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Regístrate y accede a la revistaNo existe una única manera de ser un buen líder educativo. Para Michael Johanek, académico del Teachers College de la Universidad de Columbia, lo esencial es saber leer el contexto y reconocer qué tipo de liderazgo demanda cada realidad. En esa línea, también conversamos con Marcelo Zúñiga, director del Liceo Técnico San Miguel, quien desde 2020 impulsa transformaciones profundas con un sello centrado en la formación integral de sus alumnas.
Conversamos con Michael Johanek, académico del Teachers College (TC) de la Universidad de Columbia y de Boston College, reconocido por su trayectoria en liderazgo educativo. Johanek estuvo en Chile para participar del Seminario Internacional “Líderes que transforman: del desafío al bienestar escolar”, una instancia organizada por Grupo Educar y Eventuras que se realizó en agosto pasado.
-¿Cómo describir a un buen líder educacional hoy?
-Hay que partir reconociendo lo desafiante que es el contexto actual. Me parece que un buen líder tiene algo de lo que queremos de los niños: entran al colegio con curiosidad, con la humildad de que van a aprender de los demás. Lo técnico y el conocimiento son importantes, pero son clave el humor y el sentido de humanidad.
Los colegios tienen muchos líderes que abordan distintas decisiones. En este sentido, es crítico para un líder no solo estar “en la pista de baile”, sino también subir al balcón para ver lo que está pasando y analizar su propio comportamiento.
Según la Unesco, el liderazgo educativo es un factor decisivo para asegurar una educación de calidad. El Informe GEM 2024/25 destaca que la capacidad de conducción de un director o de un docente puede influir en el desempeño académico de los estudiantes en hasta un 27%.
-¿Cómo ser un líder para los apoderados y comunidades?
-Parte del liderazgo es analizar quién tiene qué poderes y autoridades. El poder ya está distribuido entre diferentes líneas: apoderados, alumnos, docentes, director. Hay que saber identificar los líderes que se necesitan según las necesidades y el contexto. Uno bueno debe ayudar a otros en su capacidad de ser líderes. Si mis habilidades no son lo que se necesita en ese momento, se debe tener la humildad de entender e identificar liderazgos adecuados dentro del equipo, para ir diseñando las capacidades dentro de la institución.
-¿Cuál es el rol de la educación cívica en este esfuerzo por potenciar liderazgos entre los alumnos?
-Para tomar en serio la formación cívica de los estudiantes, se debe comenzar con su participación en las comunidades, más allá de las asignaturas. En segundo lugar, dando importancia a la historia, para entender los desafíos de las comunidades. Si los alumnos analizan, investigan y aplican lo que aprenden en el colegio –matemáticas, historia, estudios sociales–, podrán resolver problemas en sus comunidades, que los comenzarán a ver como un aporte.
-¿Cómo potenciar liderazgos y abordar la crisis de autoridad que hoy enfrentan docentes y directores?
-Quien diga que tiene una receta mágica para esto está mintiendo. Es importante distinguir entre ayudar a que cada uno revise su potencial como actor cívico y decir que tendrán un rol activo en la gestión del colegio.
Los alumnos deben entender su papel como actores en su comunidad, con capacidad para contribuir a la solución de problemas, no solo como personas que están siendo cuidadas por una institución.
-¿Podrías recomendar una estrategia para que los alumnos asuman esos liderazgos?
-Además de reuniones de alumnos y consejos regulares, el colegio puede participar en proyectos junto con instituciones de la comunidad. Esto es especialmente relevante cuando la tasa de niños fuera del colegio va en aumento.
-¿Cuáles son los mayores desafíos en materia de liderazgo?
-En general, el nivel de agotamiento y estrés actual juega en contra. Un buen líder está tratando de entender e invitar a sus comunidades a comprenderse entre sí. Sobre esto, la inteligencia artificial puede hacer cosas valiosas, como apoyar en el procesamiento de información y comentarios de las familias. Sin embargo, la tecnología plantea el desafío de reducir la posibilidad de entendernos entre unos y otros, por lo que la conexión humana se hace fundamental.
