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Oct 2024 - Edición 287

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¿Cómo incrementar la riqueza léxica de los jóvenes?

“Cuanta más riqueza léxica tengamos, podremos entender mejor la información que leemos y expresar nuestras ideas de manera apropiada”.

Por: Patricia Olga Caratozzolo Martelliti del Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey
¿Cómo incrementar la riqueza léxica de los jóvenes?

Chido, equis, padre, cañón (y otras palabras que no repetiré) son expresiones utilizadas comúnmente en el lenguaje coloquial de los jóvenes mexicanos. Los profesores entendemos la necesidad que tienen nuestros alumnos de comunicarse a través de códigos para afianzar las relaciones interpersonales, pero también nos preguntamos, ¿qué podemos hacer al respecto? Cuando descubrimos que los jóvenes, casi profesionistas, no pueden evitar trasladar esas mismas expresiones al ámbito profesional; aunque platican muy a gusto con sus amigos, los percibimos nerviosos e inseguros cuando tienen que defender sus ideas ante una audiencia más grande, con los profesores o con sus mismos colegas de trabajo.

¿Existe una relación entre esos síntomas y el hecho de tener una limitada capacidad de comprensión de textos complejos? ¿Cómo se relacionan sus dificultades de expresión oral con la generación de reportes o escritos propios que son inconexos y de muy baja calidad lingüística?

“Algunas actividades que ayudan a incrementar el vocabulario de los estudiantes son los debates, concursos de videos cortos, improvisación teatral, lectura de textos en voz alta, apreciación musical, así como también realizar paralelamente una evaluación de cada una de estas estrategias para monitorear los resultados”.

– Patricia Carattozolo –

A partir de estas inquietudes es que surgió el proyecto “Diseño de estrategias didácticas para potenciar la riqueza léxica de los jóvenes”. Trabajamos sobre la idea de que el lenguaje, además de ser un medio de comunicación, es la herramienta más importante para pensar y que cuanta más riqueza léxica tenemos, podremos entender mucho mejor la información que leemos y expresar nuestras propias ideas. Por otra parte, un vocabulario más extenso mejora la capacidad de analizar y comprender conceptos abstractos. [1] [2] [3].

Nuestra hipótesis al plantearnos la posibilidad de desarrollar este proyecto NOVUS de investigación fue que a mayor cantidad de vocabulario, correspondía una mejor capacidad de razonamiento y argumentación. Y fue por ello que pensamos que los problemas planteados en el primer párrafo son en realidad síntomas de un problema central que podíamos expresar sencillamente así: El vocabulario de los jóvenes se va reduciendo en su vida universitaria, posiblemente a menos de 800 palabras.

Este problema fue planteado por primera vez por la profesora inglesa Jean Gross, especialista en lenguaje y comunicación de los jóvenes, cuando en 2010 concedió una entrevista al periódico The Telegraph y activó todas las alarmas gubernamentales explicando que los jóvenes no podrían conseguir buenos trabajos debido a su reducido lenguaje [4]. Sus estudios sobre lenguaje pueden leerse en su libro Time to Talk, de 2017.

Nuestro proyecto consistió en tres etapas: en la primera etapa tratamos de descubrir los factores que causaban la reducción del vocabulario en los jóvenes. A continuación, presento un resumen:

  1. Practican continuamente actividades pasivas de tipo visual que contienen textos cortos, sencillos y pre-digeridos que provocan que no puedan concentrarse en otras actividades que requieren esfuerzos cognitivos como la lectura de textos largos.

  2. Se relacionan con sus amigos a través de las redes sociales virtuales (no en persona), por lo tanto, prácticamente no escriben ningún texto en el día a día.

  3. Tienen contacto diario con lo que denominaremos escritura simplificada (Instagram, Facebook, Twitter, Snapchat, WhatsApp) que profundiza la brecha con las estructuras verbales más complicadas como las de una conversación “en persona”, o la lectura de una novela o la escritura de un texto complejo.

A partir de las primeras mediciones y de la consulta de experiencias análogas en otras partes del mundo, pasamos a la etapa dos que consistió en la incorporación de actividades, dentro y fuera del salón de clase, con el objetivo general de afianzar la riqueza léxica a través de las siguientes acciones:

  • Fomentar la lectura de textos cortos en clase

  • Diseñar actividades específicas de lectoescritura indirecta: concursos de video corto, concursos de fotografía y dibujo, lectura en voz alta, improvisación teatral, apreciación musical

  • Crear un espacio de debate presencial fuera del salón de clase

  • Crear una comunidad virtual para realizar debates en línea

  • Aplicar pruebas para la medición del acervo léxico

  • Crear una “biblioteca itinerante” en tabletas electrónicas en préstamo de la biblioteca del campus

Paralelamente evaluamos el impacto cualitativo de cada estrategia en forma semanal con el fin de realizar los cambios pertinentes en caso de detectar un fracaso en la aplicación, ya sea por la poca participación de los estudiantes o por obtener resultados de difícil interpretación. Esta flexibilidad y rapidez de respuesta permitió mejorar las actividades y llevar una bitácora muy completa con la identificación de prácticas exitosas, prácticas inconsecuentes y prácticas fallidas. A partir de esta bitácora, se creó finalmente un repositorio con el catálogo de actividades –herramientas cognitivas– diseñadas con los objetivos de aprendizaje específicos y sugerencias de aplicación –herramientas metacognitivas– para grupos de edades entre 18 y 23 años. 

Durante la tercera etapa se extendió el uso de estas herramientas específicas a otros cursos, invitando a profesores de diferentes áreas a conocer el proyecto y adoptar alguna actividad con sus propios estudiantes.

Al tratarse de un proyecto que involucra varias de las competencias transversales, como pensamiento crítico, curiosidad intelectual, pasión y comunicación oral, fuimos capaces de influir de cierta forma en la formación integral de los jóvenes al mejorar no sólo sus competencias de expresión oral y escrita en el ámbito personal y social, sino también en el profesional. 

Actualmente trabajamos en un Laboratorio Transversal de Pensamiento Crítico, ofreciendo a los profesores de ingeniería una comunidad de práctica que les brinde apoyo para la implementación de actividades diseñadas especialmente para sus materias con las que fortalezcan las competencias orales y escritas de sus estudiantes.

Invitamos a los profesores y empleadores del área de ingeniería a descargar la publicación “Strengthening critical thinking in engineering students” para profundizar sobre la metodología de investigación y los resultados que estamos obteniendo para el fortalecimiento de las competencias transversales en ingeniería. También los invitamos a contactarnos en caso de dudas o sugerencias y para conocer más de nuestras últimas presentaciones en conferencias internacionales en Dubai, Estados Unidos y Europa.

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