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La importancia de evaluar y evaluarse

La evidencia indica que el factor al interior de la escuela que más incide en el aprendizaje de los alumnos es la calidad del profesor. Por ello, es clave asegurar un buen desempeño de los docentes en el aula y la única manera de hacerlo es evaluando. ¿De qué manera? ¿Qué nos asegura una buena herramienta? ¿Qué cambios hacer al actual sistema? De eso conversamos con cuatro expertos en la materia.

Por: Marcela Paz Muñoz Illanes
La importancia de evaluar y evaluarse

“La evaluación nos permite saber el desempeño de los docentes, conocer sus fortalezas y debilidades, y diseñar estrategias para el mejoramiento continuo”, asegura certera la investigadora del CEP, Sylvia Eyzaguirre.

Es que se trata de la otra cara de la moneda del aprendizaje. “No hay aprendizaje sin evaluación y viceversa. Para todas las personas es fundamental conocer cómo ha sido su desempeño y, particularmente, respecto de la enseñanza, que es un proceso de crecimiento continuo. En ese sentido, la evaluación entrega información válida para conocer las fortalezas y debilidades y desde ahí generar los mecanismos de mejoramiento personales e institucionales”, explica Violeta Arancibia, profesora titular en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad de los Andes, y consultora internacional del Banco Mundial.

Los profesores no pueden quedar exentos de estos procesos, más aún cuando son actores determinantes de los aprendizajes. “Además, porque la velocidad del cambio en el conocimiento es permanente y afecta directamente los procesos de enseñanza”, dice Arancibia.

Según las evidencias del estudio TALIS 2013 (de la OCDE, sobre las prácticas de enseñanza y aprendizaje en los centros educativos), los profesores sienten que la evaluación recibida ha generado cambios positivos en su trabajo. “Seis de diez profesores informaron que esta generó cambios positivos en sus prácticas pedagógicas”.

En estas lides, Chile es un país pionero en evaluación docente ya que tenemos un sistema que funciona desde hace más de 10 años. “Sin embargo, como lo demostró un estudio solicitado a la OCDE, existen dificultades en los instrumentos que se utilizan. De los cuatro (portafolio, autoevaluación, evaluación de pares y directores), solo discrimina el portafolio cuyo objetivo es fundamentalmente evaluar las competencias pedagógicas de los profesores en el aula. Sus resultados muestran que la mayoría de los profesores no son competentes. Este resultado no se revela porque se promedia con los otros y entrega una visión, a mi modo de ver, distorsionada de la calidad de las competencias de nuestros profesores”, señala Violeta Arancibia.

Además, en el ámbito internacional se incorporaron dos elementos que en Chile aún no se contemplan: los resultados de los aprendizajes de los estudiantes (valor agregado) y la evaluación de los propios alumnos que discrimina y entrega información más relevante que lo que se pensaba originalmente.

¿Escoger el instrumento?

Es un hecho que usualmente los docentes se cuestionan sobre la efectividad de los instrumentos disponibles. “Hasta donde he leído, no existe evidencia robusta que permita decidir qué tipo es mejor. En países con sistemas educacionales de alto rendimiento, los directores de establecimiento son quienes evalúan a sus docentes, en algunas naciones —como Singapur— este proceso está determinado por una pauta desarrollada por el nivel central; en otros —como Finlandia— depende de la experiencia del director. Ahora bien, esos lugares comparten una característica: sus docentes suelen ser profesionales de alto rendimiento, pues cuentan con procesos muy selectivos. En Estados Unidos, cuya realidad es similar a la nacional en el sentido que los docentes no pertenecen al 50% de los estudiantes de mejor rendimiento, han empezado a implementar mediciones de valor agregado; es decir, se mide el desempeño del docente en función del desempeño de sus alumnos, y ha resultado ser predictiva”, sostiene Eyzaguirre.

Para Violeta Arancibia, “la evaluación de los profesores tiene que centrarse en las habilidades y conocimientos requeridos para generar buenos aprendizajes en los estudiantes. Entre las habilidades pedagógicas más importantes está el poder manejar un curso con diversidad de alumnos, y buscar la forma apropiada para motivarlos. Y en conocimientos, el profesor debe saber en profundidad cómo aprende un niño en determinados periodos y el conocimiento de la asignatura que enseña donde, al menos, debe demostrar dominio experto de los contenidos curriculares en su área”.

