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Oct 2024 - Edición 287

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Leer para Aprender

Aunque parezca contradictorio –coinciden los expertos–, la enseñanza de la lectura y comprensión lectora es la base del aprendizaje. Como señala la doctora Catherine Flores, “los aprendizajes adquiridos a través de la lectura, ya sea dentro o fuera del aula, se utilizan como base para la construcción de otros conocimientos cada vez más complejos y abstractos”.

Por: Marcerla Muñoz Illanes
Leer para Aprender

 

 

Cuatro de cada diez estudiantes de 4° básico presentan una escasa comprensión de lectura en nuestro país, según reveló en diciembre pasado la prueba internacional PIRLS-2016. Se trata de un resultado muy similar al nivel de lectura, detectado en 1994 para Chile por la comisión asesora liderada por el director de la Oficina Internacional de Educación de la Unesco.

Esas cifras revelan una grave situación en nuestro país, tal como denunció Ernesto Schiefelbein, investigador de la Universidad Autónoma y Premio Nacional de Educación, en una carta publicada en La Tercera luego de conocerse esos resultados. Allí señaló: “No ha habido avances en la enseñanza de la lectoescritura en las últimas dos décadas en Chile. (Asimismo) no se aprecia un impacto de los 600 proyectos financiados este año (2017) por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura (Ley 19.227, de 2011), con una inversión de $ 3.800 millones”.

A su juicio, los proyectos de ese fondo se concentraron más bien en ofrecer material de lectura para los que pueden leer con un buen nivel de comprensión; por ello, recomendaba que lo óptimo es “revisar los criterios empleados para seleccionar proyectos que eleven la capacidad de comprender lo que se lee”.

El problema es que se trata de un tema clave en el desarrollo y adquisición de los conocimientos, desde las primeras etapas del crecimiento de los alumnos. De hecho, cualquier desviación en esta tarea significa trastornos, muchas veces irreversibles. Así lo revelan las investigaciones internacionales, que explican que los déficits académicos en la lectura son los más comunes en los estudiantes con dificultades de aprendizaje (Hallahan, Kauffman y Lloyd).

 

Asegura la profesora Constanza Jofré que por medio de las tecnologías digitales es posible mejorar la lectura, "ya que nuestros estudiantes son nativos digitales que procesan de diferente manera información".

 

Lo que sucede, asegura Catherine Flores, profesora de Educación Básica, máster en Ciencias de la Educación (mención Gestión y Liderazgo), doctora en Educación y jefa de carrera de Pedagogía en Educación General Básica de la Usach, es que “la comprensión de un texto involucra conectar la información nueva con los conocimientos previos del lector de manera que este pueda construir una representación mental de lo leído. Cuando una persona lee, se produce una interacción muy significativa porque su contenido se integra a sus conocimientos generales ampliando el conocimiento del mundo. Por lo tanto, en esta área se plantea que los aprendizajes adquiridos a través de la lectura, ya sea dentro o fuera del aula, se utilizan como base para la construcción de otros conocimientos cada vez más complejos y abstractos”.

Según la psicopedagoga y encargada del área de Lenguaje del colegio The English Institute en Providencia, Constanza Jofré, un niño cercano a la lectura “desde sus primeros años logra enriquecer de manera significativa su vocabulario, desarrolla su oralidad, establece relaciones con las categorías de las palabras, comprende mejor instrucciones, relatos y conversaciones. Además, es capaz de reflexionar y opinar fundamentando sus respuestas. Ello, porque la lectura ayuda a los alumnos a conocer el mundo que les rodea por medio de la palabra, la que adquiere un significado relevante a la hora de localizar información, argumentar, parafrasear e incrementar el vocabulario”.

Sucede que a través de la lectura se aprende el significado de conceptos tanto simples como complejos. De la misma manera –advierte la doctora Flores–, al exponer a los estudiantes a textos con diferentes puntos de vista “los estamos ayudando a desarrollar habilidades de reflexión, análisis y pensamiento crítico”.

La directora de la Fundación Había Una Vez, Rebeca Domínguez, señala que “los niños que tienen un comportamiento más lector, que van más a la biblioteca, que les llevan libros a sus familias, tienden a tener mejores resultados escolares. Al leer, necesitas activar procesos mentales (razonamiento, análisis, memoria, percepción) como en otros aprendizajes”.

