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TICS & Educación el camino que falta por recorrer

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En pleno siglo XXI, aún las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) no logran insertarse de lleno en el aula. Hasta ahora solamente han ocupado un sitio secundario en la sala de clases y para que de verdad impacten se requieren cambios en las prácticas educativas y en el rol de los docentes, señalan los expertos.


Por Marcela Muñoz Illanes.

Salman Khan en su libro “Un mundo, una escuela. La educación reinventada” (2012) explica cómo logró después de muchos intentos, motivar a sus alumnos, utilizando herramientas tecnológicas. Creó sus propios videos de matemática y se los entregó para que pudiesen “pausarlos y repetirlos sin sentir que están haciéndome perder el tiempo. Si es necesario repasan aquello que debían haber aprendido hace dos semanas, o quizás dos años. Con los videos no se avergüenzan y los ven cuando quieren, y a su propio ritmo”. Este es un claro ejemplo de cómo las TIC utilizadas en forma correcta, favorecen el aprendizaje colaborativo y liberan de tiempo al profesor para que pueda trabajar con aquellos alumnos con más dificultades.

“Qué duda cabe que las TIC son una herramienta indispensable del siglo XXI”, revela el informe de la OECD de 2011. Prueba de ello es que ya existen naciones en que el acceso a la tecnología y la conectividad constituyen un derecho asociado a un bien básico. Sin embargo, su incorporación en la sala de clases no ha sido realmente efectiva y beneficiosa, como se esperaba. “Las tecnologías en educación se han implementado muchas veces como una «importación» en el sistema, como una nueva tarea y desafío que las escuelas, los docentes y los estudiantes son motivados a apropiar. En esa línea ha sido bastante común que no logren modificar las prácticas educativas tradicionales o incluso peor, que con las tecnologías esas prácticas se consoliden y se hagan más rígidas”, asegura Paz Portales, coordinadora del Programa Regional de Educación de la Unesco y de la reciente publicación “Enfoques Estratégicos sobre las TIC en Educación en América Latina y el Caribe”.

Lo que sucede es que han terminado por ocupar un lugar marginal en las prácticas educativas, las cuales tampoco han sido modificadas. Según Olga Alarcón, gerente de Inversión Social de Fundación Telefónica, las TIC “son parte de la estrategia, son un medio y no un fin. Por ello debe existir una estrecha conexión entre la tecnología y la calidad educativa”.

Se necesita una revolución en los modos de evaluar y lograr que se centren en las habilidades que requiere el siglo XXI. “No esperamos que este cambio sea de un día para otro, ya que es difícil en cualquier contexto y más aún en la escuela donde el tiempo es lo que escasea. Si bien no se ha avanzado al ritmo que quisiéramos, hemos progresado mucho”, confiesa la directora del Centro de Educación y Tecnología (Enlaces) del Ministerio de Educación, Cristina Escobar.

¿Cómo insertarlas en el aula?

Según Paz Portales se requiere de un paradigma distinto “en que el centro del aprendizaje sean los alumnos, y que se apoye de una manera innovadora el desarrollo de nuevas experiencias educativas, más flexibles y personalizadas, con más uso de datos y evidencia, más oportunidades y tiempos”. Y ojo, porque “para este nuevo paradigma, el uso de tecnologías va a ser indispensable. No como un fin en sí mismas, sino como un instrumento fundamental para promover, dar soporte y sostener los cambios”.

Cristina Escobar asegura que es clave que el profesor no solo entregue conocimientos, sino que “transmita valores como la tolerancia, enseñe formas de enfrentarse a problemas o cómo realizar trabajos colaborativos, presenciales y virtuales. Debe ser un facilitador de aprendizaje e ir enseñando nuevas rutas para que el estudiante se apropie de manera autónoma de los conocimientos”.

De acuerdo a la publicación de la Unesco existen al menos seis prácticas educativas importantes para lograr el cambio. Se trata de la personalización de la enseñanza, mayor tiempo y espacio para el aprendizaje, nuevas experiencias educativas, construcción colaborativa de conocimiento y el uso de datos y evidencia para conducir el proceso educativo. “Para cada una de esas prácticas las tecnologías digitales pueden aportar herramientas y contenidos poderosos, incluso, algunas de ellas no se podrán implementar sin su uso. Pero que quede claro, no son las tecnologías las que hacen la diferencia, es el cambio de paradigmas y prácticas el que da sentido al uso necesario de tecnologías”, enfatiza Paz Portales.

¿Y los docentes?

Aquí hay que considerar también una revolución importante. “Seguir suponiendo que lo que se requiere es que los docentes tengan tanto dominio de las tecnologías digitales que puedan enseñarlas a los estudiantes, es un error grave”, asegura Paz Portales.

Es muy probable que los alumnos, por sus propios intereses y gustos, sean siempre más expertos que los docentes en esta materia. “Lo que tenemos que hacer es mostrar que el papel del profesor, como guía y mentor, va a ser siempre fundamental para que ese conocimiento sea canalizado y aprovechado educativamente. El desarrollo de competencias como el pensamiento crítico, la colaboración y la comunicación, va a ser probablemente una tarea fundamental para los docentes”, señala la coordinadora de la Unesco.

Son los educadores quienes determinan el 30% en el logro de aprendizaje, que es el factor más alto después de la aptitud intrínseca de los alumnos. Es por ello que para Olga Alarcón, “la nueva cultura digital en el área de la educación gira en torno a la buena gestión y el liderazgo directivo que debe existir. La clave es tener en cuenta que la tecnología en sí no aporta ni aportará nada a la calidad educativa, pero sí lo hará un buen diseño pedagógico de utilización de TIC en un proceso formativo”.

¿Y los alumnos?

Hay literatura mixta al respecto. Paz Portales señala que, por una parte, existe una tendencia importante en señalar “las características distintivas de los ‘nativos digitales’, como una generación que tendría diferencias importantes en cuanto a su manejo de tecnologías, multitarea, percepciones diferentes del tiempo, prácticas nuevas de colaboración e interacción”.

Sin embargo, la experta explica que “existen quienes han cuestionado que esas diferencias sean tan profundas. En cualquier caso, es evidente que los estudiantes de hoy, especialmente en secundaria, tienen una expectativa de la educación que los sistemas educativos, en particular en América Latina, no están ofreciendo, y que la propia sociedad ha tomado conciencia de que la demanda por una educación mejor y más pertinente es urgente y necesaria. En ese cambio paradigmático, que los sistemas educativos deben hacer, las tecnologías van a tener un lugar importante”.

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