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Oct 2025 - Edición 297

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Habilidades blandas: la llave del futuro laboral

En un mundo en constante cambio, las empresas buscan personas capaces de adaptarse a los cambios y de generar transformaciones organizacionales. Por eso, más que técnicos competentes, las organizaciones requieren personas íntegras, con capacidad de relacionarse, comunicarse y adaptarse. En este escenario, las habilidades blandas se han convertido en un eje esencial de la educación técnico-profesional.

Habilidades blandas: la llave del futuro laboral

Como afirma Daniel Goleman, “lo que distingue a los grandes líderes no es el coeficiente intelectual, sino la inteligencia emocional”. Esta potente afirmación nos recuerda que preparar estudiantes para el mundo del trabajo no solo implica entregar conocimientos técnicos, sino también formar personas capaces de liderar con humanidad, responsabilidad, sentido trascendente y equilibrio socioemocional.

El Foro Económico Mundial (2023) afirma que el 50% de los trabajadores necesitarán volver a capacitarse en los próximos cinco años, y que las habilidades más valoradas y buscadas tendrán que ver con el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la adaptabilidad, la creatividad y la inteligencia emocional. Esto no es el futuro, es el presente mismo.

En Chile, según datos del Ministerio de Educación del año 2023, más del 40% de los estudiantes de enseñanza media se forman en colegios técnico-profesionales. Este dato muestra la enorme responsabilidad que tienen estas instituciones para preparar jóvenes que no solo sepan “hacer bien un trabajo”, sino que sean capaces de aportar su propio desarrollo humano en el mundo laboral. 

De hecho, muchos empleadores han manifestado que la principal dificultad al contratar jóvenes no está en el área técnica, sino en la falta de ciertas virtudes como la puntualidad y la responsabilidad, y de habilidades como la comunicación asertiva y la capacidad de trabajar colaborativamente. Todo esto constituye un desafío educativo que, si lo comenzamos a trabajar “mañana”, será tarde.

Un ejemplo inspirador

En el año 2022, un liceo TP de Santiago implementó un programa complementario de formación socioemocional. Los estudiantes, además de recibir formación en mecánica automotriz, asistieron, junto a sus profesores, a talleres de comunicación asertiva, resolución de conflictos, liderazgo y trabajo colaborativo en equipo. Este año se realizaron encuestas en empresas que habían contratado a estudiantes egresados del liceo y los resultados fueron muy buenos. Los empleadores destacaron que estos poseían competencias técnicas y, sobre todo, capacidades colaborativas, de escucha, de adaptación a situaciones de presión y eran puntuales y responsables. Un dueño de empresa afirmó: “Les podemos confiar mayores responsabilidades porque saben resolver diferencias con diálogo y respeto”.

La base: virtudes, valores y educación integral

El caso anterior demuestra que las habilidades blandas son el puente entre la teoría aprendida, la realidad laboral y el compromiso personal. No son un listado de técnicas de moda, sino el fundamento sobre el que se apoyan y crecen virtudes y valores, tales como la responsabilidad para cumplir con lo comprometido, la honestidad para actuar con transparencia, el respeto en cada trato humano, la empatía para comprender al otro desde el otro y el sentido común para discernir lo correcto en cada contexto.

David Isaacs lo deja claro cuando afirma que “la educación de las virtudes es el camino más seguro para formar personas libres y responsables”. En otras palabras, la educación técnico-profesional no puede ser únicamente técnica: debe ser integral, humana y trascendente. Solo la inteligencia emocional será capaz de gobernar a la inteligencia artificial. 

Educación socioemocional y competencias del 

siglo XXI

La UNESCO plantea que la educación del siglo XXI se sostiene en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Así, las habilidades blandas se insertan directamente en estos pilares, porque suponen autoconciencia, empatía, cooperación, resolución de conflictos y liderazgo positivo.

La OCDE ha señalado que el desarrollo de las competencias socioemocionales es un factor decisivo para el éxito académico, laboral y social. Por eso, cree que la educación debe centrarse en preparar a los estudiantes para la incertidumbre, dotándolos de capacidades para aprender a aprender, colaborar con otros y actuar con responsabilidad ética. De esta manera, identifica cuatro competencias claves que deben desarrollarse en los sistemas educativos:

1. Autorregulación emocional, para gestionar el estrés y la frustración.

2. Colaboración, como capacidad de trabajar con otros en metas comunes.

3. Pensamiento crítico y creatividad, para resolver problemas complejos.

4. Responsabilidad y sentido ético, para actuar con integridad en entornos diversos.

El liderazgo que buscan hoy las empresas

Las compañías ya no demandan únicamente a quien domina lo técnico, sino a quien tiene visión, madurez emocional y capacidad de adaptarse a la incertidumbre. El liderazgo adaptativo, como señala Ronald Heifetz, exige aprender continuamente, interpretar realidades cambiantes y dar respuestas flexibles. 

Por su parte, el liderazgo antifrágil que plantea Nassim Taleb enseña a crecer y fortalecerse en medio de las dificultades. Esta cualidad es especialmente valorada en entornos laborales donde la presión y la incertidumbre son parte de lo cotidiano. Al mismo tiempo, los estudiantes deben aprender que liderar no es imponer, sino servir y colaborar.  

Formar jóvenes con estas características significa prepararlos para ser profesionales confiables, innovadores y capaces de transformar la adversidad en oportunidad, siendo líderes en servicio y al servicio de la sociedad. Por eso, uno de los mayores desafíos para la educación técnico-profesional es formar estudiantes líderes capaces de construir puentes entre el colegio y el mundo empresarial, para alinear las necesidades y las expectativas laborales con la preparación personal y profesional.

Por esto, cada integrante del colegio tiene su parte de responsabilidad y de trabajo colaborativo: 

• Directores: integrar en los proyectos educativos institucionales un enfoque de formación integral que equilibre lo técnico con lo humano.

• Docentes: asumir un rol de líderes y mentores, educando con el ejemplo y promoviendo habilidades blandas en el día a día.

• Estudiantes: comprender que la formación técnica es un medio, pero que el verdadero valor está en cómo se relacionan, colaboran y aportan al bien común.

Luis Tesolat, Director del colegio Familia de Dios, de la ciudad de Rosario, Santa Fe, en Argentina, y coach ontológico.

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