Aquello, agrega Constanza Jofré, porque una buena comprensión lectora involucra que el lector comprende el texto y puede encontrarle significado, relacionarlo con lo que ya sabe y con sus intereses.“La comprensión se relaciona con la visión que cada uno tiene del mundo y de sí mismo; por tanto, ante un mismo texto no existe una sola y única interpretación. La comprensión nos ayuda a conocer y entender el mundo que nos rodea”.

De hecho, uno de los mayores hallazgos en torno a la importancia del hábito lector, es que aquellas personas que son lectoras frecuentes tienen mayores habilidades verbales. “Estudios realizados con niños de cuarto, quinto y sexto año básico muestran que la cantidad de lectura explica las diferencias en el desarrollo del vocabulario, una vez controlada la variable coeficiente intelectual y capacidades verbales específicas. Esto es particularmente importante si consideramos que el vocabulario es uno de los aspectos cruciales en la comprensión de un texto”, indica Flores.

Por esta razón, es importante enfatizar que el aprendizaje de la lectura no termina en el primer o segundo año de escolaridad o cuando se aprende a decodificar, sino que es el conjunto de habilidades y estrategias que se van construyendo y desarrollando a través de la vida en la relación entre el texto, el contexto y la persona.

En esa línea –advierte Rebeca Domínguez–, hoy no se puede hablar del mundo de la lectura sin entender que es digital e impreso al mismo tiempo. “Los niños, que son nativos digitales, están todo el día leyendo en sus celulares. ¿Cómo llevarlos a una mejor lectura, que sea literaria o a una lectura informativa? Ese es el gran desafío que se nos presenta a los padres, profesores y bibliotecarios. Empezar por los booktubers (jóvenes lectores que comparten sus pasiones librescas con sus seguidores, y que pueden llegar a contarse por miles, a través de un canal de YouTube) puede ser una buena idea”.

Es que, como asegura la psicopedagoga Constanza Jofré, por medio de las tecnologías digitales es posible mejorar la lectura y motivación al aprendizaje, “ya que nuestros estudiantes son nativos digitales que procesan de diferente manera la información. No solo con pizarrón y plumón o lápiz y papel pues ellos son altamente visuales-auditivos y también kinestésicos. Por eso, las presentaciones dinámicas que se complementan con actividades interactivas, sumadas a juegos kinestésicos-sensoriales les ayudan a integrar la lectura de manera lúdica, activa y entretenida”.

Según explica Catherine Flores, "la investigación ha alcanzado consenso en argumentar que un niño pueda comprender lo que lee y , en consecuencia, disfrutar de la lectura, es necesario que lea con fluidez".

 

Estrategias clave

Después de varias décadas de estudio, se ha avanzado sustancialmente en el tema de la comprensión. Aunque todavía es más lo que se desconoce que lo que se sabe respecto a la comprensión, la investigación ha alcanzado consenso en argumentar que para que un niño pueda comprender lo que lee y, en consecuencia, disfrutar de la lectura, es necesario que lea con fluidez. Esto significa que debe ser capaz de reconocer palabras a primera vista, de manera automática, relacionando sonido-grafía sin mayor esfuerzo. “Lo que sucede es que la fluidez permite a la mente concentrarse en la comprensión, al no tener que dedicar atención a los procesos mismos de decodificación. Si los niños no desarrollan estas habilidades de reconocimiento de palabras, difícilmente podrán leer o comprender un texto de forma autónoma y competente”, explica Catherine Flores.

Otro aspecto muy importante de considerar al momento de hablar de cómo mejorar la comprensión, es el rol crucial que el vocabulario cumple en ella. Dice la investigadora de la Usach que los expertos plantean que una comprensión lectora adecuada requiere que la persona conozca el 90 a 95 por ciento de las palabras del texto. “Por lo tanto, hay que trabajar también el desarrollo del vocabulario de maneras distintas a las que han utilizado tradicionalmente. La adquisición del vocabulario no es tan obvia como podría parecer en un principio. A pesar de que la mayor parte del vocabulario se aprende de manera incidental, es necesario también que los profesores trabajen la enseñanza explícita de él”.

