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Abr 2024 - Edición 281

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Lo que faltaba para formar alumnos integrales

Además de enseñar matemática, lenguaje y ciencia, es necesario introducir a los estudiantes en el mundo de la música, el teatro y la danza. “De esa forma estaremos formando niños y jóvenes preparados para el siglo XXI, y personas integrales”, coinciden los expertos.

Por: Marcela Muñoz Illanes
Lo que faltaba para formar alumnos integrales

“Conozco de cerca historias de reclusos en la cárcel que al practicar un instrumento y trabajar con la música se transformaron en nuevas personas. La música permite despertar la emoción, hasta transformarlas”, dice el director de orquesta, académico, creador de Camareta Educa y profesor del Colegio Monte Tabor, Eduardo Browne.

Al igual como les ocurre a personas que están privadas de libertad, con los alumnos sucede algo similar al enseñarles música, arte y teatro. Es que la educación cambió, y se ha observado la necesidad de incluir otras herramientas que enriquezcan el currículo. “Ahora, el aprendizaje en colaboración es la clave de la educación actual y resulta cada vez más difícil concebir el aprendizaje de cualquier contenido como un hecho aislado, ajeno a la relación con su contexto y a su dimensión colectiva”, señala Verónica García Huidobro, académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile y profesora de Pedagogía Teatral.

Eduardo Browne, director de orquesta y académico.

Sumar nuevas metodologías que ayuden a la formación de alumnos integrales pasa a ser la clave. Es así como se ha develado, por ejemplo, que a través de la música es posible adentrarse y llegar al alma de los estudiantes, permitiéndoles una mejor instrucción en todo ámbito. Como sucede también con el teatro y el arte, la música como expresión artística “permite despertar en los alumnos las emociones y llegar a su interioridad”, explica Eduardo Browne.

Justamente, una de las virtudes de la música en el aula es la capacidad de favorecer la concentración de los alumnos, al despertar en ellos la emoción de su interioridad. “El valor que la música le da al hombre como ser humano, que se diferencia de las otras creaciones de Dios, es su capacidad de emocionarse.

"El valor que la música le da al hombre como ser humano, que se diferencia de las otras creaciones de Dios, es su capacidad de emocionarse. La música nos hace mejores seres humanos”. Eduardo Browne.

—¿Por qué?

—Es la música uno de los lenguajes más complejos que existen. Sin embargo, pese a esa complejidad, nos llama la atención emocionalmente antes que nada. Hace que las personas se encuentren con estratos más profundos del ser, no siempre controlados por la razón, y en ese sentido humaniza al ser humano.

Eduardo Browne explica que, respecto de los problemas de concentración que sufren los alumnos, se ha comprobado que quienes trabajan con la música y practican algún instrumento musical, lograr mejorar sus niveles de concentración a niveles muy importantes. “En términos de concentración, la música es una herramienta de gran valor, particularmente por la trascendencia que tiene en el aprendizaje”.

Verónica García Huidobro, académica universitaria y profesora de Pedagogía Teatral de la PUC.

Según Eduardo Browne, en el año 1991 había en Chile solo 36 orquestas juveniles, al día de hoy estas se han incrementado hasta llegar a contarse 600, lo cual significa que se han multiplicado fuertemente. “Si pensamos que cada una tiene en promedio 20 niños, si bien la cifra es altamente positiva, pero solo llegamos al 0,3% de los pequeños entre ocho a 18 años de edad en nuestro país. Sin duda, es un proyecto muy potente, pero el 99,7% de los menores que viven en nuestro país aún no cuentan con esa posibilidad; falta mucho camino por avanzar todavía”. 

El valor del teatro en el aula

Algo similar ocurre con las habilidades que el teatro hace emerger en los estudiantes. Según explica Verónica García Huidobro, permite también despertar las emociones en los alumnos, pero, además, “contribuye a todo aquello y significa comprender en forma cada vez más activa y relevante, el valor de aprender con otros, en colaboración con otros, en comunicación con otros, característica fundamental de este siglo XXI en curso”.

