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Abr 2024 - Edición 281

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Natalia Allende, directora de Design for Change (DFC) para Chile: “Sin habilidades socioemocionales el aprendizaje carece de sentido”

Desde hace cuatro años en Chile, en DFC buscan transformar la realidad educativa de los jóvenes, convirtiéndolos en protagonistas de su educación. entrevistamos a su directora, quien profundizó sobre la importancia de formar alumnos creativos, empáticos,con pensamiento crítico y analítico; capacidad de investigar y de trabajar en equipo.

Por: Marcela Muñoz
Natalia Allende, directora de Design for Change (DFC) para Chile: “Sin habilidades socioemocionales el aprendizaje carece  de sentido”

Se trata de un trabajo que busca, dice Natalia Allende, directora de Design for Change (DFC) para Chile, “cambiar la mentalidad desde adentro, usando la metodología de Design for Change (Diseña el Cambio) en que los niños y los profesores trabajan desde la perspectiva de la colaboración mutua y aprenden juntos.

—¿Cree que la sociedad puede avanzar a través del desarrollo de la educación y la cultura?
—La educación y la cultura son un beneficio para todos. Abren el mundo a los niños y jóvenes, lo que trae nuevas ideas, curiosidad e interés por crecer, hacer y ser más, por conectarse. Un país en que todos se ven beneficiados es un país que avanza de manera armoniosa. Por una parte, la educación otorga herramientas para desenvolverse intelectual, emocional y socialmente. Por otra, la cultura desarrolla la identidad. Una sociedad que tiene herramientas e identidad es una sociedad que no se va a obsesionar con cosas superfluas, como lo son las cosas materiales o la farándula sin sentido.

Creo que la educación y la cultura conectan a las personas a su realidad de manera más clara, realista, profunda y efectiva. Ahora bien, los pasos de muchos individuos que obtienen las herramientas para desenvolverse en su propia realidad de manera exitosa hacen una sumatoria que, como sociedad, hacen dar grandes pasos. Entonces muchas personas que avanzan juntas de esta manera hacen que la sociedad evolucione de manera poderosa dando pasos agigantados y profundos.

—¿De qué manera en DFC buscan innovar y ayudar a transformar la realidad educativa en Chile?
—Lo que nosotros ofrecemos es un cambio de mentalidad. Los niños y jóvenes que pasan por la experiencia de DFC aprenden a mirar a su entorno con ojos críticamente constructivos y descubren que sus ideas tienen valor para la sociedad en la que viven. Descubren que ellos pueden liderar a la comunidad para generar cambios positivos, tienen poder. Entonces, lo que ocurre con esto es que los jóvenes desarrollan ese espíritu «Yo puedo» que al final es la esperanza de saber que llevan las riendas de sus vidas.

Esto lo logramos a través de nuestra metodología que es una variación sobre el design thinking —metodología de diseño que permite generar cambios de cualquier tipo ante cualquier tipo de desafío—. Nuestra método es simple, por lo que es fácil de adoptar. Siente, Imagina, Haz y Comparte son los pasos que llevan a los niños de la inacción y desesperanza a la acción y la confianza creadora.

Formación de virtudes
—¿Es necesario reforzar la educación de las virtudes en los jóvenes y el desarrollo de habilidades socioemocionales?
—Yo creo que la educación por principio debiera desarrollar las virtudes, habilidades y destrezas socioemocionales, siempre en conjunto con las aptitudes intelectuales y el conocimiento. Sin virtudes, valores y sin herramientas socioemocionales, todo aprendizaje se queda varado en tareas que carecen de sentido y propósito. Ahí es cuando las personas se pierden y usan su aprendizaje solo para ganar dinero o para tener poder, por ejemplo.

La adquisición del conocimiento debería ser utilizada para avanzar como sociedad, independientemente del ámbito en que uno se desarrolla. Se puede aportar desde las leyes, la tecnología, la literatura e incluso la moda.

—¿Qué va a marcar la diferencia entre unos y otros?
—Además, evidentemente, de una buena formación académica, los diferenciarán los valores, su forma de trabajar y de tratar al resto y a sí mismos. Por otra parte, qué pasa si la persona tiene muchas virtudes: honestidad, empatía, pero no sabe nada ni sabe pensar… El aporte sería muy pobre. Las personas tienen que desarrollar la lógica, la creatividad, el pensamiento crítico, analítico, la capacidad de investigar, pero de la mano con la empatía, trabajo en equipo, autocontrol, fortaleza, perseverancia y justicia.

—¿De qué manera logran generar el cambio de actitud en las escuelas?
—El elemento más importante para generar el cambio es transformando la mentalidad. Usando la metodología de Design for Change, los niños y los profesores trabajan desde la perspectiva de la colaboración mutua y aprenden juntos. Los estudiantes desarrollan la empatía que se expresa en la capacidad de tomar en cuenta las perspectivas de los demás y entender de dónde vienen, qué los motiva y respetar a aquellos (aun sin necesariamente estar de acuerdo). Dejan de resolver problemas para el otro a favor de diseñar soluciones con el otro.

Además, los estudiantes logran entender que esto no se trata de buenos sentimientos y nada más. No se trata de escuchar a los demás y sus opiniones para resolver un problema. Para que sus proyectos resulten, ellos deben adquirir conocimiento, estudiar e investigar, ya que el cambio se fundamenta en el conocimiento sumado a las necesidades reales de las personas involucradas.

Este es un aprendizaje no tan lineal, sino más bien un camino de ir y venir hasta que el grupo logra la visión de la mejor solución para el problema que se proponen resolver.

—¿Cómo sueñan en DFC la educación chilena del futuro? ¿Qué cambios proponen?
—Creemos que un cambio fundamental en la educación chilena estará en el desarrollo de nuestra capacidad de escuchar. Los profesores debemos escuchar más a nuestros alumnos, sin anularnos, ya que el profesor, como mentor que debiera ser, tiene un rol fundamental. Los estudiantes también aprenderán a escuchar a los demás, tanto dentro de su círculo directo de trabajo, como más allá.

Esta capacidad de escuchar se traducirá en la posibilidad de entender con profundidad los problemas y desafíos que nos rodean.

¡Cuántas veces nos dedicamos a resolver los problemas sin realmente haber logrado entenderlos bien! ¡Cuántas veces creemos que nuestra visión de la verdad, basada en nuestra experiencia, prejuicios, sentimientos, posturas, es la única que vale!

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