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Abr 2024 - Edición 281

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Educación Técnica en Chile, ¿En qué estamos?

Hacia fines del año pasado, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, explicaba la importancia de “promover la articulación para modernizar el sector”. Ahora, después de algunos meses, conocimos la experiencia del primer liceo TP pionero y les preguntamos a su director y a otros expertos: ¿hemos avanzado? Esto fue lo que nos revelaron.

Por: Marcela Muñoz
Educación Técnica en Chile, ¿En qué estamos?

    Pioneros en el cambio: así se les denomina a los alumnos y profesores del Liceo América de Los Andes. Su director, Franco Núñez, orgulloso cuenta que se trata del primer Liceo Pionero, lo que en palabras sencillas significa “desarrollar las habilidades del siglo XXI en nuestros estudiantes, logrando potenciar el perfil de egreso de los jóvenes”.

Desde hace un año este establecimiento es un liceo pionero; es decir, forma parte de una “innovadora iniciativa que apunta a transformar de manera progresiva los liceos técnicos en centros de innovación que contribuyan al desarrollo de sus comunidades”.

Esta escuela participa como modelo en el programa Soy Técnico, patrocinado por la empresa minera Anglo American. “El desafío actual que tenemos es cambiar el perfil de nuestros estudiantes al momento de egresar, queremos que dejen de ser exponentes de acciones repetitivas y mecánicas –por ejemplo: apretar el botón de una máquina todo el día–, buscando que los estudiantes generen tecnología, soluciones y, en definitiva, sean aportes verdaderos en procesos productivos de las empresas de nuestro país. Todo esto, con un fuerte énfasis en lo social y comunitario y en la protección de la persona, dentro y fuera de la empresa”, sostiene el director Núñez.

Franco Núñez, director del liceo América de Los Andes

“Queremos formar jóvenes, que sean aportes reales a la sociedad, con cualidades como la proactividad, el trabajo en equipo, la honradez, y con fortalezas desarrolladas en prevención y seguridad. Ellos deben sentir la responsabilidad de ser agentes de cambio y aportes al desarrollo territorial”. Franco Núñez. 

Con orgullo, el directivo añade que este nuevo énfasis ha significado también lograr avances en el ámbito académico, como una importante alza en el Simce: 34 puntos en lenguaje, 45 en matemáticas y 37 en ciencias, además del crecimiento de todos los indicadores de convivencia escolar. Aunque, eso sí, reconoce que las acciones del establecimiento no están focalizadas en los resultados de la prueba.

Este liceo ha podido generar un cambio importante, dice su director, por la mirada que existe en la comunidad educativa. “Los establecimientos técnico-profesionales y la comunidad en general debiesen visualizar los colegios como formadores de agentes de cambio”, asegura el director Núñez, “que aporten al desarrollo tecnológico de la nación y puedan implantar el sello de innovación y responsabilidad social. Nuestros alumnos deben ser reconocidos como el futuro de las distintas empresas, que contribuyan con ideas nuevas y generen innovaciones a través de proyectos e iniciativas que incluso pueden llevar al emprendimiento”.
Una transformación a la cual todos los establecimientos TP debiesen apuntar, afirma el director. ¿Será eso posible?, les preguntamos a expertos, ¿hemos avanzado?

Para Arsenio Fernández, gerente de SNA Educa y presidente de la Fundación WorldSkills Chile, “uno de los principales desafíos es posicionar la educación técnica como una opción válida de formación en sus distintos niveles; por ello, resultan de vital importancia las acciones impulsadas a través de la política de formación técnico-profesional”.

Por eso, asegura que el Consejo Asesor de Formación TP, del cual forma parte, “está encargado de elaborar la estrategia nacional de formación técnico-profesional, con el fin de validar esta opción dentro del sector productivo y en la sociedad en general”.

Arsenio Fernández, gerente de SNA Educa y presidnete de la Fundación Worldskills

“Uno de los principales desafíos es posicionar la educación técnica como una opción válida de formación en sus distintos niveles; por ello, resultan de vital importancia las acciones impulsadas a través de la política de formación técnico-profesional”. Arsenio Fernández.

En esa misma línea, reflexiona el exsecretario de Educación TP y gerente Corporación Educacional de Asimet Alejandro Weinstein, hoy la educación técnica vuelve a enfrentarse a un momento que pareciera definitivo, una nueva oportunidad para posicionarse como una alternativa cada vez más necesaria en nuestro país y no como una segunda opción. “Nuevamente se habla a nivel nacional de los desafíos de la educación para el siglo XXI, de la industria 4.0 y del desarrollo sustentable. La educación técnica debe ser un pilar de esta nueva visión, como lo entendieron hace mucho tiempo países tan distintos y que se han desarrollado tanto como Alemania, Israel, Corea del Sur y Singapur, entre muchos otros”.