Los especialistas plantean que se pueden enseñar de ese modo unas 400 palabras por año a los alumnos en el colegio. En todo caso, no debemos olvidar que para que una persona entienda y utilice apropiadamente las connotaciones de una palabra, necesita variadas exposiciones a la palabra en múltiples contextos. “Es aquí donde la selección de los textos y las actividades de aula son cruciales. Estas deben promover que las nuevas palabras sean incorporadas, de manera que los alumnos puedan utilizar estas nuevas palabras de forma reiterada”, advierte Flores.

 

"Según la información reportada por el Censo Nacional de Población y Vivienda, en 1895 la tasada alfabetización era de un 32%, ya entrada la década del 1940 el porcentaje aumentó a un 75% y en 1960 bordeaba el 85%. Según los datos del Censo de 2002, el porcentaje de la población alfabetizada correspondía al 96%"

 

Esto lleva a relevar la importancia del trabajo que realizan los profesores en los primeros años de enseñanza de la lectura y lo importante que es que los alumnos tengan variadas oportunidades para leer distintos tipos de textos, en actividades de lectura guiada, grupales o de forma individual. “Lo importante es proponer diversas actividades que sumerjan a los niños en el conocimiento de las palabras y del mundo. Antes de que los alumnos puedan leer, es crucial el desarrollo de la comprensión oral; por lo tanto, la lectura en voz alta hecha por profesores o padres, a base de textos seleccionados de acuerdo al interés de los estudiantes, tema y vocabulario, contribuye a la comprensión de las ideas y las palabras”, señala Flores.

Justamente ese tema fue otra de las conclusiones importantes que se obtuvieron del informe PIRLS 2016, que reveló que en Chile los padres demuestran menos afinidad con la lectura que el promedio internacional. “Cerca del 25% de los niños reporta que les gusta mucho la lectura, mientras que el promedio de los cincuenta países participantes alcanza uno de cada tres”, sostenía el estudio.

Explicaba en esa oportunidad Carlos Henríquez, secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, en La Tercera: “No hay duda de que la lectura es un hábito que se educa y que se traspasa con el ejemplo. Este se forma tanto cuando les leemos a nuestros hijos como cuando nos ven leer. De hecho, el estudio demuestra que el 75% de los estudiantes cuyos padres son buenos lectores, disfrutan leyendo; y que el 42% de los niños cuyos padres dicen que no leen habitualmente, opina que leer es aburrido”.

Es importante también –advierte Catherine Flores– recordar que, aunque el foco durante el período inicial de la enseñanza de la lectura es la decodificación, con un énfasis en la precisión, la prosodia (parte de la gramática que enseña la pronunciación y acentuación correcta) y la velocidad, que en conjunto conforman lo que se conoce como fluidez, no debemos descuidar la comprensión. Por lo tanto, el profesor debe enseñar explícitamente estrategias de comprensión, a comprender se enseña, la comprensión no es un proceso automático que se logra por el solo hecho de poder decodificar. Es importante, entonces, trabajar con alumnos de forma temprana el cómo resumir la idea principal, el hacer predicciones, construir inferencias, por ejemplo.

Como afirma Rebeca Domínguez, la estrategia más adecuada para mejorar la lectura es “leer y leer, es la mejor receta para comprender más lo que se lee. Así se aprende a decodificar, a leer las imágenes, a aumentar el léxico”.

Por ello, la doctora Flores opina que un aspecto importante que deben tener presente los profesores es que los intereses de sus cursos no son homogéneos. “El profesor que tiene 40 alumnos en una sala no puede pensar que a todos les va a interesar el mismo texto. Al contar con una complejidad léxica y sintáctica particular, y al abordar un tema singular, no va a ser pertinente para todos los niños”, explica.

En ese mismo sentido, insiste en que los intereses de los estudiantes de una misma sala varían según su sexo y las habilidades cognitivas que cada uno tiene, tanto de vocabulario como para decodificar mensajes.

Por otra parte, indica que es importante, también, modificar la manera de evaluar los libros que se leen en el colegio. “Lo que ha atentado contra la lectura por placer o por disfrute es fundamentalmente asociar la lectura a una evaluación que, en general, es de alternativas, donde los niños deben identificar detalles precisos. Esto, en contraste con lo que se podría hacer evaluando ese mismo texto, transformándolo en una dramatización, cambiando el final o pedirles que lo recomienden a alguien”, sostiene Flores.

