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Pequeños ajustes, grandes cambios

Después de meses de lidiar con un estudiante particularmente desafiante, la directora de un colegio en Estados Unidos, Olympia Della Flora, pudo averiguar, a través de pequeños cambios en el entorno del aula, qué estaba pasando dentro de su cabeza y ayudarlo a salir adelante. De esta experiencia surgió su charla TED “Creative ways to get kids to thrive in school” (Formas creativas para lograr que los niños prosperen en la escuela), la que desde su estreno en 2019 ya lleva más de un millón y medio de visitas.

Por: Ximena Greene
Pequeños ajustes, grandes cambios

“Para que los niños pequeños prosperen en la escuela, debemos hacer más que enseñarles a leer y escribir: debemos enseñarles a manejar sus emociones”, dice la educadora estadounidense Olympia Della Flora. En su charla TED “Creative ways to get kids to thrive in school”, comparte una serie de técnicas creativas que usó para ayudar a un estudiante con dificultades y a toda su comunidad escolar.

En ella narra la historia de “D”, un alumno de seis años de una escuela primaria en Columbus, Ohio, que un día comenzó a comportarse de manera muy disruptiva y a hacer cosas como golpear las mesas, tirar escritorios y sillas, gritarles a sus profesores, entrar y salir del aula e incluso salir corriendo de su escuela. “No había cómo controlarlo. Nadie en la escuela sabía cómo ayudar a D”, recuerda Della Flora, quien era la directora del recinto.

Después de intentar todos los métodos convencionales, los castigos y las suspensiones, Della Flora se dio cuenta de que nada de lo estaba haciendo le estaba dando resultados. “La única opción real que nos quedaba por hacer era echarlo, Y sabía que eso no le ayudaría.”, explica en su charla.

En este escenario Della Flora profundizó un poco más y logró descubrir qué era lo que enojaba tanto a “D”. Así se enteró de que su padre había abandonado el hogar y su mamá trabajaba largos turnos para mantener a la familia, lo que dejó a D sin ningún adulto con el que conectar. Con esto en mente, la directora y su equipo idearon un plan para ayudarlo a lidiar con su emociones, mientras le enseñaban habilidades básicas de lectura y matemáticas.

Para ello idearon tres grandes acciones. La primera fue crear un área de calma para él, alejada de la sala de clases. Ahí instalaron mecedoras, cojines y libros, y permitieron que “D” fuera a este lugar por las mañanas, lejos de los otros niños, dándole tiempo para “ingresar” al ambiente escolar en sus propios términos.

A continuación de ello, lo nombraron ayudante en la sala de los niños más pequeños. Ahí “D”, se sentaba junto a otros alumnos y los ayudaba a hacer sus trabajos, mostrándole rápidamente a sus profesores que respondía positivamente cuando le asignaban una responsabilidad.

“Por último, usamos el humor y la risa para descolocarlo, lo que acortó el tiempo de sus arrebatos y nos ayudó a conectar con él en su mundo”, cuenta Della Flora.

Camino al éxito

Y aunque a veces la directora de la escuela recuerda haberse sentido cuestionada por sus pares por la cantidad de tiempo que le dedicó a un solo alumno, enfatiza en que en el proceso descubrió que las herramientas y tácticas que utilizó para ayudar a “D”, se hicieron extensivas a otros estudiantes, lo que les permitió abordar proactivamente algunos comportamientos, en lugar de simplemente reaccionar a ellos.

Estos cambios animaron a los niños a permanecer en el aula, ayudándoles a concentrarse y aprender. “Tomando en serio el desarrollo emocional de nuestros niños y ayudándoles a manejar sus emociones, vimos un gran crecimiento en nuestros resultados de lectura y matemáticas, superando con creces a muchas otras escuelas públicas como la nuestra”, explica Della Flora.

Como parte de su plan de desarrollo profesional, los docentes de la escuela estudiaron la teoría del doctor Bruce Perry, un psiquiatra e investigador estadounidense que se ha dedicado a estudiar sobre los efectos de algunas experiencias infantiles en el cerebro de los niños. “A través de él aprendimos que algunas de las experiencias de nuestros estudiantes, como un padre ausente, una vida casera caótica, pobreza y enfermedad, crean un trauma real en el desarrollo de los cerebros.  Y esas difíciles experiencias en casa crean barreras para el aprendizaje, para lo que debimos prepararnos y encontrar maneras de superarlas”, señala la docente.

Al enfocarse en esta filosofía, Della Flora pudo liderar con éxito los esfuerzos para sacar a su escuela primaria en Ohio y sacar adelante a “D”, quien hoy es un líder natural en su escuela, mejorando el clima escolar y haciéndolo un lugar feliz y seguro no solo para los niños, sino también para los adultos que trabajan ahí.

Revisa la charla completa aquí.

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