Marcelo Zúñiga, director del Liceo Técnico San Miguel, cuenta cómo han trabajado en una educación integral en su colegio, fundada en valores y un liderazgo enfocado en el vínculo con las alumnas, la confianza y el compromiso de los docentes.
Marcelo Zúñiga compara el rol de director con el de un padre: “Un papá tiene la misión de preparar a sus hijos para la vida. Esa es mi filosofía con las alumnas: darles todas las herramientas para que tomen buenas decisiones”, asegura. El director llegó en 2020 al Liceo Técnico San Miguel, un establecimiento que pertenece a la RED Irarrázaval y que recibe a 610 alumnas, con un índice de vulnerabilidad del 90%.
Los resultados hablan por sí mismos, en especial en estos últimos cinco años: mejoras en el SIMCE, aumento en la asistencia y promoción escolar, mejoramiento de la matrícula y un creciente número de estudiantes que acceden a la educación superior o al mercado laboral, con herramientas técnicas y humanas. Todo esto acompañado de un mejoramiento en infraestructura y un giro hacia la gestión del vínculo a nivel de gestión.
Más allá de la sala de clases
La visión de liderazgo de Marcelo parte del vínculo, dando espacios de escucha y expresión a las estudiantes: “Es primordial predicar con el ejemplo y la escucha activa. Para eso, no puedo reducirme a hacer clases en mi horario; tengo que darles una atención mayor y compartir los espacios con ellas”. Esa es la base para impulsar transformaciones en un colegio.
Además, asegura que en un contexto de IVE 90%, el trabajo de gestión del vínculo que hagan los profesores es crucial. “Es lo que te lleva al éxito o al fracaso de un proyecto educativo”, enfatiza. Cuando una estudiante entiende que eres un profesional comprometido, ellas también se comprometen”.
Líder hacia los docentes
Si uno visita el comedor de profesores a la hora de almuerzo, podrá ver docentes relajándose en tres sillones de masaje. Es un pequeño gesto, pero apunta a que estos se sientan cuidados, seguros, en confianza y con espacios de colaboración y para compartir ideas.
Para alinear a los docentes al proyecto educativo, Marcelo tiene el siguiente lema: “Preferimos invertir en el colegio que pagar multa”, y cada trabajador tiene la responsabilidad de mantener sus tareas al día. Los docentes se comprometen para así poder utilizar los recursos en las alumnas.
Además, dos veces a la semana se reúnen para presentar casos y comentar buenas prácticas.
Decir que no
Rechazar un proyecto o una idea no es fácil. A veces, los recursos son limitados y las ideas, muchas. Invitar a la solución es algo que a Marcelo le ha dado buenos resultados. Si el problema son los recursos, se sugiere buscar maneras de financiarlo; si no está alineado al proyecto educativo, a hacer modificaciones y volver a proponer. “Como tú les das a los profesores los espacios de participación y desarrollo de los proyectos, si no funcionan, ellos entienden por qué”, explica.
Líder para los apoderados
Para Zúñiga, los mayores desafíos en materia de liderazgo vienen de afuera. Cuando los alumnos traen malas prácticas desde el exterior como maltratos y violencia, es más difícil de contener y los docentes se sienten inseguros. “En esos contextos, yo tengo que atender al apoderado y también al profesor”, cuenta.
Por otra parte, el director identifica la tendencia a exigir derechos y no cumplir con los deberes. Cuando eso pasa a nivel de apoderado, es aún más difícil porque no están necesariamente alineados con la cultura del colegio.
Marcelo Zúñiga agradece el apoyo de su sostenedor, Fundación Romanos XII: “Por acompañarme en mis sueños y ayudarme a hacerlos posibles”.
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