El desarrollo de un enfoque educativo orientado a la sustentabilidad, la ciencia aplicada y el respeto por la naturaleza ha sido el eje transformador de esta comunidad educativa. El proyecto de Control Biológico, basado en el uso de insectos benéficos que controlan plagas agrícolas, surgió como una necesidad concreta del liceo. “Profesores, jefe de producción, director y estudiantes coincidieron en la urgencia de aportar al cuidado del medio ambiente, la sustentabilidad y la reducción del uso de agroquímicos en los cultivos”, nos contó Cristián Rivas, director del Liceo Bicentenario Marta Martínez Cruz de la comuna de Yerbas Buenas, en Linares.

Así fue como, en un primer momento, se organizaron charlas con un entomólogo del INIA. Estas actividades despertaron gran interés entre la comunidad y, luego de múltiples conversaciones, se decidió postular un proyecto al Gobierno Regional. Una vez concluido, el liceo decidió dar un paso más y continuar de manera autónoma con una iniciativa propia, dando origen al Centro Especializado de Control Biológico (CECB).

La alianza con el INIA, entidad líder en investigación agropecuaria, ha sido clave. Desde un inicio, esta institución ha traspasado su experiencia técnica, el know how necesario para producir enemigos naturales, las formas correctas de liberación y monitoreo. Por su parte, el establecimiento ha sabido adaptar estos contenidos a su programa académico, especialmente a través de las asignaturas vinculadas al área agrícola, logrando así una articulación coherente y significativa entre teoría y práctica.

Aprendizaje con propósito

Desde su origen, el CECB fue concebido como un espacio de aprendizaje aplicado, donde los estudiantes comprendieran cómo la agricultura puede ser sustentable y respetuosa con el medio ambiente. No se trata solo de adquirir conocimientos técnicos, sino de vivir la ciencia en carne propia: entender la biología de los insectos, las dinámicas ecológicas, el uso de la estadística y el análisis de los procesos en el campo.

Además, la comunidad educativa ha integrado el enfoque de Educación para la Resiliencia y la Naturaleza (ERN) como parte de su sello. En un contexto de cambio climático, se trabaja desde diversas asignaturas, pero principalmente desde la misión institucional de formar estudiantes que comprendan los fenómenos naturales, respeten su entorno y sean capaces de proponer soluciones sustentables e innovadoras.

-¿Qué habilidades buscan incorporar entre los estudiantes con esta metodología? 

-Gracias al Centro Especializado, los alumnos adquieren competencias técnicas y habilidades blandas, como por ejemplo dar solución a problemáticas o desafíos nuevos, responsabilidad y liderazgo.

Es a través del CECB que los jóvenes han podido interactuar con el mundo real. Existe actualmente vinculación con una empresa que está interesada en probar los controladores en un cultivo agrícola para ver el real impacto de estos en la producción. En este trabajo de vinculación han participado nuestros estudiantes, quienes han podido visitar la empresa, involucrarse en el monitoreo de plagas, realizar liberaciones, todo ello en el campo de una empresa, donde deben asociar sus aprendizajes con lo que sucede en la naturaleza.

Un ejemplo concreto es la reciente colaboración con una empresa agrícola interesada en probar los controladores biológicos desarrollados en el centro. Esta experiencia permitió que los jóvenes visitaran la organización, participaran del monitoreo de plagas, realizaran liberaciones en campo y observaran el impacto real de sus aprendizajes.

Cristián Rivas.

"Gracias al Centro Especializado, los alumnos adquieren competencias técnicas y habilidades blandas, como por ejemplo el poder dar solución a problemáticas o desafíos nuevos, responsabilidad y liderazgo”.

Bajo la guía de un reconocido entomólogo y su profesora, los estudiantes vivieron en terreno la relación entre plaga, cultivo y controlador biológico. Este tipo de actividades no solo consolidan los aprendizajes, sino que generan una profunda conexión con el entorno natural, al observar y analizar directamente los ciclos productivos y ecológicos.

Cambio cultural 

Una de las transformaciones más significativas observadas entre los estudiantes ha sido el desarrollo de una mayor responsabilidad y una conciencia ambiental sólida. Se ha fortalecido su comprensión de los fenómenos naturales y su amor por la profesión técnica que eligieron.

El impacto en la comunidad escolar ha sido notable: los alumnos son ahora capaces de explicar a otros la importancia de usar técnicas innovadoras para el desarrollo sustentable del agro. Esto ha generado un efecto multiplicador. Padres, apoderados y otras instituciones han valorado el trabajo del liceo, reconociéndolo como un espacio de innovación y de cuidado del medio ambiente aplicado.

La experiencia de este liceo demuestra que los jóvenes están abiertos a nuevas ideas, en donde el centro del trabajo sea el respeto por la naturaleza y la búsqueda de soluciones reales. El mensaje a otros equipos directivos es claro: “Se puede motivar a los jóvenes de hoy con ideas innovadoras, y el cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad deben ser un eje muy importante a tomar en cuenta”.

4 claves del trabajo de la Educación ambiental

1. Aprendizaje en terreno

Los alumnos se vinculan con su entorno natural. 

2. Ciclo formativo completo

El aprendizaje integra todas las etapas: diagnóstico en terreno, análisis en laboratorio, diseño de la solución y liberación en campo. 

3. Desarrollo de habilidades y conciencia ambiental

Los estudiantes han mostrado un cambio cultural profundo: mayor responsabilidad y capacidad para resolver problemas reales.

4. Impacto en las familias 

Las familias y empresas locales han sido testigos del proceso educativo y valoran la propuesta. Los estudiantes, empoderados con su aprendizaje, hoy son capaces de explicar con claridad cómo producir de forma sustentable, fortaleciendo así el vínculo entre la escuela y su comunidad.