“Antes de la intervención los recreos de nuestros alumnos no tenían mucho propósito. Se aburrían los niños y ese mismo aburrimiento derivaba en situaciones de riesgo, como conflictos entre ellos y accidentes por conductas imprudentes. Luego de la intervención, podemos observar a los alumnos ‘ocupados’ en la labor más importante que –creemos– un niño tiene: jugar. Los cambios que hemos observado han sido impresionantes”.

 

Esa metodología del juego y la diversión, asegura el sostenedor del Colegio Ayelén de Rancagua y director de la Fundación Impulsa, Pablo Ibáñez, “tiene un propósito muy importante, el aprendizaje. Es allí donde se plasman los valores que sustentan nuestro proyecto: alegría, fraternidad, pasión y excelencia. Hoy veo niños ansiosos por aprender, de una forma lúdica y distinta a los demás establecimientos. Veo que el alumno ‘distinto’ tiene cabida, se valoran todas las habilidades, hay nuevos espacios para lucir los talentos de cada cual”.

 

 

 

 

 

 

La idea de mejorar los patios y recreos no es nueva. Ángela Ibáñez, directora ejecutiva de Fundación Patio Vivo, cuenta que investigaciones internacionales, como Playworks a través de la National Annual Survey de este año, señalan que “gracias al juego en los patios ha mejorado el clima escolar en general. Los profesores confiesan una mejora en el comportamiento en clases y un aumento en la participación en actividades académicas (94%), en la cooperación entre pares (94%) y en la concentración de los estudiantes en clases (93%). Paralelamente, el 84% de los encuestados señala que ha disminuido el bullying y los incidentes de violencia. Además, el 82% de los encuestados también advierte la disminución de los conflictos en el aula y del tiempo que se usaba en clases para resolver conflictos”.

 

En ese sentido esta fundación busca impactar en ese espacio. “Patio Vivo promueve la vida saludable en los patios a través del movimiento, el contacto con la naturaleza y la gestión del espacio del patio. Por lo general, en los recreos hay mucha actividad física de un grupo de niños que juegan fútbol, pero hay muchos niños y niñas que se mueven muy poco y casi no salen de la sala”, explica Ángela Ibáñez.

 

—¿Qué estrategias concretas utilizan?

 

—Los proyectos de Patio Vivo les entregan un espacio a los que no lo tenían y abren posibilidades para los que antes siempre hacían lo mismo. Esto es muy importante porque cuando solo haces un tipo de movimientos tu cuerpo se desarrolla de esa forma, sin adquirir otras destrezas como las que se producen cuando se aprende a subir y bajar en los juegos de barras. Además, se producen más interacciones entre distintos niños y niñas y surgen nuevos liderazgos.

 

Por otra parte –dice su directora ejecutiva–, llevan la naturaleza a la escuela, plantando árboles, arbustos y plantas medicinales, y en algunos casos implementan huertos. “Es muy importante que la escuela luego pueda hacerse cargo del cuidado de las plantas. La gestión del patio se trabaja con directivos, docentes y paradocentes, de modo que se posibiliten distintos tipos de juegos y el patio pueda ser usado por niños de diferentes edades. También, en algunos casos se han armado brigadas ecológicas en las escuelas para cuidar la naturaleza”.

 

—¿Cómo ha sido el apoyo de la comunidad escolar?

 

—En relación a los espacios creativos, nosotros trabajamos con las comunidades educativas, con docentes, paradocentes y estudiantes. Cada proyecto responde al proyecto educativo de la escuela, a lo que el espacio propone y a la cultura. Basados en estos ámbitos trabajamos cada proyecto. Si bien siempre hacemos patios escolares, nunca son iguales entre sí. Cada patio es producto del trabajo con la comunidad.

 

—¿De qué manera logran impactar en la disminución de la violencia?

 

—Entendemos el patio como un tercer profesor. Esto quiere decir que tras los docentes y los pares está el espacio para proponer nuevas formas de jugar, de encontrarse, de compartir y de hacer clases. Muchas veces nos hacemos cargo de espacios residuales, donde ocurrían los conflictos porque iban pocos niños. Después, son espacios donde van los niños a jugar y a pasarlo bien. Cuando un niño se aburre, muchas veces comienza a molestar a otro y así se inician situaciones de violencia.

 

Hasta hoy, en Fundación Patio Vivo han trabajado con 15 colegios municipales y particulares subvencionados, gran parte de ellos en Santiago y otros en las regiones de Los Lagos y de La Araucanía. Los proyectos se financian con fondos de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP) de cada establecimiento y con donaciones de organizaciones.

 

 

Destacados:

Otro de los estudios (Learning Through Landscapes en la National School Grounds Survey, 2016) revela que, al mejorar el patio junto a otros factores, el 73% de los encuestados informó que el comportamiento había mejorado, el 64% afirmó que había disminuido el bullying y el 84% observó una mejor interacción social.

 

Señala Ángela Ibáñez que el patio no es una receta que se pueda repetir sin hacer un proceso que involucre a la comunidad. “La disminución de la violencia no se da de un día para otro y requiere de un trabajo sistémico y constante en la escuela”.

 

Para ícono

Si quieres conocer más sobre el impacto del patio en la convivencia escolar ingresa a www.ltl.org.uk/childhood/research.php