes haciéndolos partícipes y cocreadores de una cultura ambiental. Lo anterior considera que, desde nuestra labor docente, asignamos valor y nos hacemos cargo de acciones que, a través de un círculo virtuoso, permiten a nuestros estudiantes tomar conciencia de la labor y responsabilidad que ellos tienen con el medio ambiente. Estas se incorporan en las planificaciones de clases, actividades de aniversario, campañas de reforestación, proyectos internos, como preparación de la Feria de Emprendimiento, concursos externos como Go Innova (Inacap)”.

Bernardita González, Profesora de la especialidad de Química Industrial mención Laboratorio Químico del Liceo Industrial Benjamín Dávila Larraín

“Nuestro desafío es contagiar a más jóvenes que se atrevan a imaginar cambios a favor de sus comunidades y entorno”.

Explica la directora que han observado que todo lo anterior tiene sentido para sus estudiantes: “No es novedad, es algo que está presente en sus actividades diarias. Hoy nuestros alumnos tienen una mirada mucho más amplia y empática con los procesos que ocurren e impactan en su vida personal (y también global), sienten la necesidad de hacerse cargo y contribuir a mejorar aquello que, para ellos, debe ser mejor. Cuando pensamos que nuestros estudiantes puedan ser agentes de cambio, partimos de la base de que cada acción que ellos realicen, impacte positivamente en otro y haga historia en esa persona. Es dejar una huella”.

Otro ejemplo del trabajo por el medio ambiente lo realizan los jóvenes del Liceo Bicentenario Polivalente Carlos Montané Castro, de Quirihue, en la Región de Ñuble. Cuenta su director, Roberto Ferrada Venegas, que tienen la convicción de “lo importante que es cuidar el medio ambiente; de esta forma, sabemos que la carrera tiene que adaptarse a los nuevos tiempos, es insostenible seguir desarrollando las prácticas tradicionales que sabemos han causado daño medioambiental; por consiguiente, consideramos que es relevante tener un plan de estudio actualizado que considere temáticas tan relevantes y sensibles”.

Señala el director que sus alumnos son de Quirihue y de zonas aledañas a la comuna, “por lo cual sus conocimientos y habilidades significan un aporte para la comunidad y para la mejora de las prácticas de prevención y combate de incendios. Es por esto que tenemos claridad absoluta de que debemos estar actualizando nuestro plan de trabajo con los estudiantes en esta área, donde se haga hincapié en pensar qué es lo mejor para el futuro del medio ambiente y cuáles serán las mejores estrategias y herramientas que podemos entregar a nuestro alumnado para fortalecer esta área”.

Patricia Gatica Directora del Liceo Industrial Benjamín Dávila Larraín

“El cuidado del medio ambiente es la mejor excusa para educar a nuestros estudiantes haciéndolos partícipes y cocreadores de una cultura ambiental”.

El trabajo que ellos realizaron consistió en mejorar las competencias de los estudiantes de la especialidad Forestal, en el módulo de Técnicas de prevención y combate de incendios forestales, dado el contexto de cambio climático y reiterados incendios forestales en aquella zona. “Esta iniciativa surgió desde la alianza entre el liceo y empresa, con el propósito de mejorar las competencias de los alumnos de la especialidad Forestal y por la necesidad de ‘Working on fire’ por contar con personal calificado en los puestos clave del control de incendios forestales”.

En esa misma línea, el hecho de ser un establecimiento técnico profesional les ha permitido conocer y respetar a cabalidad las normas medioambientales, dice. “La ciencia y la innovación son las responsables de dar respuestas a la sustentabilidad de los procesos productivos que conlleva nuestra forma de vida, donde el cuidado y respeto por el ambiente en que vivimos es esencial. Podemos continuar con el desarrollo de la humanidad siendo completamente respetuosos de los recursos con los que contamos, ese es el desafío”, dice Bernardita González.

Pero la clave –y allí radica lo importante de la formación– es que “ese desafío lo trasladamos a nuestros jóvenes. Ellos son agentes de cambio, son el presente y los responsables de los cambios que se necesitan, desde su rol y actividades dentro de la sociedad”, señala Bernardita González.

