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Enfocarse en la educación parvularia es la clave para reducir la desigualdad

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En el último año, el Gobierno ha buscado aumentar la cobertura inaugurando nuevas salas cuna y jardines infantiles. Aunque la idea de llegar a más niños se celebra, lograr una educación de calidad necesita educadores mejor preparados. 

Por Margherita Cordano F.
El Mercurio 

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En mayo de este año se cumple el primer aniversario desde que se aprobó la ley que permitió crear la Subsecretaría de Educación Parvularia. En la práctica, la entidad es la encargada de diseñar, coordinar y gestionar las políticas públicas y programas educativos para el ciclo que va de los cero a seis años.

Su puesta en marcha fue una de las medidas que se tomaron bajo el contexto de la reforma educacional, y entre sus objetivos está entregar mayor relevancia a una etapa que ha sido definida como crucial en el aprendizaje: se sabe que en los primeros años de vida se produce el mayor número de conexiones neuronales y que es aquí cuando los niños comienzan a asimilar conceptos básicos de la democracia, como expresar deseos y tomar una decisión.

Por ahora, la subsecretaría se aboca al diseño de una política de fortalecimiento, por lo que se hace difícil ver resultados concretos en el corto plazo. Recién para 2019 se espera que más de 3 mil 500 jardines infantiles cuenten con una nueva autorización municipal para funcionar, por ejemplo.

«Hoy día las salas cuna y jardines infantiles no están obligadas a cumplir con requisitos mínimos para poder funcionar, sino que más bien existen diversas entidades que otorgan distintos tipos de certificaciones, con exigencias y propósitos diferentes», explica María Isabel Díaz, actual subsecretaria de Educación Parvularia. Bajo esta lógica, en Chile es posible abrir un jardín infantil si se cuenta con una patente municipal, además de un permiso sanitario.

Otras tareas pendientes son aumentar la relación entre adultos y niños -a fines de 2014 se calculaba que había un educador por cada 22 alumnos en educación inicial, cifra superior a los 14 educadores que promediaban los países de la OCDE- y mejorar la cobertura. A principios de 2015, se estimaba que en los últimos diez años, la cobertura en educación parvularia había avanzado del 27% al 44%. Nuevamente nos quedamos atrás en comparación con los países de la OCDE, que llegan al 70% promedio.

«En 2015 se pusieron en funcionamiento 412 proyectos como parte de la meta de aumento de cobertura. Lo anterior corresponde a 500 salas cuna y 180 niveles medios, lo que a su vez representa 14.223 nuevos cupos a nivel nacional. Para la segunda etapa, correspondiente al período 2015-2016, se proyecta la creación de cerca de 35 mil nuevos cupos para niños de entre cero y cuatro años», comenta Díaz.

Libertad de explorar

Los nuevos establecimientos son buena noticia siempre que se garantice que los profesores a cargo sabrán entregar educación de calidad y existan familias dispuestas a llevar ahí a sus niños, creen los especialistas. «Aún falta sensibilizar más acerca de lo importante de la primera infancia en el desarrollo de habilidades para la vida. Tenemos que avanzar en considerar a los jardines infantiles y salas cuna como centros de aprendizaje, dejando atrás el concepto de guardería», cree Oriele Rossel, directora ejecutiva de la Fundación Integra.

Con ella concuerda Wolfgang Tietze, académico de la Universidad Libre de Berlín y autor de una serie de libros centrados en la importancia de la educación en primera infancia: entre otras cosas, en ellos plantea que una buena educación inicial permite bajar en un 5% la deserción escolar futura y que un buen jardín infantil puede marcar una diferencia de hasta un año en el desarrollo posterior de un niño. Esto especialmente en contextos vulnerables, donde el capital cultural de las familias tiende a ser bajo.

«Hace algunas décadas no era raro que los más chicos se quedaran en casa en compañía de su madre. Pero las familias actuales pasan por una etapa de transición; muchas mujeres entraron al mercado laboral y están teniendo menos hijos. Por lo mismo, un niño de cuatro años que sale a la calle ya no se va a encontrar con un montón de niños o hermanos con quienes compartir, lo que en cierta forma limita sus experiencias», explicó el especialista durante su visita a Chile, donde participó como expositor en el seminario «Los primeros pasos del aprendizaje», que organizó Grupo Educar.

Para compensar esta falta están las salas cuna y jardines infantiles, plantea Tietze. En compañía de otros y con un adulto responsable, es más fácil moldear nociones como el respeto y la importancia de compartir, dice. «Una característica de un buen jardín infantil es que dan al niño la posibilidad de aprender en base a experiencias. Es decir, entregan la libertad para explorar, haciendo que los juguetes estén a la altura de su cuerpo y sin estar solo centrados en enseñar a leer o a contar antes que el resto».

Un buen establecimiento -continúa- es aquel en que se privilegia el desarrollo motor y lingüístico a través del juego, donde la seguridad no es solo contar con rejas de protección, sino propiciar medidas de higiene, como lavarse las manos, y donde los profesores «individualizan las distintas interacciones con los niños de acuerdo con las necesidades de cada uno. Se comunican con ellos incluso si todavía no hablan, porque entienden que los niños de todas formas entienden».

Según datos recopilados por Elige Educar en noviembre de 2015, en Chile existen 23 mil educadores de párvulos que trabajan en el sistema que recibe aportes del Estado. Del total de establecimientos que imparten la carrera, solo 76% se encuentran acreditados.

Desde la Subsecretaría de Educación Parvularia reconocen que entre los temas pendientes del país está «fortalecer la formación de los estudiantes de Educación Parvularia y técnicos en Educación Parvularia».

En la Junji la mirada es de esperanza. «Una gran noticia al respecto es que la Universidad de Chile, que fundó la carrera de Educación de Párvulos en los años 60 y de donde surgieron grandes educadoras de párvulo chilenas, haya reabierto recientemente. Así también, la Presidenta Bachelet solicitó volver a abrir la carrera en la Universidad Austral hace unas semanas», comenta la vicepresidenta ejecutiva de la entidad, Desirée López de Maturana. «Con este nuevo impulso a la educación inicial, tanto las casas de estudios como los jóvenes están valorando más esta carrera y viendo lo necesaria que es para el desarrollo de la infancia y nuestro país».

El aumento de cobertura «abre un mundo de oportunidades para desarrollarse en el ámbito de la Educación Parvularia. Se requieren más educadoras y técnicos comprometidos con su rol de agente de cambio social», concluye Oriele Rossel.

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