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Abr 2024 - Edición 281

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El colegio que viene ya llegó a Chile

Nuevas formas de enseñar son la clave para mejoras reales en el aprendizaje. Expertos en Chile y en el exterior recomiendan enseñar pensando en las motivaciones y capacidades de cada alumno, y en la Región de Ñuble nos cuentan cómo llevaron a la práctica la metodología del “aprendizaje flexible”.

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
El colegio que viene ya llegó a Chile

319 puntos en el Simce de Lenguaje y Matemáticas, más que el puntaje promedio de colegios particulares pagados de Santiago. Estos resultados y su excelencia académica hacen que le llamen “el mejor liceo de Chile”, como conocen al Liceo Bicentenario de Excelencia Polivalente San Nicolás, en Ñuble, en cuanto a metodologías, aprendizajes, prácticas pedagógicas exitosas, agrupaciones flexibles, una potente y diversa área artística, plurilingüismo, aulas abiertas y sólida oferta educativa.

No selecciona y más del 80 por ciento de sus alumnos están en vulnerabilidad. Logró lo imposible. ¿Cómo? Su orgulloso director, Víctor Reyes, cuenta que viajó y conoció otras realidades, para sacar lo mejor de cada experiencia y transformar a su establecimiento en un orgullo nacional.

Cerca de cien docentes y 1.400 niños, la mitad de ellos proveniente de otras comunas, han sido testigos de esa transformación. “Hemos desarrollado la ‘Metodología de Agrupaciones Flexibles de Aprendizaje’, respetando las habilidades y los ritmos y estilos de aprendizaje de cada estudiante; los alumnos son agrupados a inicio de año mediante la aplicación de un diagnóstico, en forma dinámica van ascendiendo paulatinamente. Por ejemplo, un alumno que pertenezca a una agrupación avanzada en Matemática, no necesariamente podría estar en la misma categoría en un agrupamiento de Lenguaje. Esta metodología de trabajo pedagógico se ha implementado en todos los subsectores del plan de estudio”, dice Reyes.

En una década, el Liceo Bicentenario de Excelencia Polivalente San Nicolás ha subido más de 70 puntos en el Simce. Justamente porque han empleado una estrategia de enseñanza distinta. “Abordando las necesidades de los alumnos, de entrar y motivarlos”, como recomendaba Michael Fullan, profesor, ex decano del Ontario Institute for Studies in Education (OISE) y actual asesor educacional del Gobierno de la Provincia de Ontario, cuando visitó nuestro país en el año 2013.

El experto destacaba en esa oportunidad la importancia del “empoderamiento que deben tener los profesores al interior de sus comunidades”. Estrategia que el director Víctor Reyes ha implementado en su establecimiento y que ha significado que haya sido considerado como el “mejor colegio de Chile” por sus resultados académicos.

Porque, tal como dice Michael Fullan, “los docentes deben darse cuenta de la relevancia que tienen sobre el aprendizaje de sus alumnos y tomar en cuenta sus necesidades antes de enseñar. Para ello, pueden reforzar las habilidades que están débiles, hacer autoevaluaciones a fin de mantenerse actualizados con lo que sus alumnos requieren. Tienen que sentir la motivación de ser buenos profesores”.

Es que llama la atención el hecho de que, apunta Guillermo Marini, profesor de la Facultad de Educación de la PUC, “¿por qué en Chile un 20% de profesores abandona las aulas en su primer año de trabajo, y un 40% antes del quinto año? Una primera mirada a esta estadística nos enseña que los docentes se enferman psiquiátricamente, lastiman sus voces, y pierden el ánimo mucho más rápido que otros profesionales. ¿Qué hacemos frente a esta evidencia? Tanto el currículum escolar como las mallas de formación de las facultades de Educación se sobresaturan para que el profesor sepa lo que los estudiantes deben aprender y sepa cómo verificar que lo hayan aprendido. ¡Eso suena muy bien! Pero, el problema es que descansa sobre una comprensión racionalista y abstracta de la labor educativa que no les toma el peso a las dimensiones emocionales y filosóficas de ser profesores”.

Asegura el profesor de la UC que es muy raro que un docente les pregunte a sus estudiantes por el sentido que encuentran en su asignatura; más raro todavía que él les comparta las razones y los sueños por los que decide ser profesor. “Lo digo positivamente, debemos alfabetizar emocional y filosóficamente a los profesores del siglo XXI si queremos que sean capaces de articular y desarrollar el sentido de su propio trabajo”.

