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Oct 2025 - Edición 297

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Edvard Munch: La expresión en el arte

Edvard Munch: La expresión en el arte

Edvard Munch (1863-1944) fue un pintor noruego cuya obra abrió el camino al expresionismo europeo. Su producción artística está marcada por una profunda necesidad de expresar emociones intensas, muchas veces vinculadas a experiencias personales de dolor, enfermedad y pérdida. Desde joven estuvo rodeado por la fragilidad de la vida: la muerte de su madre y de su hermana a causa de la tuberculosis marcó su infancia y dejó en él una huella imborrable que se transformó en uno de los ejes centrales de su arte. 

La expresión en la obra de Munch no busca reproducir la realidad visible, sino dar forma visual a sentimientos internos. En lugar de un naturalismo detallado, sus figuras y paisajes se cargan de distorsiones, líneas ondulantes y colores vibrantes que transmiten angustia, soledad, deseo o desesperación. Obras como El grito (1893) son ejemplos de esta intención: la figura central, con un gesto desbordado de horror, parece mostrar en su rostro el grito de la naturaleza entera, mientras el cielo, rojo y ondulante, intensifica el desasosiego.

En su serie El friso de la vida, Munch plasmó temas universales como el amor, la ansiedad y la muerte. Cada cuadro funciona como una confesión emocional, donde los colores adquieren un valor simbólico: el rojo como pasión y amenaza, el azul como melancolía, el verde como enfermedad o envidia. La pincelada suelta y a veces áspera refuerza la sensación de inestabilidad y dramatismo, alejándose de la armonía tradicional para dar paso a la subjetividad.

Munch concebía el arte como un espejo del alma humana, capaz de comunicar aquello que no podía decirse con palabras. Por eso, sus obras no solo narran su biografía, sino que también conectan con la experiencia universal del miedo, la soledad y la vulnerabilidad. Su exploración radical de la expresión emocional lo convirtió en precursor del expresionismo y en uno de los artistas más influyentes del siglo XX, capaz de mostrar cómo el arte puede ser un lenguaje directo del sentir humano.

El grito, 1893. Óleo, temple y pastel sobre cartón, 91 cm x 73,5 cm. Galería Nacional de Noruega, Oslo, Noruega.

Actividad sugerida: 

Reunir a los estudiantes para observar algunas imágenes de las obras del artista, motivando el diálogo mediante algunas preguntas tales como: ¿qué es lo que vemos? ¿Qué quiso expresar el artista en estas obras?, entre otras.

Luego de ese espacio de análisis, invitar a los estudiantes a escoger una noticia –nacional o internacional– e inspirarse en ella para crear una pintura al estilo de Edvard Munch, tomando en cuenta las expresiones de los rostros de los personajes, los colores, las pinceladas, los planos y la composición.

Al finalizar, conversar acerca de lo que han realizado y aprendido, observando las obras creadas por sus compañeros de manera respetuosa y constructiva. 

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