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Abr 2024 - Edición 281

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Cristián Zegers: “No creo que los distintos artilugios de teléfonos portátiles puedan reemplazar el mundo de imaginación, sugerencias y ejercicio ordenado de la mente que a mi generación le dio la lectura”

Abogado, periodista, académico y director del diario El Mercurio desde el año 2008 hasta el 2018, Cristián José Guillermo Zegers Ariztía, conversó con Revista Educar sobre sus años en el colegio San Ignacio.

Por: Marcela Muñoz Illanes
Cristián Zegers:   “No creo que los distintos artilugios de teléfonos portátiles puedan reemplazar el mundo de imaginación, sugerencias y ejercicio ordenado de la mente que a mi generación le dio la lectura”

—¿Cuál es su mejor recuerdo de la época escolar?

—Los mejores se refieren a actividades extraprogramáticas, en las cuales participé intensamente: scouts, academia de filoso-fía, revista escolar, barra del colegio, y grupo de teatro. Fueron estimulantes y formativas.

—¿Alguna anécdota o chascarro?

—Muchas, y son bien recordadas en las comidas de aniversario que tenemos cada lustro, más o menos, con mis compañeros del Colegio San Ignacio, generación 1956, y año en que se celebró su centenario.

—¿Cómo definiría su conducta en el colegio?

—Sin llegar a faltas mayores, era permanentemente sancionado por no acatar el silencio. En mi época, los castigos no eran apelables, e incluían permanecer en el colegio hasta las 20 horas, y también los sábados, y a veces, hasta los domingos.

—¿Qué memorias atesora de esa época?

—La mejor. Gozábamos de total libertad para caminar la ciudad, que no era peligrosa. Desde los 14 años en adelante, pasábamos bruscamente de ser niños a tener un trato como adultos. Conversábamos en verdadera amistad con sacerdotes jesuitas y profesores, leíamos mucha novela entretenida, y hasta nos iniciábamos en ideas y militancias políticas. Nos golpeaba la pobreza, que sentíamos directamente en las poblaciones a las que íbamos los sábados en trabajo social.

 —¿Recuerda a algún profesor en particular?

—Varios, y con gratitud. El P. Walter Hanish, un sabio historiador (fue Premio Nacional de Historia), y uno que está perfectamente lúcido hasta hoy, el profesor de Castellano y Literatura, Alfredo Peña Ríos, que creó un gran grupo teatral en el colegio. Por contraste, recuerdo la mala calidad de la enseñanza en las asignaturas como Química, Física o Biología. Parecían casi concebidas para matar el interés por esas disciplinas.

—¿Se considera un buen lector?

—Pienso que sí, y me preocupa la pérdida del hábito en la generación de mis nietos. No creo que los distintos artilugios de teléfonos portátiles puedan reemplazar el mundo de imaginación, sugerencias y ejercicio ordenado de la mente que a mi generación le dio la lectura.

—¿Qué libro está leyendo ahora?

—Los Diarios de Tolstoi (1847-1894), unas memorias del general Queipo de Llano sobre la Guerra Civil Española, y un estudio sobre la obra cinematográfica de John Ford, de Joseph McBride.

—¿Le gusta el séptimo arte? ¿Última película que vio?

—He ido religiosamente al cine una vez a la semana, o más, durante toda mi vida. Ese placer es imposible con la calidad de la cartelera actual. Aunque no es la misma sensación que la pantalla grande, procuro ahora, en el computador o en la TV, volver a los clásicos de los cuarenta a los sesenta, la gran época de los maestros. Capra, el mismo Ford, Visconti, Stanley Donen, Cukor, De Sica, David Lean, hasta hoy son difícilmente superables.

—¿Qué hace en su tiempo libre?

—Algo no muy distinto de lo que he hecho siempre: conversar, leer, tratar de viajar, y caminar mucho menos de lo que debiera.

 

En pocas palabras…

Medios de comunicación

Algo muy sensible en la sociedad contemporánea, a cuya salud se le presta muy poco cuidado.

 

Educación

Una esperanza, si se logra vencer las miradas ideológicas y rescatar, y multiplicar, las riquísimas experiencias innovadoras en aulas que hoy existen en Chile, particularmente en escuelas que atienden a niños muy vulnerables.

 

Profesores de Chile

Necesitan reconocimiento social.

 

Educación inicial

Puede atenuar las diferencias sociales.

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