Michel Montaigne decía, hace casi 500 años, apunta el profesor Marini, “que si aplicamos la misma instrucción a un grupo diverso de estudiantes, lo esperable es que solo dos o tres logren aprovechar de ella. Desde este punto de vista, sí estoy de acuerdo en que muchos estudiantes apenas alcanzarán a graduarse de la escuela con un desarrollo básico de sí mismos. Pero, el problema no es que los estudiantes chilenos tengan algún tipo de trauma que les impida aprender, sino las condiciones contextuales pedagógicas y, sobre todo, las decisiones estratégicas que se tomen para que todos los estudiantes no solo tengan la oportunidad de aprender, sino que quieran hacerlo”.

De hecho, en la última reforma del sistema educativo de Helsinki, “más allá de todas nuestras diferencias idiosincráticas, los finlandeses han logrado tal resultado en las evaluaciones educativas internacionales, que nos cautivan, lo que llevó al Mineduc y a muchas facultades de Educación a querer aprender qué les funcionaba para poder adecuarlo a nuestra realidad. La última gran reforma finlandesa es la que menos prensa ha tenido en Chile: reformar la estructura de la escuela en torno a problemas complejos y no ya desde la organización habitual de disciplinas. En definitiva, lo que se hizo fue terminar con el ‘grupo curso’ y darle la bienvenida a la metodología de proyectos. Se trata de iniciativas muy buenas porque la estructura de nuestras cátedras escolares sigue muy parecida a la Real Academia de San Luis de fines del siglo XVIII… solo que el mundo ha cambiado”, dice Guillermo Marini.

¿Por qué decidieron este cambio en Finlandia? “Porque se dieron cuenta de que los desafíos del mundo futuro, que viven y vivirán sus niños, exceden con creces las posibilidades de interpretación y transformación que ofrecen ‘Matemática’ y ‘Lenguaje y Comunicación’. Los nuevos escenarios generados por el cambio ambiental, la migración, el terrorismo fragmentado o la inteligencia artificial son mucho más urgentes –y atractivos para nuestros estudiantes– que cuanto podemos enfrentar con las herramientas disponibles. Usted se preguntará si un profesor de Matemática puede enseñar el cambio climático. Yo precisaría que puede enseñar ‘desde’ el cambio climático cualquier habilidad matemática que crea pertinente. Lo notable es que los estudiantes aprenderán en ese caso que la educación no se trata de ‘un entrenamiento que cobrará sentido en algún futuro remoto’, sino que se trata ‘simplemente de la vida misma”, agrega el profesor de la UC.

De hecho, el cambio es simplemente que, para que “todos aprendan, todos se deben sentir llamados por el aprendizaje que pretende modelar el profesor. Mientras más comunicado con la realidad que los niños ven día a día y sobre la cual escuchan preocuparse a los adultos, más chances de atracción. La reorganización de la escuela y del conocimiento que ella propone en torno a problemas reales, contextuales, barriales, caseros pero con correlato planetario, cumple con el doble propósito de lanzar la atención de los jóvenes hacia la realidad y sacudir la comodidad que siempre nos acecha a los maestros”, dice Guillermo Marini.

Justamente de esa forma es posible impactar en el aprendizaje de los alumnos, dice el director Reyes desde San Nicolás. “Se mejora la autoestima y el autoconcepto de los estudiantes, disminuyéndose las tasas de repitencia, los ambientes no son amenazantes; por lo tanto, los alumnos aprenden más, el clima de convivencia se ve reforzado para toda la comunidad educativa. Además, permite que los estudiantes descubran a temprana edad una vocación que finalmente forma parte de un proyecto de vida que lo lleva a alcanzar la felicidad”.

Nuevas formas de enseñar

No es una tarea fácil. Explica Víctor Reyes que en un primer momento debieron romper el paradigma, “pasando de un sistema de enseñanza homogéneo a uno diferenciado y más particular, implementar espacios físicos adecuados y la contratación de más profesores”. Obstáculos que, tal como cuenta, han podido superar gracias al apoyo económico que les brinda la Ley SEP.

La experiencia del colegio en Ñuble es un ejemplo de cómo hay que hacerlo en educación para conseguir buenos resultados. Tal como asegura el profesor titular de la Escuela de Ingeniería PUC Miguel Nussbaum, “los puntajes del Simce en Chile están estancados hace una década en todas las materias y en todas partes. Nos hemos ocupado solamente de perfeccionar lo que hacíamos y no hemos sido capaces de detenernos y reflexionar sobre la forma de enseñar”.