Para Rebeca Dominguez, "la literatura permite adquirir el lenguaje y enriquecer pensamiento. El Niño lector está expuesto a una serie de sutilezas, variedades, matices, diferenciaciones que le permitirán ir adquiriendo las destrezas"

En la era digital

Los avances tecnológicos han alterado notablemente los textos y herramientas disponibles tanto para los profesores como para los alumnos, creando grandes expectativas en los profesores, quienes creen que los dispositivos digitales son una gran promesa en cuanto a herramientas instruccionales para el desarrollo de la literacidad. Se argumenta, por ejemplo, que las tecnologías digitales promueven no sólo la lectura, sino también la escritura, y proveen un amplio material de análisis dentro y fuera de la sala de clases.

Sin embargo, indica Catherine Flores, “la investigación también nos alerta respecto a que la brecha digital existente entre estudiantes de distinto nivel socioeconómico podría ampliar la brecha en literacidad. El problema con estas visiones es que la lectura digital es a menudo vista en oposición a la lectura de libros impresos, lo cual ignora las múltiples maneras en que nuestras prácticas de lectura se superponen, sin importar el tipo de dispositivo que estemos usando”.

Ahora, advierte la doctora Flores, “si analizamos este tema desde una mirada positiva, podríamos citar reportes realizados en Estados Unidos que muestran un crecimiento de la población de e-lectores en las últimas décadas; esto, conectado a un incremento en la adquisición de dispositivos”.

Lo importante es destacar que la utilización de la tecnología en la lectura no se restringe solo a textos en PDF o libros digitales, sino que debemos recordar la importancia de la multimodalidad tanto fuera como dentro de la sala de clases. Esto implica el uso de videos, audios, diseños e imágenes, todos son parte integral de la experiencia de leer. El uso de cómics, novelas gráficas o textos interactivos como los juegos de video, han incluido siempre elementos multimodales, y nuestras prácticas de lectura han sido siempre multimodales. Al leer, “nos apoyamos no solo en nuestra vista para construir significado. Además, debemos considerar que hay diferentes maneras de leer como las hay de escribir. Las maneras que utilizamos para leer cambian según el contexto, el propósito, y el medio ambiente donde nos encontramos leyendo”, indica la doctora Flores.

Otras habilidades

Este es un tema interesante, porque hay una línea de investigación en relación, por ejemplo, con la falta de habilidades blandas en los millennials. La doctora Flores arguye que esa carencia se debe fundamentalmente a que esta generación, ante una interrogante, se dirige inmediatamente a buscar la respuesta en internet, lo cual atentaría contra el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico.

Aquello haría suponer que la tecnología no contribuye al desarrollo de la lectura. “Sin embargo, aun cuando el desarrollo de habilidades blandas como la solución de problemas y trabajo en equipo, son menos tangibles que las habilidades duras y, por lo tanto, más difíciles de desarrollar, pueden fomentarse, por ejemplo por medio de actividades de lectura compartida que requieren de interacción entre los estudiantes y de colaboración en su desarrollo”, puntualiza la académica de la Usach.

Según la información reportada por el Censo Nacional de Población y Vivienda, en 1895 la tasa de alfabetización era de un 32%, ya entrada la década de 1940 el porcentaje aumentó al 75% y en 1960 bordeaba el 85%. Según los datos del Censo de 2002, el porcentaje de la población alfabetizada correspondía al 96%.

Según explica Catherine Flores, “la investigación ha alcanzado consenso en argumentar que para que un niño pueda comprender lo que lee y, en consecuencia, disfrutar de la lectura, es necesario que lea con fluidez”.

Para Rebeca Domínguez, “la literatura permite adquirir el lenguaje y enriquecer pensamiento. El niño lector está expuesto a una serie de sutilezas, variedades, matices, diferenciaciones que le permitirán ir adquiriendo las destrezas”.

Asegura la profesora Constanza Jofré que por medio de las tecnologías digitales es posible mejorar la lectura y motivación al aprendizaje, “ya que nuestros estudiantes son nativos digitales que procesan de diferente manera la información”.

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