Por ejemplo, la fundación de Bill y Melinda Gates ha estado desarrollando en conjunto con prestigiosos académicos instrumentos de evaluación que predigan efectividad pedagógica. “Después de tres años de investigación, el proyecto ha detectado que el portafolio permite predecir efectividad pedagógica. Éste incluye observación de clases, encuestas a los estudiantes y pruebas de valor agregado. Si bien estas últimas son las más predictivas, la observación de clases (que contiene también la planificación) y las encuestas a estudiantes son las que entregan mayor información para la retroalimentación, ya que permiten al docente mejorar su desempeño. Tal vez lo principal es no perder de vista que la evaluación debe tener como foco el aprendizaje de los estudiantes y, por ende, busca medir aspectos que incidan en el aprendizaje”, explica la investigadora del CEP.

Asimismo, la académica canadiense, profesora del Instituto de Estudios sobre Educación de la Universidad de Ontario y coordinadora del programa de doctorados de Aprendizaje y Liderazgo Docente en esa casa de estudios-, Lyn Sharratt dice que someter a prueba la capacidad de enseñar se relaciona con la idea de entregar lo mejor a las personas a las que se les hacen clases. Así lo explica en su libro “Poniendo rostros a los datos” (Putting Faces on the Data). La experta visitó Chile el año pasado, invitada por la Fundación Educacional Arauco, oportunidad en la que se entrevistó con Revista Educar.

“La evaluación, para mí, no es poner a prueba el trabajo de los profesores sobre la base de un plan anual. Sí tiene como objetivo apoyar el aprendizaje que profesores y líderes realizan juntos. Creo que los docentes necesitan ser apoyados, con una colaboración diferenciada y adecuada para cada uno, y con tiempo para aprender las estrategias de más alto impacto en evaluación y enseñanza, con el fin de ser capaz de enseñar a todos los estudiantes”, dijo Sharratt.

La experta canadiense explica que la evaluación formal realizada por el propio director solo debería tener lugar una vez cada cinco años; a menos que los estudiantes no se encuentren seguros. En una situación de inseguridad, se debiese evaluar antes. “Si se considera un ciclo de esos años, siendo uno de estos para la evaluación, los otros cuatro años deben involucrar un trabajo conjunto de director con profesores para establecer y alcanzar sus propias metas de aprendizaje”.

Comparte esa visión Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar, quien señala que la evaluación de desempeño es una práctica rutinaria de la vida profesional de cualquier empleado, tanto en el sector público como en el privado, y ha sido mundialmente reconocida como un método efectivo para el mejoramiento de las habilidades profesionales. “En este contexto, la evaluación docente se vuelve fundamental para el perfeccionamiento de nuestro sistema educacional y, por ello, no sería positivo que los docentes estuvieran exentos de esta práctica. Por un lado, cumple un rol formativo, que busca mejorar la práctica docente de los profesores y, por otro, busca rendir cuentas, generando los incentivos adecuados para que los maestros mantengan un buen rendimiento, de manera de mejorar el aprendizaje de los estudiantes. En otras palabras, el rol de rendición de cuentas tiene como objetivo reconocer el buen desempeño de los docentes, premiar el esfuerzo de aquellos profesores que lo hacen bien (a través de aumentos salariales o mayores responsabilidades que implican saltos en su carrera profesional), y sancionar o advertir a aquellos que presentan rendimientos bajos o deficientes”.

Esa conexión que se genera entre los directores y su equipo de profesores, juega un papel clave también en el proceso de evaluación. De hecho, asegura la experta canadiense, los directores deben apoyar a los profesores en su crecimiento, estableciendo metas individuales cada año para mejorar su desempeño. “Tenemos que creer que todos los profesores pueden enseñar, si es que cuentan con el tiempo y la ayuda adecuada. Es esencial que los maestros sean formados para saber cómo usar los datos para informar la enseñanza y conocer cuáles son las estrategias de alto impacto para enseñar a todos los estudiantes”.

La excelencia del docente

“Así como es difícil para un profesor saber el grado de conocimiento y habilidades de cada uno de sus alumnos sin evaluarlos, es muy difícil para una escuela conocer las falencias de sus docentes si no los evalúa. Si no se conocen las dificultades de los diferentes profesores, entonces es muy difícil que éstos puedan revertirlas. Para el mejoramiento continuo de la escuela resulta fundamental conocer las carencias de los docentes para así implementar medidas remediales que permitan a los docentes superarlas y desempeñarse de forma más efectiva”, apunta Eyzaguirre.