Sostiene que el cambio y los buenos pronósticos se podrán observar cuando “respetemos a los niños y el ritmo de aprendizaje de cada uno en particular. Necesitamos dejar de enseñar el currículo y enseñarles a los niños. Hoy contamos con un currículo completamente predefinido, lo que hay que pasar, y no dejamos espacio para cuestionarnos, ni menos reflexionar si los alumnos están preparados para recibir esos conocimientos, ni menos si poseen la madurez intelectual para poder aprender”.

Los profesores, dice Nussbaum, deben redefinir la manera cómo enseñan a sus alumnos. “Tenemos que considerar que trabajamos con personas, cada una con ritmos de aprendizaje diferentes. Una de las metodologías que me parecen muy atractivas es el modelo de clase invertida, pero desgraciadamente es una herramienta que solo podemos usar con niños de niveles superiores, capaces de autorregularse. De esa manera el profesor aprovecha de mejor forma su tiempo con los niños. Sin embargo, como se ha comprobado, los estudiantes menores no tienen la capacidad de autorregularse y no poseen los mecanismos cognitivos para desempeñar esa tarea y aprovechar esos procedimientos. Tampoco es la panacea para todos los alumnos”.

Es clave buscar distintas maneras de aproximar los contenidos educativos a los alumnos. “De esa manera pensamos en cada niño y estaremos transfiriendo el contenido a cada niño de la sala de clases”.

Explica Miguel Nussbaum que hoy en día simplemente pasamos la materia y si el niño no responde, para los docentes eso es un dato. “Se informa a los apoderados y se les dice que su hijo debe estudiar más. Hay que redefinir la forma cómo trabajamos con nuestros alumnos. Ellos son personas que poseen ritmos diversos de aprendizaje. Debemos redefinir el currículo y la forma de aproximarnos al aprendizaje”, enfatiza.

Los nuevos docentes

Parte de estos cambios significa transformar el trabajo de los profesores. “El principal cambio se refiere a la evaluación formativa, es decir, al hecho de que cada profesor sea capaz de cuestionarse de lo que ha realizado junto a sus alumnos. Qué es lo que fueron capaces de hacer propio y qué no pudieron realmente adoptar para poder ellos aplicarlo. Luego, esos elementos volver a transferirlos a los alumnos desde otro punto de vista. Buscar la manera de llegar a los niños, porque no son todos iguales. Hay que buscar la forma de aproximar los contenidos académicos a la realidad de los niños. Eso no se ha hecho. Hay que pensar cómo transferir los contenidos a cada uno de los alumnos”, dice Nussbaum.

En la práctica, cuenta Víctor Reyes, en su establecimiento los profesores trabajan en equipos liderados por un mentor, donde se propicia el diálogo pedagógico y la reflexión de las prácticas docentes, ese trabajo ha permitido un desarrollo profesional docente permanente. Por otro lado, se propicia un trabajo interdisciplinario de los equipos de profesores donde tributa a mejorar aprendizajes en los niños, también se ha recibido una capacitación directa a través de proyectos de ejecución directa, financiados por Fundación Luksic.

Trabajar desde el preescolar

Respecto del aprendizaje, es importante definir y abordar la relevancia del preescolar. “Las oportunidades que tiene el niño de observar distintas realidades y enfrentar problemáticas distintas, sin perjudicar el apego. La capacidad de construir una emocionalidad en el niño. Lo que debemos hacer es pensar en cómo construir en los más pequeños esos conocimientos, darles a conocer distintas realidades, respetando siempre el apego. Es clave conformar la emocionalidad del niño.

Sucede que, si se observa lo que está pasando, a medida que el niño avanza en el sistema escolar, la brecha entre los conocimientos que tiene y los que espera el sistema que tenga aumenta cada vez más, hasta que ocurre un abismo muy grande. “Nosotros no debemos tener un currículo que no mira al niño, sí uno que siga de cerca y trabaje con las capacidades que tiene cada alumno. No es necesario pasar todas las materias, hay que ver cómo el niño es capaz de hacer propias esas materias”.

Hay que trabajar bien desde el mundo preescolar y ayudarles a construir sus conocimientos. El principal error es que estamos siempre mirando el currículo y no a cada niño en particular.

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