Por ello, como sucede con la música, sostiene Verónica García Huidobro, “el teatro debiese ser parte de la formación de los alumnos para que ellos puedan conocer y experimentar el bagaje cultural de ese arte, para aprender a respirar, a expresar y entender las emociones propias y ajenas, a ser empáticos y curiosos, a escuchar y ser escuchados, a descubrir aspectos de la propia identidad; en fin, a estar presentes y despiertos”.

Explica que las artes escénicas “permiten a los estudiantes entender la naturaleza humana y aprender a mirar a los ojos, a comprender el cuerpo en sus posibilidades vocales y de movimiento, a desarrollar y comprender las relaciones entre las personas, entre algunos aspectos relevantes”.

El teatro debiese ser parte de la formación de los alumnos para que ellos puedan conocer y experimentar el bagaje cultural de ese arte, para aprender a respirar, a expresar y entender las emociones propias y ajenas, a descubrir aspectos de la propia identidad y estar despiertos”.

—¿Qué otras habilidades se desarrollan en los alumnos que trabajan en teatro?

—La capacidad de comprender el rol que cumple este arte en la sociedad y en el ser humano. El teatro es una ventana para que las personas se vean reflejadas a sí mismas y a la especie. Pone en evidencia cómo nos involucramos con los temas del acontecer y cómo nos relacionamos con el tiempo que nos toca vivir. Y, por otro lado, cómo eso puede alegrar, entretener, justificar, perturbar, emocionar, criticar y/o defender la vida de un espectador.

Sucede que el teatro desarrolla otras “habilidades para la vida” en los alumnos “ya que es el puente entre el arte del teatro y la sociedad que lo contiene. Permite que las personas entiendan el aporte que hacen las artes escénicas a su vida, ya que desarrollan habilidades y destrezas expresivas que desde el lado cognitivo –no artístico– no se pueden expresar. Integrar las artes escénicas en el currículo, eleva los índices de autoestima, de comunicación y de trabajo en equipo, favorece la inclusión, pone en relieve el valor de la diversidad y la importancia de ser únicos y diferentes”.

“El teatro debe tener un espacio en la formación de los niños y jóvenes, para contribuir en su desarrollo integral, para mejorar su calidad de vida y sus relaciones familiares, e incluso para ser mejores personas y más felices. El vivir, el ejercer la vida, respirar, tratar de ser feliz, amar, enojarse, angustiarse, molestarse, sentirse inseguro, es parte de la vida. El teatro permite estar consciente de la fragilidad de la vida, ayuda a entender que hoy se está vivo y que mañana cualquier cosa que pase, puede cambiar dramática, cómica o trágicamente”, dice Verónica García Huidobro.

Las artes visuales y musicales son parte de la formación que queremos desarrollar en nuestros alumnos”. Juana Ortiz. 

Juana Ortiz, directora del Colegio Aprender de la Pintana, establecimiento que pertenece a la Red de Colegios de la Fundación Irarrázaval.

¿Y el arte?

La importancia del arte y su efecto en el aprendizaje de los alumnos lo ha experimentado en carne propia Juana Ortiz, directora del colegio Aprender de La Pintana, establecimiento que pertenece a la Red de colegios de la Fundación Irarrázaval. Ella es una convencida de que “las artes visuales y musicales son parte de la formación que queremos desarrollar en nuestros alumnos”.

Porque, como explica María José Mira, jefa de Educación de Teatro del Lago, “el teatro, así como la música y otras disciplinas artísticas, son un vehículo muy efectivo para el aprendizaje. En él se desarrollan muchas habilidades que son fundamentales para desenvolvernos en el mundo actual. Entrega herramientas para la vida, para una comunicación más efectiva, para un mejor entendimiento de nosotros mismos y de los otros. Y, por último, el teatro es ‘juego’ y ¡qué importante es jugar! Con reglas claras, resolviendo creativamente, involucrando nuestro cuerpo, intelecto, emociones”.

