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Nov 2025 - Edición 298

Innovar con sentido potencia los aprendizajes

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Cómo generar una cultura de innovación en las aulas

Cuando se habla de innovación en la educación, muchas veces se piensa en dispositivos, programas o plataformas. Sin embargo, para Vicente Lorca, director de Maker Campus de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo (UDD), lo esencial no es la herramienta, sino la cultura que se genera a su alrededor.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Cómo generar una cultura  de innovación en las aulas

“He visto a estudiantes que con impresoras 3D materializan ideas nacidas de una conversación, niñas que programan robots diseñados para resolver problemas de su entorno o jóvenes que construyen sensores para medir la calidad del aire de su barrio. La innovación está ahí, en transformar la experiencia de aprendizaje”, afirma Vicente Lorca, director de Maker Campus de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo (UDD).

La tecnología, explica, debe ser un medio para que los estudiantes se descubran como creadores. Por eso, la incorporación de kits de robótica, placas Arduino o softwares de diseño 3D se acompaña de metodologías como el aprendizaje basado en proyectos, el diseño centrado en las personas y el pensamiento computacional que se desarrolla de manera transversal. “Lo que hace la diferencia es abrir un espacio de experimentación donde el error no es una falla, sino parte del aprendizaje”, subraya el director.

La decisión de optar por estas herramientas surgió de una necesidad concreta: los estudiantes estaban rodeados de pantallas, pero casi siempre en un rol pasivo. “Lo que buscábamos era invertir esa relación y abrir un espacio donde fueran ellos quienes pudieran crear, experimentar y decidir el rumbo de sus proyectos”, explica Lorca. Así, lo aprendido dejó de quedar atrapado en un cuaderno para convertirse en soluciones reales con impacto en la comunidad.

En este contexto, la tecnología se convierte en un conjunto de objetos para pensar. Una placa programable permite comprender cómo funciona un circuito y cómo ese circuito puede responder a un problema. Una impresora 3D se transforma en un puente entre la imaginación de un estudiante y el objeto concreto que aparece en sus manos. “Queríamos que sintieran que lo que aprendían en la sala de clases no quedaba atrapado en un cuaderno, sino que podía tener un impacto real en su comunidad”, enfatiza.

El proceso, agrega, no depende de una sola persona. Los directivos cumplen un papel clave al abrir espacios y otorgar respaldo, pero el corazón sigue siendo el docente. “El profesor es la bisagra entre lo institucional y lo vivencial. Puede existir la impresora más avanzada, pero sin la mediación de un docente que confíe en la creatividad de sus estudiantes y que se atreva a salir de la rutina, la innovación se queda en la superficie”, advierte Vicente.

La innovación educativa no puede delegarse en aplicaciones o manuales. Se construye en la confianza entre profesores, directivos, estudiantes y familias. “Los estudiantes aportan entusiasmo y energía, los aliados externos traen nuevas miradas y recursos, pero el corazón del proceso sigue siendo el docente”, explica Lorca, quien destaca la importancia de entender la innovación como una práctica compartida, más que como un discurso externo.

Evaluar el impacto de estas experiencias también requiere otros indicadores. Maker Campus utiliza tres tipos de evidencias: la autonomía de los estudiantes en la conducción de proyectos, la calidad de las preguntas y soluciones que generan y la conexión del aprendizaje con el entorno. “Estos resultados muestran si la innovación se traduce en utilidad práctica y no se queda en la teoría”, señala.

Los desafíos son tanto culturales como organizacionales. No todas las comunidades escolares parten desde la misma posición, por lo que imponer un ideal uniforme puede generar resistencia. 

3 herramientas claves

Para otros establecimientos que deseen avanzar en este camino, Lorca identifica tres aprendizajes clave: 

  1. No se necesita la última tecnología para innovar, sino una cultura de apertura al error como parte del proceso.
  2. La evaluación debe incluir dimensiones cualitativas y no limitarse a pruebas estandarizadas.
  3. Los proyectos con impacto comunitario fortalecen el vínculo entre escuela y entorno, aumentando la motivación de los estudiantes.

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