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Abr 2024 - Edición 281

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La importancia de trabajar con los alumnos la resolución de problemas

El pasado 28 de julio, el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, de la Unesco, publicó una nueva investigación. Su coordinador, Carlos Henríquez, detalló la necesidad de trabajar la resolución de problemas. “Es una herramienta muy poderosa para deliberar, intercambiar ideas, poner en juego saberes de distintas asignaturas, trabajar colectivamente, tomar decisiones y plantear estrategias para enfrentar situaciones complejas”.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
La importancia de trabajar con los alumnos la resolución de problemas

Desde otra vereda, el exsecretario de la Agencia de Calidad de Educación en Chile, Carlos Henríquez nos contó acerca de la urgencia que existe sobre la necesidad de que los países sigan fortaleciendo la calidad de los aprendizajes, “con foco en la formación de estudiantes como protagonistas en su entorno y capaces de vivir en comunidad. Esta dimensión es esencial para construir una sociedad más solidaria y con oportunidades de desarrollo para todos y todas”.

En ese sentido, la investigación reveló que es clave buscar la manera para que los estudiantes se conviertan en protagonistas de sus propios aprendizajes, y de esa forma, “se hagan preguntas, planteen objetivos de aprendizajes, compartan sus dudas, recolecten información, trabajen en equipo, tengan tareas desafiantes y motivantes para empoderarse de los contenidos”.

—¿Cuáles son las principales conclusiones del estudio que realizaron?
—Respecto a la agenda 2030, en el estudio se observó que los currículos de Lenguaje, Matemática y Ciencias naturales, en tercer y sexto grado, tienen una baja presencia de algunos conceptos relacionados con la ciudadanía mundial y el desarrollo sostenible. Me refiero específicamente a conceptos como fraternidad, empatía, equidad de género y felicidad. Estos aprendizajes son claves para robustecer las democracias, y desarrollar habilidades y actitudes para convivir en un mundo cada vez más diverso.

Por otro lado, respecto a los aprendizajes disciplinarios más tradicionales, se encontraron tendencias regionales en las tres asignaturas estudiadas. “En Lenguaje destaca la predominancia de un enfoque comunicativo, en Matemáticas resalta la resolución de problemas como forma de hacer frente a las circunstancias imprevistas y desafíos de la vida diaria, y en Ciencias se constató un énfasis en la alfabetización científica, que promueve el desarrollo de capacidades para la participación ciudadana en temas de ciencia, tecnología y sociedad. Sin embargo, nos encontramos también con algunos desafíos pendientes. En Lectura, por ejemplo, se observa una menor presencia de aprendizajes vinculados con la reflexión y evaluación de textos, una habilidad indispensable en estos tiempos para el desarrollo del pensamiento crítico y la ciudadanía, toda vez que las personas cada vez más se vinculan con textos de disímil calidad o se enfrentan a contenidos con información inexacta o sesgada, especialmente en internet”, señala Henríquez.

Señala Carlos Henríquez que conceptos como fraternidad, empatía, equidad de género y felicidad son aprendizajes clave para robustecer las democracias, y desarrollar habilidades y actitudes para convivir en un mundo cada vez más diverso.

—Se habla en el estudio de la importancia de modernizar la educación y darle prioridad al trabajo y aprendizaje basado en proyectos, ¿ese sería el futuro y la mejora educativa que Chile necesita?
—Debemos alentar tipos de clases donde los estudiantes sean más protagonistas, donde ellos se hagan preguntas, planteen objetivos de aprendizajes, compartan sus dudas, recolecten información, trabajen en equipo, tengan tareas desafiantes y motivantes para empoderarse de los contenidos. En ese sentido, el trabajo y aprendizaje basado en proyectos es una metodología que facilita que los estudiantes pongan en acción sus habilidades y saberes en torno a una pregunta o problema concreto. La metodología por proyecto tiende a ser además por definición transversal e interdisciplinaria. Debemos dejar atrás la imagen de una sala de clases donde los estudiantes miran hacia adelante escuchando y tomando notas de lo que dice el profesor. Tenemos que avanzar en ambientes de clases donde abunden las preguntas, problemas, desafíos; y también personalizar la enseñanza, ver dónde está cada estudiante en su aprendizaje, retroalimentarlo, acompañarlo en su trayectoria para empoderarlo y darle la confianza de que él puede aprender todo lo que se propone. Esto es fácil decirlo, pero debemos crear las condiciones para que los maestros y maestras lo puedan desplegar en sus estudiantes. Eso es lo dasafiante y requiere liderazgo, equipos, capacidades y apoyo para avanzar en esa dirección.

