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Regístrate y accede a la revistaEn un mundo laboral en constante transformación, donde la automatización y la inteligencia artificial redefinen el futuro del trabajo, las llamadas “habilidades blandas” —como el trabajo en equipo, la responsabilidad, la autoestima o la comunicación— se vuelven cada vez más esenciales. Así lo demuestra la experiencia de diversos liceos técnico-profesionales que han logrado desarrollar innovadoras prácticas para fortalecer el desarrollo socioemocional de sus estudiantes.
En una nueva edición del podcast Educar Conectados de Grupo Educar, Viviana Hoffman, directora ejecutiva de Valoras UC, abordó esta temática desde la experiencia concreta recogida en un estudio sobre buenas prácticas desarrollado junto al CILED de la Universidad del Desarrollo. “Nos dimos cuenta de que muchos liceos TP han ido instalando, con o sin querer, formas de trabajo que promueven el desarrollo de habilidades del siglo XXI”, señala Hoffman.
Uno de los casos que destaca es el de un liceo que, frente al estigma de que la especialidad de gastronomía era solo para mujeres, organizó una muestra abierta a toda la comunidad. Lo que partió como una idea entre docentes, terminó por involucrar a los estudiantes como líderes, a la comunidad e incluso al alcalde. Esta experiencia permitió a los alumnos desarrollar liderazgo, escucha activa, capacidad de espera y colaboración. “Todo esto ocurrió dentro del establecimiento, mostrando que no es necesario esperar a las prácticas en empresas para comenzar a formar estas habilidades”, comenta.
Estas experiencias también permiten que los estudiantes se sientan útiles, parte de algo real, con sentido. “El bienestar psicológico tiene que ver con sentirse parte, con hacer cosas que ayuden a otros y con tener cierto grado de autonomía en la toma de decisiones”, explica Hoffman. En la EMTP, los talleres y proyectos colaborativos permiten vivir conflictos reales, dialogar, tomar decisiones y enfrentar la frustración, todo dentro de un entorno pedagógico seguro y con acompañamiento docente.
En tiempos marcados por el aumento de los niveles de ansiedad y depresión en adolescentes, estas prácticas pueden marcar una diferencia. “Muchos jóvenes pasan largas horas solos o conectados a redes sociales. Por eso, los espacios de interacción con sentido en la escuela son vitales. Y más aún si estos espacios les permiten desarrollar proyectos reales, útiles para la comunidad”, señala.
El desafío no está solo en crear nuevas prácticas, sino en ampliar y replicar aquellas que han funcionado. “No se necesita tanto dinero ni grandes recursos, lo que se necesita es voluntad, acuerdos y líderes que acompañen. Y, sobre todo, dejar espacio para que los estudiantes se expresen y se comprometan con proyectos reales”, concluye Hoffman.
En definitiva, la formación socioemocional no es un extra, sino parte esencial del desarrollo integral que los jóvenes de la Educación Técnico Profesional necesitan para enfrentar el mundo actual. Y en ese camino, los proyectos significativos, con impacto real y con protagonismo estudiantil, son una vía poderosa y al alcance de todos.
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