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Abr 2024 - Edición 281

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Mayor autonomía de los alumnos, un plus de los tiempos de cambio

En este nuevo contexto, en el cual miles de colegios han tenido que suspender sus clases, la educación a distancia sin duda está siendo la gran alternativa para que niños y jóvenes no dejen de aprender durante este período, y puedan mantener una cierta rutina de aprendizaje. Sobre este tema conversamos con Alejandra Moreno, coordinadora curricular de la Facultad de Educación de la UDD.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Mayor autonomía de los alumnos, un plus de los tiempos de cambio

Aunque se trata de una situación excepcional que ha requerido improvisar una alternativa de educación a distancia (por lo cual, además, está desarrollándose de formas muy diferentes en cada colegio), existen diferentes aportes que pueden generarse a través de esta experiencia.

Asegura Alejandra Moreno, coordinadora curricular de la Facultad de Educación de la UDD, que los principales beneficios —por ejemplo, del tiempo que nos está tocando vivir— por parte de alumnos y docentes, radican en el hecho de que la educación a distancia requiere de “un mayor nivel de autonomía y autogestión en el aprendizaje. Sin duda, éste es uno de los grandes desafíos, pero también puede ser una oportunidad para que los estudiantes desarrollen mejores estrategias de aprendizaje y estudio (mayor organización, autorregulación, automonitorización, establecer metas de trabajo), las cuales son habilidades clave no solo para la etapa escolar, sino también para ser aprendices de por vida.

—¿Más flexibilidad para aprender?
—La educación a distancia permite generalmente mayor flexibilidad en el proceso de aprendizaje, dando mayores posibilidades de avanzar al propio ritmo; volver a revisar y/o profundizar en los contenidos; contar con más tiempo para reflexionar y/o responder una pregunta, entre otros efectos. Además, la educación a distancia habilita nuevos canales de comunicación; por ejemplo, la comunicación escrita a través de foros, mensajes, chat u otros. Todo esto puede facilitar una mayor (o mejor) participación de estudiantes que requieren de mayor tiempo para aprender, de quienes son más tímidos o les cuesta más hablar delante de un grupo, de quienes se expresan mejor de manera escrita que de manera oral, entre otros.

—¿Qué podemos esperar de la tecnología en estos tiempos?
—Por otro lado, y dependiendo de cómo esté siendo desarrollada, la educación a distancia puede generar oportunidades de aprendizaje a través de recursos multimedia y recursos interactivos (como videos, podcast, infografías, videojuegos, evaluaciones automatizadas, redes sociales, entre otros). Esto no solo resulta más cercano a los intereses de los niños y los jóvenes, sino que también tiene el potencial de aumentar la motivación, atención y retención.

Asimismo, la educación a distancia puede ser una gran oportunidad para que los estudiantes desarrollen en mayor medida sus competencias digitales. Por ejemplo, la capacidad de buscar y seleccionar información, colaborar y comunicarse con otros a través de medios digitales, aprender a usar diferentes herramientas TIC de creación, representación, edición, publicación, entre otros. Esto sin duda resulta clave no solo para los desafíos y demandas de la sociedad actual, sino que también puede ser una gran ventaja para su futuro profesional y sus posibilidades de seguir aprendiendo y formándose a través de medios digitales durante toda la vida.

—¿Cuál es el rol de los docentes?
—Los docentes están enfrentando el gran desafío de tener que adaptar su enseñanza presencial a un nuevo formato a distancia, lo cual para la gran mayoría es algo nuevo. Esto ha requerido no solo reorganizar planificaciones (en tiempos sumamente ajustados), sino también aprender a usar nuevas herramientas digitales (además, por cuenta propia).

Por lo tanto, es importante ajustar las expectativas e ir paso a paso. No se puede esperar que este proceso de aprendizaje a distancia sea equivalente o exactamente igual a lo que se habría hecho de forma presencial. En este sentido, es importante que cada comunidad educativa pueda priorizar, definir qué es lo más relevante para este período, cuáles son los mínimos esenciales para estas primeras semanas, y luego, si resulta pertinente y posible, ir aumentando progresivamente el nivel de complejidad o exigencia en lo que se está haciendo.


