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Regístrate y accede a la revistaCada año, miles de jóvenes eligen esta modalidad que los prepara con herramientas técnicas, habilidades prácticas y competencias socioemocionales para insertarse en un mundo laboral dinámico. En este contexto, el vínculo entre liceos TP y empresas se ha vuelto indispensable para asegurar una formación que responda a las verdaderas necesidades del país.
Desde SNA Educa, Marta Estruch, gerente general, lo explica con claridad: “La vinculación entre los establecimientos técnico-profesionales y el sector productivo es fundamental para asegurar la pertinencia y calidad de la formación que reciben nuestros estudiantes”. No se trata solo de conectar contenidos curriculares con lo que ocurre en las empresas, sino de abrir un espacio de intercambio que impacta a los alumnos, a los docentes y a las comunidades locales.
Marta Estruch, gerente general de SNA Educa. “La vinculación entre los establecimientos técnico-profesionales y el sector productivo es fundamental para asegurar la pertinencia y calidad de la formación que reciben nuestros estudiantes”.
Explica Marta Estruch que, cuando los colegios logran articularse con gremios y organizaciones productivas, los beneficios son múltiples: se actualiza la docencia, se generan prácticas reales para los jóvenes y se transfiere innovación y tecnología que enriquecen la experiencia educativa.
Los estudiantes que viven estas experiencias no solo adquieren conocimientos técnicos más pertinentes, sino que también desarrollan capacidades para enfrentar con éxito distintos escenarios laborales. “Comprenden cómo se aplican en la práctica los contenidos aprendidos en el aula, adquieren habilidades de comunicación, responsabilidad y trabajo en equipo, y fortalecen su autonomía y confianza”, señala Estruch. Esta última confianza les permite decidir con mayor claridad si desean continuar estudios superiores o incorporarse al trabajo, siempre con más herramientas que quienes no han tenido acceso a estos espacios.
El impacto de la vinculación trasciende a los alumnos. Según la gerente general de SNA Educa, también transforma los territorios donde se insertan los liceos. Las empresas locales se benefician con jóvenes mejor preparados, capaces de integrarse de inmediato a su funcionamiento; los docentes acceden a nuevas tendencias y tecnologías; y las familias valoran más la educación técnica, percibiéndola como un camino real de movilidad social. “La educación TP se convierte en un motor de desarrollo local, en un actor estratégico que aporta talento y soluciones a la comunidad”, asegura.
Un ejemplo concreto de este círculo virtuoso se encuentra en la Región del Biobío, donde el Liceo Bicentenario Tecnológico El Huertón de Los Ángeles, que forma parte de la RED Irarrázaval, ha recibido la Distinción Diego Portales Palazuelos-Institución Destacada. Su director, Marcos Hanssen, comenta que este reconocimiento los motiva a seguir profundizando la vinculación con empresas del sector agrícola, comercial y turístico. “Nuestro trabajo en formar profesionales competentes y preparados para el sector agrícola y productivo es valorado y nos motiva a seguir mejorando”, afirma.
Manuel Olave, director del Liceo Bicentenario Politécnico San Joaquín. “Un director tiene que tener una visión de lo que está pasando en el sector productivo. Creo que esto también nos permite formar jóvenes protagonistas del desarrollo local y global”.
Hanssen explica que el comercio y el turismo locales han sido aliados clave en este proceso, ofreciendo espacios de práctica que contextualizan el aprendizaje técnico y acercan a los estudiantes a la realidad del mercado laboral. La pertinencia de la formación, insiste, depende directamente de estas alianzas. “La vinculación asegura que los contenidos y habilidades que enseñamos estén actualizados y alineados con las demandas del sector productivo”, dice. Los resultados son evidentes: más oportunidades de prácticas profesionales, aumento en la empleabilidad y un interés creciente de los alumnos por seguir estudiando en áreas afines.
Además, el impacto en la región es tangible. El liceo contribuye al fortalecimiento del capital humano, preparando jóvenes que apoyan el crecimiento del comercio y del turismo locales. “Generamos un círculo virtuoso de progreso social y económico, porque los jóvenes egresados no solo se insertan laboralmente, sino que además aportan con innovación y energía al desarrollo de la zona”, señala el director. Sin embargo, también reconoce que el principal desafío es seguir profundizando estos vínculos, con programas de formación más innovadores y actualizados, especialmente frente a la irrupción de nuevas tecnologías y la necesidad de crear oportunidades sólidas y duraderas de inserción laboral.
En Santiago, en la comuna de San Joaquín, en el Liceo Politécnico Bicentenario San Joaquín –que forma parte de la RED Irarrázaval– también han tenido una buena experiencia en el vínculo de los alumnos con la industria. Su director, Manuel Olave, explica que “al relacionarse con las empresas y el sector productivo, nuestros alumnos experimentan un cambio profundo porque se enfrentan a contextos reales de aprendizajes dentro de las empresas, lo que les permite aplicar los conocimientos que adquieren en los liceos en escenarios concretos. Aquello fortalece sus conocimientos y su seguridad, su compromiso y el sentido de pertenencia a la misma especialidad”.