Roberto Ferrada Director del Liceo Bicentenario Polivalente Carlos Montané Castro, de Quirihue.

“Tenemos claridad absoluta de que debemos estar actualizando nuestro plan de trabajo con los estudiantes en esta área, donde se haga hincapié en pensar qué es lo mejor para el futuro del medio ambiente y cuáles serán las mejores estrategias y herramientas”.

Básicamente, explica otra estudiante que también forma parte de la iniciativa, Isidora Velásquez, alumna de 4° medio A del Liceo Benjamín Dávila Larraín, “la idea fue elaborar un huerto medicinal en el interior de un jardín infantil que se encuentra a un par de cuadras de nuestro liceo. La idea surgió luego de nosotros visualizar la falta de áreas verdes existente en nuestra comuna; por eso, decidimos aumentar esa cifra aunque fuera con algo pequeño, y qué mejor que realizar un huerto medicinal que, junto con aportar al aumento de las áreas verdes, también iba a ser de ayuda a los niños, parvularias y residentes no solo del jardín, sino también a las personas cercanas a este”.

Agrega Isidora que, al llevar a cabo esta iniciativa, “al realizarla en un jardín sentimos que podíamos aportar no solo al medio ambiente, sino también aumentaremos e inculcamos en los niños el hábito de cuidar el ambiente y de cultivar, así los pequeños y las pequeñas poseerán una preocupación por el ambiente desde su infancia y en un futuro podrían contagiar a más personas (familia, amigos u otros) para realizar acciones que aporten y cuiden el medio ambiente. Cabe mencionar también que el huerto sigue activo, funcionando y abierto para la comunidad cercana, además de estar siempre al pendiente y tocando temas relacionados con el ambiente”.

El valor de la ciencia

“Creo que la ciencia juega un rol preponderante en la formación integral de nuestros niños y jóvenes, en cualquier nivel de enseñanza. Ella nos permite conocer nuestro mundo, lo que nos rodea, entender los comportamientos y fenómenos naturales, cómo funciona nuestro cuerpo, por citar algunos ejemplos. La comprensión de nosotros mismos y nuestro entorno nos permite valorar y respetar el medio ambiente, a nosotros mismos y nuestras comunidades”, dice la profesora Bernardita González.

Asegura la docente que esos aprendizajes son fundamentales para generar las habilidades del siglo XXI, “donde nuestros niños y jóvenes sean ciudadanos integrales con conocimiento, que valoren su entorno y trabajen por su conservación, y en la medida de lo posible, restaurar el daño que se le ha causado”.

De hecho, para Isidora Velásquez la experiencia fue “sumamente satisfactoria y agradable, que no solo nos hizo comprender aún más la importancia del cuidado del ambiente, sino que también fortaleció mucho los lazos como curso, fue una iniciativa que nos hizo razonar, actuar y que incluso nos unió para que el trabajo en equipo fuera realizado de una manera óptima y así el proyecto fuera realizado como lo deseábamos e incluso mejor”.

A futuro, explica Bernardita González, piensan continuar con pequeñas capacitaciones a los pequeños del jardín y sus padres. “La intención es difundir la generación de huertos urbanos, ya sean medicinales o de otro tipo. Para ello, debemos mostrar técnicas de instalación de huertos en espacios reducidos, con material reciclado o la generación de huertos comunitarios. También difundir las propiedades de las plantas medicinales, una costumbre algo perdida en la vida actual”.

Isidora Velásquez Alumna de 4° medio A del Liceo Benjamín Dávila Larraín.

“A fin de cuentas, el medio ambiente nos entrega muchas cosas a los seres humanos, pero nosotros le entregamos muy poco a este; por ello, el realizar acciones que aporten y promueven su cuidado son fundamentales y muy necesarias para así seguir manteniendo nuestro medio ambiente en condiciones óptimas, sano y sin amenazas para las generaciones presentes y las futuras”.

Explica la docente que ahora, ante la situación de nuestro país el año pasado y este año, se han visto interrumpidas estas actividades. “Esperamos retomarlas cuando sea posible. Quizás con otros jóvenes puesto que este grupo termina su formación escolar este año. No tengo dudas de que contaremos con un grupo de jóvenes comprometidos para seguir con este proyecto”.

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