—El aprendizaje a través de la tecnología y el COVID han modificado el rol del docente y se ha transformado la forma de enseñar, ¿es ese uno de los desafíos de la Agenda educativa 2030?
—En todos los países latinoamericanos hay una crisis de aprendizajes, en el sentido de que una proporción importante de estudiantes no está pudiendo desarrollar los saberes y habilidades mínimos esperados para su etapa de aprendizaje. Es por ello que necesitamos redoblar los esfuerzos orientados al mejoramiento educativo, más aún en el contexto actual de pandemia que puede agudizar las desigualdades de aprendizajes, en donde las clases online y los soportes tecnológicos son una ayuda, pero no son el fin, y donde además los niveles de acceso dejan afuera una buena parte de los estudiantes que no tienen equipos, conexión a internet o plataformas tecnológicas.

En cuanto a la Agenda 2030, la escuela es uno de los principales agentes socializadores, por lo cual se deben intencionar en el currículo oportunidades de esos aprendizajes, y desarrollar conductas que les permitan a los estudiantes reconocer la diversidad, y adquirir valores como la empatía, fraternidad y equidad de género. En ese aspecto, consideramos relevante que los sistemas educativos de América Latina y el Caribe continúen realizando esfuerzos hacia una mayor integración de esos temas y que los consideren en sus procesos de reflexión, rediseño e implementación curricular.

—¿De qué manera priorizar el currículo?
—Ahora más que nunca hay que poner énfasis, por ejemplo, en habilidades como la resolución de problemas. Esta es una competencia transversal en el currículo chileno y en los países de América Latina, y en este estudio la encontramos tanto en Matemáticas como en Ciencias. La resolución de problemas se expresa cada vez que a los estudiantes se les presentan situaciones problemáticas frente a las cuales no tienen una forma prevista de abordarlas. En este aspecto, la resolución de problemas es una herramienta muy poderosa para deliberar, intercambiar ideas, poner en juego saberes de distintas asignaturas, trabajar colectivamente, tomar decisiones y plantear estrategias para enfrentar situaciones complejas. Con ello también se fortalecen otras habilidades relevantes para desenvolverse en este mundo cada vez más complejo, como el pensamiento crítico, la comunicación de ideas, la expresión de opiniones, la creatividad, el razonamiento, el trabajo colaborativo, entre otras.

—En Chile, uno de cada dos alumnos no cree que puede aprender, ¿cómo abordar la motivación y la empatía, particularmente en el escenario que estamos viviendo?
—Es difícil responder en pocas palabras una interrogante tan compleja. No existen recetas mágicas, pero sí algunos elementos clave que se pueden considerar. Es fundamental que las familias y los profesores confien y tengan altas expectativas en sus hijos y estudiantes. En esa línea, todo lo que los adultos en la casa, colegio, barrio y familias le decimos a cada niña y niño pasa a ser parte de su marco de posibilidades; es decir, las expectativas de aprendizaje de los estudiantes son muy sensibles a lo que les decimos sobre sus posibilidades y limitaciones. En ese sentido, es muy importante ser conscientes de nuestras palabras y prácticas formativas.

Por otro lado, enseñar desde el ejemplo permite instalar pilares sólidos en nuestras niñas y niños. Cuando los adultos son empáticos, y confían en las capacidades de los niños, niñas y jóvenes, se despliega el potencial transformador de la educación, pues desde esa contención los estudiantes son capaces de aprender con menos restricciones para desplegar sus talentos. Lo anterior, sin duda, es una fuerza motora que los movilizará a esforzarse para cumplir sus proyectos de vida.

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