Señala Alejandra Moreno, de la UDD, que “la educación a distancia permite generalmente mayor flexibilidad en el proceso de aprendizaje, dando mayores posibilidades de avanzar al propio ritmo; volver a revisar y/o profundizar en los contenidos; contar con más tiempo para reflexionar y/o responder una pregunta”.

Otra recomendación es que, sobre todo ahora, los docentes puedan actuar en red. Ya sea de manera formal (por ejemplo, a través de grupos organizados por cada colegio), o informal (docentes que se conectan por cuenta propia). Es clave contar con un grupo de pares con quienes se pueda ir aprendiendo cómo enseñar a distancia en estas condiciones. Compartir estrategias, ideas, actividades, prácticas, problemáticas y las soluciones que han ido implementando, apoyarse entre aquellos que tienen más competencias digitales con aquellos que tienen menos.

—Y los alumnos, ¿qué desafíos tienen ellos?
—Uno de los más evidentes, es lo claro que se ha vuelto el hecho de que vivimos en comunidad y somos interdependientes los unos de los otros. En este momento, la propia conducta puede tener un altísimo impacto en el otro (especialmente, los que se encuentran en situaciones de mayor riesgo o vulnerabilidad). Reforzar esta idea, y extenderla a otros planos, puede ser una gran oportunidad para salir del propio individualismo, desarrollar la capacidad de pensar en el otro, sentir empatía y el sentido de responsabilidad colectiva.

Otro reto tiene que ver con el aprender a mantener las relaciones de amistad con compañeros de curso, vecinos, primos, etc., a pesar de que no exista un contacto presencial. En este sentido, si bien los niños y los jóvenes están más acostumbrados a que muchas de sus relaciones se den a través de medios virtuales, es importante reforzar (y modelar) el sentido de compañerismo, solidaridad, cariño y preocupación por el otro. Explicar que muchos pueden estar sintiéndose preocupados, angustiados, tristes, y que más que nunca contar con buenos amigos es clave, por lo que es importante mantenerse en contacto, averiguar cómo están, ofrecer ayuda si es necesario, etc.

Un tercer desafío tiene que ver con el mayor aislamiento que está viviendo cada persona, lo que puede tener costos emocionales a nivel personal y por ende a nivel de las dinámicas familiares. De acá que durante este período también será especialmente relevante desarrollar y/o poner en práctica habilidades socioafectivas como la capacidad de expresar las emociones (reconocer cómo nos sentimos y aprender a hablar de eso), empatizar con el otro (distribuyendo tareas, apoyando al que esté más angustiado o estresado); comunicarse de forma asertiva (aprender a decir lo que necesitamos o pensamos, pero de una forma que no pase a llevar a otros), resolver conflictos de forma constructiva (porque, al igual que en la vida, los conflictos van a surgir, lo importante es cómo los abordamos).

—¿Y el rol de los padres?
—En cuanto a los apoderados, una primera recomendación es, al igual que para los docentes, ajustar las expectativas para este período, tanto consigo mismos, como con los hijos e hijas. En este sentido, más que sentir que deben reemplazar la experiencia escolar y/o suplir a los docentes, lo importante es que puedan, dentro de las posibilidades y diferentes situaciones que está viviendo cada familia, buscar formas de apoyar y crear buenas condiciones de aprendizaje para los niños y jóvenes. Esto implica desde apoyar en la organización personal (por ejemplo, manteniendo rutinas como el horario para levantarse y acostarse, o estableciendo períodos de estudio y descanso); hasta fomentar mejores condiciones emocionales, como reconocer y reforzar el esfuerzo que implica estudiar a distancia (vs. criticar o enojarse excesivamente si a un hijo le está costando esa modalidad). Es importante tener presente que para la gran mayoría de los niños y jóvenes, la educación a distancia será mucho más desafiante, y al igual que para todos, va a requerir de un tiempo de ajuste.

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