Lo esencial de un buen profesor, explica la investigadora del CEP, es que logra que sus alumnos aprendan y no el método que utiliza. No existe un único método de enseñanza efectivo, diferentes docentes talentosos tienen formas distintas de enseñar, de ahí la complejidad de evaluar la capacidad de enseñar de un docente. “No hay evidencia respecto de la predictibilidad de las pruebas de conocimiento pedagógico, de ahí la necesidad de ver cómo el docente se desempeña en el aula. Las evaluaciones que implican observaciones de aula consideran factores que están asociados al aprendizaje de los alumnos. Por ejemplo, el portafolio de la Fundación Gates evalúa el ambiente dentro del aula y aquí considera cinco elementos: 1) la capacidad de crear un ambiente de respeto y entendimiento, 2) establecer una cultura de aprendizaje, 3) dirigir los procedimientos dentro del aula, 4) dirigir el comportamiento de los alumnos y 5) organizar el espacio físico. Cómo el docente logre un buen ambiente no es algo que esté sujeto a evaluación, sino si logra cumplir con los puntos aquí mencionados”.

Asimismo, la investigación internacional nos informa que una enseñanza de calidad hace la mayor diferencia en el aumento del rendimiento de todos los estudiantes. Los profesores necesitan tener tiempo durante el día escolar para aprender juntos en colaboración con los líderes. Las escuelas deben evaluar a los estudiantes para conocer la forma en que están aprendiendo; todos los miembros del personal deben establecer objetivos de mejora; y todos los profesores y líderes deben estudiar juntos para conocer las mejores prácticas para enseñar a todos los estudiantes.

Señala Lyn Sharratt que un consejo importante es que líderes y los profesores aprendan formas de evaluación y de prácticas de enseñanza en el aula efectivas, para aumentar el rendimiento de todos los estudiantes. “Aprender juntos y desarrollarse profesionalmente en las estrategias de enseñanza que funcionan para todos los estudiantes debe ser el foco de su aprendizaje, y es un gran componente de una evaluación que efectivamente promueva el crecimiento. Es necesario que haya tiempo en el día escolar para que los profesores y líderes aprendan unos de otros. Un ‘otro conocedor’, coach o asesor de enseñanza, es una necesidad y debe tener tiempo en el día escolar para trabajar junto a los profesores y líderes, de manera de aprender fuertes e importantes prácticas de enseñanza juntos”.

 

  • ¿Qué se debe cambiar del actual sistema de evaluación?
  • Por Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar
  • En el sector público existe una evaluación que se realiza de manera centralizada desde el Ministerio de Educación llamada Evaluación Docente, que comenzó a implementarse el año 2003. Dicha evaluación mide principalmente las competencias pedagógicas y el dominio de la materia que enseñan los profesores, pero al tratarse de una evaluación centralizada, esta prueba no logra valorar el desempeño diario de un profesor en el aula o en un colegio determinado. Además, hoy no tiene mayores consecuencias, por lo que el avance de un profesor en su carrera profesional (remuneraciones y responsabilidades) depende en la actualidad casi exclusivamente de la antigüedad.
  • El proyecto de carrera docente recientemente aprobado en el Congreso buscaba vincular de mejor manera la carrera de un profesor con su desempeño, pero por desgracia este objetivo no se cumplió porque el proyecto no incluye instrumentos o evaluaciones locales que midan realmente el desempeño permanente que tiene cada profesor en la sala de clases y su impacto en el aprendizaje, sino que se mantuvo solo la evaluación centralizada que se remite a sacar una fotografía de los conocimientos disciplinarios y pedagógicos del profesor.

 

Técnicas que permiten evaluar para aprender

  • Utilice los datos para conocer los rostros de cada estudiante, de manera de enseñar a cada uno de ellos.
  • Deje tiempo para aprender unos de otros, a partir de datos e investigación, durante el día escolar.
  • Cada escuela debe tener un “otro conocedor” que trabaje junto a los profesores y líderes.
  • Los líderes más eficaces que aprenden junto a los profesores utilizan un enfoque de Investigación Colaborativa, para el seguimiento de mejores prácticas en el aula.
  • Busque líderes más eficaces ya que ellos saben cómo desarrollar una cultura de aprendizaje en la escuela.
  • Profesores y orientadores deben realizar caminatas y conversaciones de aprendizaje cada día en
    la escuela, observando y fortaleciendo las prácticas de aula que permiten desarrollar el aprendizaje y el pensamiento de los estudiantes.

 

 

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