Tanto para estudiantes, como para docentes y apoderados, la vuelta a clases presenciales viene cargada de desafíos. Tras dos años en que la convivencia escolar se ha visto reducida a un mosaico de compañeros a través de una pantalla y los principales contactos han sido solo con compañeros amigos, el acoso escolar ha tomado nuevos tintes. 

Bernardita Sánchez, Coordinadora de programa de Fundación Volando en V

Conversamos con la psicóloga Bernardita Sánchez, Coordinadora de programa de Fundación Volando en V, que busca fortalecer las dinámicas de convivencia escolar, previniendo situaciones de maltrato y empoderando a los estudiantes.

– ¿Qué cambios han percibido en el bullying a raíz de la pandemia?

-Lo más preocupante ha sido el ciberacoso. No porque los estudiantes hayan dejado de tener contacto físico durante el confinamiento significa que la convivencia escolar se haya acabado. Sin embargo, esta mutó al no haber espacios de interacción libre. Nuestros instrumentos de medición de la pandemia demostraron que los estudiantes se sintieron solos. Sintieron no tener contacto con los compañeros y, lo más difícil, no hubo problematización, es decir, tener conflictos y buscar la manera de solucionarlo con sus compañeros y tener instancias de crecimiento.

Agrega Bernardita que “por otra parte, el tipo de violencia y maltrato escolar que ha aumentado no es solamente el verbal, sicológico y social. Nos hemos encontrado con establecimientos que en su segunda semana de año escolar 2022 han tenido que levantar una gran cantidad de protocolos debido a altos niveles de violencia física. Esto porque hay estudiantes que llegan a enfrentar un tercer año pandémico desregulados, con baja tolerancia a la frustración y más ansiosos de volver a convivir». 

– ¿Cómo sumar a los niños a combatir el bullying? 

«Hay diferentes maneras:

• Aumentar los canales de comunicación en casa. Los apoderados, que ya no tienen la posibilidad de escuchar lo que pasa en la clase virtual, deben tener las herramientas para involucrarse en lo que está viviendo el niño y con quiénes se está relacionando en el establecimiento. 
• Trabajar desde lo preventivo: para que un niño se sume a combatir el bullying es muy importante tomar conciencia y trabajar la empatía, la visibilización del otro y terminar con la desconexión moral que se produce en la convivencia digital. Que se entienda que quien está detrás de la pantalla es una persona con sentimientos que tiene las mismas necesidades, derechos y quizás intereses que uno.
• Trabajar en habilidades de resolución de conflictos: que el estudiante sienta que tiene herramientas concretas de trabajo para abordar el maltrato escolar. De esta manera sabrá que hay distintas maneras de involucrarse a las situaciones de maltrato. Cuando son espectadores, para poder movilizarlo hacia la parte del defensor, tiene que contar con las habilidades y posibilidades de enfrentarlo. Un estudiante podría decir «por qué me voy a involucrar si eso me va a rebotar directamente». En Volando en V trabajamos con las tres D: directa, distrae y delega. Directa es acercarse a la situación y enfrentarla de manera asertiva. Decir «esto no puede seguir». El delegar es la posibilidad de acudir a un adulto, ya que muchas veces involucrarse en la situación de maltrato y acceder directamente del agresor no es la vía, porque hay situaciones que son riesgosas para la víctima. Distraer se refiere a que muchas veces la víctima necesita apoyo y que alguien le invite a imaginarse el colegio como un espacio bien tratante y de esparcimiento. Eso pasa porque el estudiante pueda saber que cuenta con otros compañeros que si lo acompañan y juegan con él. 

– ¿Qué estrategias puede aplicar un docente en su sala de clases para empoderar a los alumnos?

-Es relevante decir que, para los docentes, hoy en día, no está fácil abordar el bullying. A veces se buscan soluciones perfectas y se tienen altos estándares de involucramiento. Eso hace que el docente perciba una sobrecarga enorme y a veces se sienta paralizado. Lo primero es poder brindar espacios de encuentro con sus estudiantes para conocer en qué están. No solo involucrarse con el más vistoso o el que genera más trabajo, sino que en la dinámica completa. Esto permite que el docente se posicione desde donde realmente está, que es esta dinámica de grupo. La primera estrategia debe ser el involucramiento y promover la tolerancia cero respecto de las agresiones, ya que los estudiantes necesitan límites y si a un docente le hace gracia o hacer caso omiso, el estudiante puede pensar que «el profe lo aprueba. Si no hizo nada cuando le dije un sobrenombre ofensivo a mi compañero, quiere decir que no importa». El docente es el primer marcador de pauta. Es un rol difícil y requiere tiempo, pero es el arma más importante». 

-¿Qué hacer cuando los protocolos no son suficientes?

-Por parte de los apoderados, siempre está la instancia de revisión por parte de la superintendencia. Cuando no hay visibilización del problema, es crucial el diálogo con el establecimiento y trabajar de manera coordinada. Las situaciones de acoso escolar siempre tienen más de una parte y para que se resuelvan, hay que trabajar con todas ellas: la familia del agresor, la familia de la víctima, el curso, los otros apoderados. Las dinámicas fuera del colegio pueden ayudar. Y por último, es clave también brindar apoyo psicosocial a la víctima y al agresor, más allá de los protocolos.