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Mar 2024 - Edición 280

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Educar en conexión con el entorno

En la Escuela Agrícola Valle del Elqui tienen claro que, para garantizar la calidad de vida de sus estudiantes y de sus familias, deben entregarse a la zona en la cual viven. Conversamos con su directora, Cecilia Díaz, para saber cómo formar jóvenes comprometidos con la comunidad.

Por: Verónica Tagle
Educar en conexión  con el entorno

En la Escuela Familiar Agrícola Valle del Elqui, de La Serena, la sustentabilidad y el emprendimiento son parte del proyecto educativo. Ubicado en una zona donde la agricultura es uno de los principales motores, este establecimiento tiene claro su rol en la comunidad: “contribuir al desarrollo económico de la región y consolidar el vínculo con su territorio, su historia e identidad”, aseguran en la descripción de su Visión.

La Escuela Familiar Agrícola Valle del Elqui cuenta con 30 hectáreas destinadas exclusivamente al aprendizaje.

Los 132 estudiantes de este establecimiento que imparte educación media provienen en su mayoría de las comunidades rurales de Vicuña y La Serena y sus padres son principalmente agricultores. La escuela cuenta con 30 hectáreas destinadas exclusivamente al aprendizaje y asegura formar los mejores técnicos agrícolas de la Región de Coquimbo. “Nuestros alumnos son conscientes de que los recursos son precarios y de que su uso eficiente y el cuidado del medio ambiente garantizan la calidad de vida de ellos y la de sus familias”, explica Cecilia Díaz, directora de la escuela.

Aprendizaje conectado con el entorno

Cecilia díaz

Al tanto de los desafíos ambientales del último tiempo, la escuela ha impulsado proyectos orientados a la escasez hídrica y energética. Uno de ellos es el Proyecto Hidroponía, en que los niños están trabajando el suelo de la manera más natural posible, mientras además capacitan a la comunidad sobre qué es la hidroponía y cómo se aplica.

Otro proyecto es el de paneles fotovoltaicos, para generar electricidad a menor costo. El año pasado ganaron un proyecto de la Fundación Irarrázaval para instalar una planta fotovoltaica en la escuela, con la cual se educa tanto a los alumnos como a la comunidad a través de talleres.
Además, la escuela tiene un convenio con el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), con quienes se planifican actividades según las necesidades de esta zona. “Actualmente, los investigadores de este centro están enseñando a nuestros alumnos todo sobre el cultivo de la quinua, y lo hacen incorporándose a las clases de producción, biología, entre otros ramos. La idea es potenciar la educación técnica capacitando a los estudiantes en lo que la industria necesita hoy, además de adaptarnos a las condiciones climáticas”, dice la directora.

Cecilia asegura que “de esta manera, como escuela estamos fomentando el desarrollo rural, mejoramos la calidad de vida de la comunidad e impulsamos que los estudiantes transfieran esto a las siguientes generaciones”.

—¿Cómo involucran a los estudiantes en la enseñanza de los más jóvenes? ¿Por qué es importante?

—Nosotros hemos decidido entregarle la escuela a la comunidad. Quien necesite a nuestros estudiantes y docentes especialistas para aportar en la agricultura, ahí vamos a estar. Poco a poco hemos construido redes con la Corporación Municipal, juntas de vecinos y otros establecimientos educacionales. Cualquier colegio que quiera levantar un huerto didáctico o instalar un riego, mis niños irán a ayudar y a dar indicaciones a los más pequeños. También invitamos a estudiantes de otros colegios a visitarnos para mostrarles qué estamos haciendo. Era muy necesario mostrar que estábamos presentes en la región. Somos muy importantes para la agricultura hoy y estos jóvenes son el futuro. Tienen todas las competencias y habilidades para ello. Además, este tipo de interacción ayuda a los alumnos a mejorar sus habilidades sociales y a adquirir valores como el respeto y la empatía.

 

Mediante el Proyecto Hidroponía, los niños están trabajando el suelo de la manera más natural posible mientras además capacitan a la comunidad sobre esta técnica.

Cambio climático en la educación

Este fenómeno global afecta a cada lugar de manera diferente, provocando tanto inundaciones como sequías extremas. Cecilia asegura que, si bien el Mineduc sugiere las bases curriculares, cada establecimiento educacional debería incorporar esta problemática a sus asignaturas dependiendo de la región y el contexto en el que se encuentre. “Estamos trabajando en ello. En nuestro caso, debemos concientizar a los niños sobre el correcto uso de los recursos hídricos y eso se debiera tratar en todos los ramos”, explica Díaz.

Gracias a un concurso realizado por Fundación Irarrázaval, la escuela pudo instalar paneles fotovoltaicos y promover el uso eficiente de la energía.

En pandemia, más cerca que nunca

—¿Cómo han manejado la pandemia y las clases remotas?

—Ha sido un proceso difícil. Dado que muchos alumnos no tienen acceso a las tecnologías, estamos llevando la escuela a sus hogares. Les llevamos guías, entregamos tabletas y chips con internet, hacemos videos explicativos, juntamos ramos para disminuir la carga. A los alumnos que han tenido que empezar a trabajar, se les apoya después de las siete de la tarde. Los días viernes hacemos un chequeo y los fines de semana vamos a visitar a los estudiantes de los que no hemos tenido noticias. La pandemia ha afectado mucho las condiciones laborales y los estudiantes son posibles desertores del sistema por tener que apoyar a sus padres económicamente. Gracias a un gran esfuerzo por parte de los docentes es que el 90 por ciento de los alumnos está asistiendo a clases y participando de las evaluaciones.

—¿La pandemia es una oportunidad o una debilidad?

—Yo lo veo como una fortaleza. Es una oportunidad para estar más cerca de los alumnos. Estudiantes, docentes, apoderados, directivos, estamos compartiendo la misma debilidad y aprendiendo en conjunto. Antes de la pandemia, era el profesor el protagonista en el aula y llevaba lo novedoso, pero ahora esta pandemia movió todo y ha hecho que vayamos caminando paso a paso juntos. Tenemos que movilizar el colegio para salir adelante entre todos.
Además, es una oportunidad para reforzar valores que no siempre están. Cuando vas a visitar a los alumnos no solamente les llevas tecnología, sino que les llevas un saludo y un abrazo y de esta forma nos sentimos más cerca.

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