Ocurre que, al hacer teatro, los alumnos deben conocer su personaje y para interpretarlo deben entenderlo y tomar posesión de quien van a interpretar. “Este ejercicio de ‘ponernos en los zapatos del otro’ permite que podamos entender otras visiones, trabajando de esta manera la empatía y, por otra parte, el teatro pasa a transformarse en una herramienta para que el niño pueda mostrar sus sentimientos e ideas, y haga público especialmente aquello que le cuesta verbalizar. También fomenta la confianza en uno mismo, al perder el miedo a hablar en público”.

—¿Qué otros aspectos permite trabajar el teatro?

—Permite desarrollar el conocimiento, entendimiento y manejo de las emociones, lo que potencia las relaciones personales con sus compañeros y con los adultos, favoreciendo la formación integral del niño como ser social.

María José Mira, jefa de Educación de teatro del Lago.

El problema es que –explica M. José Mira– aún no se ha tomado el peso que puede tener la incorporación de las artes en la formación de los niños y jóvenes porque hemos vivido en una educación absolutamente jerarquizada, en la cual las matemáticas son lo más importante y no se consideran tan relevantes todas las otras asignaturas más humanistas que nos hacen construir comunidad. “Sin embargo, esto está cambiando. Y creo que vamos por buen camino, con un proyecto de ley aprobado por el Congreso, que incluiría el teatro como asignatura obligatoria en la malla curricular”.

“Falta que aprendamos a mirarnos como seres integrales. Que la sociedad comprenda que el bienestar y el éxito son frutos de un desarrollo integral de las personas, y en este sentido no solo debe pesar el rendimiento académico como factor fundamental de cambio y éxito en la educación, sino también todos los otros caminos, basados en la creatividad, que sabemos que aportan a una mejor calidad de vida y a un desarrollo más completo de las personas y las sociedades”, dice desde el Teatro del Lago.

Algo que la directora Juana Ortiz y el equipo de su establecimiento han comprendido a cabalidad. De hecho, realizaron unos murales, “atendiendo a la necesidad de crear espacios de expresión, en donde nuestros estudiantes pudiesen manifestar pensamientos, ideas y creaciones originales, pero contextualizadas y guiadas por un profesional del arte. Somos una institución que se ha construido a partir del aporte y participación permanente de todos los miembros de la comunidad. En este sentido, tras recibir la propuesta del orientador vocacional, la dirección del Colegio decidió destinar recursos para la implementación de un nuevo taller. Actualmente, existen dos talleres: “Muralismo”, a cargo de un docente de la institución y que se ha estado desarrollando hace aproximadamente 4 años, y el de “Grafiti”, a cargo de un profesional externo, que incluso lideró una intervención artística fuera del establecimiento con la participación activa de los estudiantes, en cuanto a temática, diseño y creación”.

El problema es que aún no se ha tomado el peso que puede tener la incorporación de las artes en la formación de los niños y jóvenes porque hemos vivido en una educación absolutamente jerarquizada, en la cual las matemáticas son lo más importante y no se consideran tan relevantes todas las otras asignaturas más humanistas”. María José Mira.

—¿Qué beneficios significó este trabajo?

—El principal es el sentido de pertenencia que les genera a los estudiantes, el haber sido creadores de diversas obras que ornamentan y permanecen en nuestros muros a través del tiempo. Ver que su trabajo contribuye o es un aporte a la comunidad, les genera una gran motivación y mayor seguridad. Por otro lado, la relevancia del arte para el desarrollo integral de los estudiantes, es algo que en el Colegio Aprender se evidencia de forma concreta y que las familias valoran. Creemos en la diversidad y la respetamos, y queremos potenciar los diversos talentos que nuestros alumnos poseen.

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