De hecho, según León Urriticoechea, gerente de Gestión en Educación de Fundación Irarrázaval, uno de los grandes desafíos del sector es incorporar innovación y transferencia tecnológica a sus centros de formación, de manera de aportar a sus entornos productivos y sociales y, además, vincularla con la formación de sus estudiantes.

Asimismo, acercar más a los profesores TP al mundo productivo, con el fin de que se produzca en el corto plazo un mejor aporte. Prepararlos en metodologías de aprendizaje más efectivas para fomentar en los alumnos las habilidades que están demandando las empresas.

Pero, ¿algún avance en particular? “Se han hecho algunos avances concretos, como la construcción del Marco nacional de cualificaciones para formación técnico-profesional (2015-2016), finalizando la primera experiencia de poblamiento en tres sectores productivos: TIC, minería y logística”, dicen desde la Fundación Irarrázaval.

Una medida concreta para fortalecer la educación técnica, explica Arsenio Fernández, será la implementación del piloto Marco de cualificaciones técnico profesional “el cual elevará los estándares de competencias y logrará el reconocimiento de la calidad, que redundará en oportunidades reales de desarrollo a quienes optan por esta modalidad”.

Cambios estructurales como el mencionado Marco, “que ordenará los niveles de los programas de estudio y su vinculación con las necesidades del sector productivo, podrían generar un nuevo espacio para alinear los programas de estudios y elevar el nivel de la educación técnica”, vaticina Weinstein.

León Urruticoechea, gerente de Gestión en Educación de Fundación Irarrazaval.

“Las especialidades técnicas deben estar más acordes a las necesidades de la industria y al inminente avance tecnológico. Hay que preocuparse más conscientemente de que las instituciones formativas entreguen a los jóvenes las herramientas para desenvolverse en un mundo de cambios, donde no se conoce con exactitud el tipo de trabajo que se requerirá en 5 o 10 años”. León Urruticoechea.

Sin embargo, advierte León Urriticoechea, todavía falta avanzar en una mayor articulación entre la educación media y la educación superior TP, y entre la EMTP y el sector productivo. Labor de los colegios, los CFT y las empresas. “Las especialidades técnicas deben estar más acordes a las necesidades de la industria y al inminente avance tecnológico. Hay que preocuparse más conscientemente de que las instituciones formativas entreguen a los jóvenes las herramientas para desenvolverse en un mundo de cambios”.

Aprendizaje Basado en Proyectos

Porque la clave, agrega Iris Verdugo Correa, directora del Liceo Industrial Electrotecnia Ramón Barros Luco, es el desafío de lograr “el compromiso de la comunidad educativa con los objetivos de formación y orientación de esta modalidad de educación. Para ello es fundamental la existencia de un liderazgo central, encargado de la organización y creación de las condiciones para el funcionamiento y cumplimiento de los objetivos de una formación de calidad, recordando que la EMTP no es una etapa terminal, pues prepara para la inserción laboral de sus alumnos, pero también para su ingreso a la educación superior”.

Iris Verdugo, directora del Liceo Industrial Electrotecnia Ramón Barros Luco

“Otro de los desafíos esenciales es lograr que los estudiantes aprendan a aprender haciendo, entregando una formación general sólida, contextualizada según su especialidad, sector productivo y el territorio, utilizando las estrategias de la formación dual y el aprendizaje basado en proyectos”. Iris Verdugo.

Asimismo, como directora de un establecimiento TP, indica que otro de los desafíos esenciales es lograr que los estudiantes “aprendan a aprender haciendo, entregando una formación general sólida, contextualizada según su especialidad, sector productivo y el territorio, utilizando las estrategias de la formación dual y el aprendizaje basado en proyectos”.

Vinculación con el sector productivo

Iris Verdugo asegura que justamente este punto es lo que permite una mejor empleabilidad de los jóvenes. Para ello, “es fundamental la actualización continua de los profesores, el equipamiento pertinente para cada especialidad del liceo. El sector productivo a través del Consejo Asesor Empresarial deberá retroalimentar permanentemente al liceo sobre la formación de los estudiantes”.

