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Regístrate y accede a la revistaUn 67% de los profesores en Chile presenta problemas de salud mental, según el Índice Nacional de Bienestar Docente, elaborado por el Laboratorio de Investigación e Innovación Docente de la Universidad San Sebastián (LIID-USS), el Centro de Innovación en Liderazgo Educativo (CILED) de la Universidad del Desarrollo, el Instituto de Bienestar Socioemocional (IBEM), junto a Elige Educar y la Fundación Santillana.
El estudio, aplicado a 1.327 docentes de todo el país, revela que el 30% califica sus problemas como “leves”, el 19% como “moderados”, el 12% como “moderadamente severos” y el 7% como “severos”. Además, más de la mitad (51,6%) señaló que el bajo ánimo les dificultó “un poco” realizar su trabajo o relacionarse con otros, mientras que uno de cada cuatro (22,9%) indicó que fue “muy” o “extremadamente” difícil.
Compromiso y desgaste
A pesar del malestar emocional, el estudio destaca el alto compromiso de los docentes con sus estudiantes, con un promedio de 4,44 puntos en una escala de 1 a 5, aunque el vínculo con los colegas es más débil (4,01). Para Paulina Guzmán, directora del LIID-USS, “la falta de equilibrio entre compromiso y salud mental erosiona progresivamente la vocación. Factores como el deterioro emocional van debilitando el vínculo con la profesión. Este fenómeno explica que cerca del 20% de los docentes abandone la docencia antes de cumplir cinco años de ejercicio”.
La investigación también muestra cómo este desgaste impacta en la convivencia escolar, el clima emocional y la calidad de las prácticas pedagógicas. En este sentido, los autores subrayan que el bienestar docente es una condición estructural para garantizar aprendizajes significativos.
Violencia e inseguridad
Aunque un 76% de los docentes declara sentirse seguro en su establecimiento, cuatro de cada diez reconocen haber sido agredidos verbal o físicamente por un estudiante. De ellos, el 25% dice que ocurrió “dos o tres veces en todo el período”, el 8% “al menos una vez al mes” y el 5,4% “al menos una vez a la semana”.
Aun así, el 57% considera que la convivencia escolar es “buena” o “muy buena”. Para Jorge Varela, investigador del IBEM-UDD, el problema va más allá de la seguridad: “Después de la pandemia no hemos logrado hacernos cargo de mejorar las relaciones dentro de los colegios ni de apoyar a las comunidades escolares a entender cómo el bienestar de los estudiantes también predice la relación con sus profesores y profesoras”.
Falta de apoyo directivo
El liderazgo institucional aparece como otro punto crítico. Solo uno de cada cinco docentes considera que recibe apoyo suficiente de su equipo directivo, y más del 80% percibe que faltan espacios de contención emocional y comunicación efectiva con la dirección escolar.
Más del 40% de los profesores no ha sido observado ni retroalimentado por su director, y casi un 30% nunca recibió apoyo para resolver problemas de disciplina. Para Soledad Ortúzar, directora ejecutiva del CILED-UDD, “muchos directores saben lo que deben hacer para apoyar a sus docentes —observar clases, retroalimentar, acompañar su desarrollo profesional—, pero simplemente no tienen tiempo. La carga administrativa los ahoga, impidiéndoles ejercer el liderazgo pedagógico que realmente impacta en la sala de clases”.
Cuidar a los docentes es cuidar la educación
El Índice, que analiza el bienestar desde cuatro dimensiones —psicológica, emocional, contextual y profesional—, concluye que el bienestar docente es un componente estructural de la calidad educativa. Aunque el compromiso emocional y cognitivo alcanza niveles elevados, más de la mitad del profesorado presenta síntomas de agotamiento, lo que refleja un equilibrio frágil entre vocación y salud mental.
Para Consuelo del Canto, directora de Investigación e Incidencia de Elige Educar, promover el bienestar “no puede limitarse a iniciativas individuales. Requiere políticas integrales y sostenidas que involucren al gobierno, sostenedores, equipos directivos, docentes, asistentes de la educación, familias y estudiantes”.
En definitiva, los investigadores coinciden en que cuidar a los profesores es cuidar la educación. Acompañar su desarrollo emocional, mejorar las condiciones laborales y fortalecer los liderazgos pedagógicos son pasos esenciales para que puedan seguir enseñando con sentido y vocación.
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