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«La tentación más grande que tienen los profesores es conformarse con la mediocridad»

Carmen Pellicer, educadora española y presidenta de la Fundación Trilema

Por: M. Cordano, Educación - El Mercurio
«La tentación más grande que tienen los profesores es conformarse con la mediocridad»

La especialista cree que un líder escolar efectivo es aquel que entiende que se debe motivar y aspirar a una «sana ambición de excelencia» de forma constante. 

 

Mientras grababa lo que más tarde se convertiría en el largometraje «Profes, la buena educación», la educadora española Carmen Pellicer fue testigo de realidades muy distintas. «Viajamos hasta Cambridge (Reino Unido) a conocer la ciudad donde está el mejor programa de innovación educativa en el mundo; uno muy moderno. Pero también estuvimos en África, en la frontera de Gabón con Guinea Ecuatorial, donde se enseña en lugares donde no hay electricidad».

Verse expuesta a situaciones tan disímiles le sirvió para llegar a una conclusión: sin importar las condiciones en las que ejercen, los buenos líderes educativos -aquellos que logran sacar adelante la escuela que dirigen, motivando a niños y profesores en el camino- comparten una serie de características. «Al final, los buenos líderes son buenos líderes en cualquier lugar del mundo. Ese es el mensaje de la película», comenta Pellicer, quien esta semana visitó Chile para participar en el seminario «Claves para la Educación del Futuro – Fortaleciendo el trabajo colaborativo en red».

El encuentro fue organizado por la Fundación Arturo Irarrázaval Correa y contó con el apoyo de Grupo Educar.

Durante su paso por el país, Pellicer explicó que «para dirigir una escuela se necesita una visión clara de dónde se quiere que esté el establecimiento en el futuro. Un líder efectivo sabe que una visión no es un sueño. Una visión es que ese sueño, esa imagen ideal, se pueda transformar en itinerarios posibles».

Para eso -continúa- «se tiene que conocer muy bien a los profesores con los que se trabaja, se debe poder diagnosticar cuál es su umbral de cambio, que es distinto en cada uno de ellos. No todos pueden cambiar de la misma manera ni a la misma velocidad, lo que supone poder diseñar un plan de acompañamiento muy personalizado de mejora profesional», plantea la especialista, quien preside la Fundación Trilema, institución española dedicada a la capacitación de directores alrededor del mundo».

 

-¿Qué tan común es encontrarse con el líder al que hace referencia?

«No es fácil de hallar. Pero ante la duda de si el líder nace o se hace, me inclino a pensar que se puede aprender casi todo; liderar equipos es algo que se entrena. La parte que no se puede enseñar es la calidad humana, la pasión, el conmoverse ante la mirada de un niño. El resto, sí. El problema es que muchas veces hacen falta programas de formación; de entrenamiento de líderes educativos».

 

-Una cosa es el rol que juega el líder, pero otro igual de necesario es el papel de las personas alrededor de este. Los profesores, por ejemplo…

«Claro. Yo creo que cada profesor finalmente es líder de su aula, donde el desafío es poder convertir al grupo que se tiene a cargo en un equipo. Al final del día, lo más importante de una escuela son sus maestros. Por eso yo defiendo encarecidamente que todo director debe ser docente: tiene que haber pasado por la sala de clases y debe continuar dando clases al menos por unas horas. Creo que uno de los elementos que hacen que el director se gane el respeto de sus profesores es que él mismo intente ser el mejor docente posible».

 

-¿Cuáles son algunos errores que se cometen en esta búsqueda?

«Quizás la tentación más grande que tienen hoy los maestros es conformarse con la mediocridad. Porque cuando uno trabaja en un entorno muy difícil se enfrenta a injusticias, fracasos. Normalmente el profesor no tiene otra opción que ponerse a trabajar y sacar adelante a esos niños. El problema es que cuando se llega a cierto nivel aceptable, los profesores pueden instalarse en una zona de confort. Es una gran tentación pensar que ya se hacen las cosas suficientemente bien. Se debe poder mantener viva esa sana ambición de excelencia».

 

Fuente: El Mercurio

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