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Abr 2024 - Edición 281

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Orquesta Sinfónica Juvenil Nocedal, Equilibrio intelectual y espiritual para los alumnos

Este programa del Colegio Nocedal de La Pintana se ha transformado en un referente fuera y dentro del establecimiento. Los alumnos dedican cada semana varias horas a su instrumento y a ensayar con el resto de la orquesta. Destacan la disciplina y responsabilidad que han ido desarrollando al formar parte de este interesante proyecto.

Por: Angélica Cabezas Torres
Orquesta Sinfónica Juvenil Nocedal, Equilibrio intelectual y espiritual para los alumnos

Día viernes en la tarde, y en la ciudad de Santiago llueve. Llegamos al Colegio Nocedal ubicado en la comuna de La Pintana y oímos decir al portero que están todas las actividades extraprogramáticas suspendidas, solo la orquesta sinfónica está en su ensayo habitual. Si algo caracteriza a este grupo de estudiantes que han logrado conformar una de las orquestas juveniles más destacadas del país, es la rigurosidad.

Nos encontramos con ellos en el comedor del colegio, donde se han instalado para su ensayo semanal. En cosa de segundos nos deleitamos al oír su interpretación. Durante una pausa conversamos con Cristhian Neira, alumno de cuarto medio de la especialidad de Electrónica. Él toca la viola y nos cuenta que a los 13 años se incorporó a la orquesta, deseo que nació cuando oía tocar a sus dos hermanos mayores, quienes también fueron parte de este grupo. Hoy está decidido a continuar estudios de interpretación musical, aunque admite tener cierto temor, porque no es una carrera tradicional; sin embargo, es lo que lo apasiona. “Agradezco haber tenido la oportunidad de entrar a la orquesta, de otra forma no hubiese descubierto mi vocación”, dice.

Hace 17 años Colegio Nocedal apostó por este programa, a pesar de las aprensiones y temores que existían en la época. Era un colegio con pocos años de historia y ubicado en un sector extremadamente vulnerable de la zona sur de Santiago. Fernando Saavedra, su director, nos cuenta que las dudas se fueron despejando, a medida que los niños fueron demostrando su interés y ganas. “Terminó siendo una herramienta revolucionaria en cuanto a una serie de virtudes en la vida de los alumnos. No solo los ayudó a ellos, sino que también impactó directamente a su entorno más cercano”, asegura.

El financiamiento lo han logrado gracias a aportes de privados y accediendo a fondos concursables, lo que hace posible la dicha de contar con formación personalizada. Cada semana los estudiantes tienen una clase individual de 45 minutos con un profesor especialista en su instrumento, lo cual les permite un mayor avance. Esta es una ventaja que no poseen otros proyectos similares, donde usualmente los niños acceden a clases grupales.

El programa cuenta con 70 cupos, 40 son para los alumnos de la orquesta principal, quienes tienen un proceso más largo de formación, mientras que los restantes cupos son para los estudiantes que están preparándose en la orquesta semillero. Para acceder se debe realizar una audición. Cuando se abre un cupo el profesor pasa por las salas mostrando el instrumento, y el que quiere levanta la mano y se anota; sin embargo, debe comprometerse a no decaer en su rendimiento y conducta. “No es que tengan que ser alumnos punta, pero si hay algún alumno que tenga un comportamiento que no es muy bueno, se le dice: si tú quieres estar acá, vas a tener que mejorar”, señala Fernando.

Esta experiencia marca positivamente a los chicos y les deja grandes enseñanzas, pero “más allá de enumerar una serie de virtudes como la disciplina, el trabajo en equipo, el sentido del trabajo, que son virtudes que podría desarrollar en cualquier expresión artística e incluso en el deporte, yo diría que la música está por sobre eso, solamente por transformarte en alguien generador de belleza que los demás pueden disfrutar. Eso es algo tremendamente enriquecedor para el alma, y te transforma, lo quieras o no, en una mejor persona”.

Asimismo, el director de la orquesta sostiene que cuando una persona se transforma en un ser generador de belleza, suceden cosas en su interior. “Hay un equilibrio intelectual y espiritual que se produce cuando un niño toma un violín, lo lleva a su casa y transmite eso no solo para sí, sino también a su familia”.

A Fernando este proyecto lo llena de orgullo y se siente comprometido con él. “Para mí, es algo que me hace mucho sentido, porque yo partí en una orquesta infantil, y toda mi formación siempre estuvo muy ligada a las orquestas juveniles. Me llena muchísimo y es algo que me da gusto hacer. Es muy satisfactorio porque estás muy cerca de los niños, respecto de su formación, de sus anhelos, y de sus sueños”.

 

 

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