Además, señala Olave, “los estudiantes desarrollan las habilidades del siglo XXI; la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la gestión del tiempo, la adaptabilidad, y es ahí donde pensamos que nuestras aulas se extienden con los aprendizajes que adquieren en las empresas. Sucede que nuestros alumnos aprenden el sentido de la formación técnico profesional, porque valoran en terreno sus aprendizajes y se conectan con su propósito y su proyecto de vida”.
En el norte del país, Carolina Guerrero, directora del Liceo Alberto Hurtado Cruchaga de Pica –perteneciente a la RED Irarrázaval–, comparte una visión complementaria. A su juicio, la vinculación con el mundo productivo “es una relación estratégica para el país, ya que conecta la formación de muchos jóvenes con las necesidades de la industria y los sectores productivos en un corto plazo”. Carolina resalta que esta articulación asegura que la educación TP responda al dinamismo de los cambios tecnológicos y productivos, lo que fortalece las trayectorias formativas de los estudiantes.
Carolina Guerrero, directora del Liceo Alberto Hurtado Cruchaga de Pica. “(La vinculación con el mundo productivo) es una relación estratégica para el país, ya que conecta la formación de muchos jóvenes con las necesidades de la industria”
Los beneficios, dice la directora, para los jóvenes son claros: adquieren competencias prácticas en un escenario que simula la realidad, desarrollan habilidades socioemocionales como la comunicación y el trabajo en equipo, y consolidan su madurez. “Las experiencias contribuyen al acercamiento desde la teoría a la práctica, permitiendo una ventaja competitiva al momento de su inserción laboral”, explica. A su juicio, los estudiantes no solo amplían sus horizontes laborales, sino también proyectan confianza y motivación para perfeccionarse a través de la continuidad de estudios, elevando así la calidad de su servicio profesional.
Guerrero señala que, en su liceo, el sector productivo se ha transformado en una verdadera extensión de la escuela, gracias a la alianza público-privada que los administra y al consejo asesor empresarial que acompaña su labor. Esto refuerza la identidad de su Proyecto Educativo Institucional, el prestigio de la institución y la validación de los jóvenes como futuros profesionales en su propia comunidad.
Pero también, advierte la directora Guerrero, no hay tiempo para relajarse: “El principal desafío es avanzar en línea con la industria y sus necesidades, desde el currículo y sus actualizaciones con foco en las nuevas tecnologías, las habilidades digitales y la salud emocional. Para ello es imperioso capacitar constantemente a los docentes y dotar de equipamiento pertinente”.
En esa misma línea, Manuel Olave explica que “la experiencia de conectarse con las empresas amplía los horizontes a los alumnos, y permite visualizar en terreno su trayectoria de desarrollo personal y también profesional. Ahora, esto también se produce por la observación directa, por el mismo roce que se da por la participación con los trabajadores y los procesos productivos de las empresas, y ahí también empiezan a entender cuáles son las exigencias del mundo laboral”.
Además, agrega Olave, esa conexión posibilita beneficios, también desde el mundo académico. “Permite pertinencia y actualización constante”.
Joel Vásquez, director del Liceo Industrial de Temuco. “Las experiencias en la empresa les permiten (a los jóvenes) reducir considerablemente la ansiedad e incertidumbre tanto en la práctica profesional como en su ingreso al trabajo”.
A estas experiencias se suma la visión de Joel Vásquez, director del Liceo Industrial de Temuco, que también forma parte de la RED Irarrázaval, quien ha liderado diversas iniciativas de vinculación con empresas a través del Consejo Asesor Empresarial (CAE).
La idea de realizar el primer encuentro escuela-empresa, recuerda, nació en una de las reuniones del consejo como una forma de celebrar el décimo aniversario de su conformación y los 60 años de vida del establecimiento. La actividad permitió mostrar a la comunidad de Temuco logros como pasantías de alternancia, certificación de competencias laborales y experiencias internacionales en centros de formación del SENA en Colombia.
El impacto, asegura Joel Vásquez, ha sido profundo: “Los alumnos logran desarrollar mayor seguridad en ellos mismos, generan confianza con las jefaturas de las empresas y mejoran la responsabilidad, el trabajo en equipo y los hábitos de seguridad industrial”. Una de las innovaciones más relevantes fue la creación de una beca para financiar pasantías en el extranjero destinadas a los mejores egresados, fruto del consenso alcanzado en el CAE. Para el director, estas oportunidades transforman la vida de los estudiantes y sus familias, abriendo caminos de desarrollo personal y profesional.
Consultado sobre la importancia de que los jóvenes vivan experiencias de vinculación antes de egresar, Vásquez subraya que muchas veces, uno de los aspectos más “débiles de los estudiantes es no saber cómo enfrentar el mundo laboral o incorporarse a la educación superior. Las experiencias en la empresa desde segundo medio, con visitas técnicas y charlas, y desde tercero medio con pasantías de alternancia, les permiten reducir considerablemente la ansiedad e incertidumbre tanto en la práctica profesional como en su ingreso al trabajo”, explica.
Finalmente, hace un llamado a los colegios TP que aún no se han atrevido a dar pasos concretos en la vinculación con empresas: “Esto implica cambios paradigmáticos en la base de la formación técnica. Se necesita que profesores y empresas se conozcan, se generen confianzas y que estas organizaciones sean un socio formativo de los alumnos. Solo así lograremos una educación técnica verdaderamente transformadora”, concluye Vásquez.
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