No obstante, una de las interrogantes a dilucidar, dice Alejandro Weinstein, será conocer lo que sucederá con el desempeño de los primeros años de los CFT estatales. Señala que, si bien son muy nuevos, “habrá que ver el espacio que se van generando y con qué perfil logran abrirse un lugar en el sector TP. Otra gran interrogante es saber cómo se comportará el sistema frente a las modificaciones en el sistema de financiamiento con la gratuidad”.

Formación docente

Sin duda, un dato esencial de estos desafíos corresponde al hecho de que los profesores son una pieza clave para los desafíos que enfrenta el sistema TP frente a la actualización de las especialidades y la incorporación permanente de tecnologías. “La formación docente es crucial, dado que ellos son los facilitadores que debieran guiar las experiencias de aprendizaje de los estudiantes, logrando así desarrollar las capacidades genéricas y técnicas necesarias para que se inserten laboralmente o prosigan estudios”, dice Arsenio Fernández.

Alejandro Weinstein, gerente Corporación Educacional de Asimet.

“Nuevamente se habla a nivel nacional de los desafíos para la educación para el siglo XXI, de la industria 4.0 y del desarrollo sustentable. La educación técnica debe ser un pilar de esta nueva visión, como lo entendieron hace mucho tiempo países tan distintos y que se han desarrollado tanto como Alemania, Israel, Corea del Sur y Singapur, entre muchos otros”. Alejandro Weinstein.

En este aspecto los retos son múltiples. Por una parte, están las herramientas didácticas y metodológicas necesarias para cualquier docente, las cuales deben responder a nuevas generaciones de jóvenes que aprenden de forma distinta. A ello se suman los vertiginosos cambios tecnológicos que requieren rápidas actualizaciones y flexibilidad en docentes y estudiantes, precisan desde SNA Educa.

De hecho, sostiene Weinstein, “la certificación de sus competencias técnicas y tecnológicas es uno de los ámbitos donde deberían avanzar nuestros docentes. Certificaciones internacionales permitirán nivelar hacia arriba a nuestros profesores, capacitarlos con estándares mundiales y establecer ciertos mínimos comunes objetivos”.

Articulación con las empresas

Señala Alejandro Weinstein que lamentablemente se avanza muy bien en casos aislados y acotados. “Hay muy buenas experiencias de articulación que han tratado de ir escalándose y replicándose, pero todavía son pocas. Hay buenas perspectivas futuras, pero se necesita avanzar más en esto y generar condiciones más estructurales que permitan y promuevan, y exijan, una articulación real. Las empresas hoy avanzan a un ritmo incesante; por eso, la única manera de que la educación les siga el ritmo, preparando las competencias que se requieren, es de la mano con ellas”.

En ese contexto, Iris Verdugo recuerda que, de acuerdo a la legislación vigente, las reuniones bimensuales del Consejo Asesor Empresarial debiesen estar incorporadas al plan operativo anual del establecimiento. Agrega que es importante la “construcción de relaciones permanentes con empresas del sector productivo a lo largo de todo el proceso formativo de los alumnos de cada especialidad”.

Paola Sevilla, académica de la Universidad Alberto Hurtado.

El rol de la mujer en la educación TP

A mediados de mayo, la investigadora Paola Sevilla participó en el estudio “Sesgo de género en educación técnico-profesional”, sobre la participación de las mujeres en la educación TP.

Asegura que, si bien este sector se caracteriza por su carácter inclusivo, “el problema está en que al interior de su oferta formativa se replica la división sexual del trabajo presente en los mercados laborales.
Así, las mujeres están subrepresentadas en programas formativos que conducen a ocupaciones con mejores salarios y proyecciones laborales (como las del área industrial), mientras que son mayoría en programas que forman para la prestación de servicios personales y que, en general, conducen a ocupaciones precarias”.

—¿Cuánto hemos avanzado?
—Existen avances importantes en la inclusión de las mujeres en
la TP, pero estos todavía no son suficientes. Un ejemplo es el caso de las especialidades del sector de Minería en la educación media técnico profesional, en las cuales las estudiantes mujeres incrementaron su participación de un 21% a un 42% entre los años 2004 y 2018.

De ese modo, el sector, de acuerdo a definiciones internacionales, pasó de ser un sector “tradicionalmente masculino” a uno “mixto” (al pasar el umbral del 30%). Sin embargo, en su interior aún permanecen las brechas de género en términos de resultados.

Por lo tanto, el desafío de la TP no es solo dar acceso a más mujeres a especialidades tradicionalmente masculinas, sino también propiciar que las mujeres alcancen los resultados deseados y se mantengan en sus rutas formativas en su paso a la educación superior.

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