En el marco de su experiencia, identifica tres medidas clave para usar la tecnología con sentido:

• Apoyar y formar a los profesores. La innovación requiere confianza y acompañamiento. Todos los docentes del colegio, sin importar la asignatura, aprenden a usar herramientas como Scratch o Makey Makey para integrar proyectos tecnológicos de manera transversal. “Aquí está permitido cometer errores, porque si no, uno no puede innovar”, señala.
• Convertir la escuela en un lugar entretenido. Eventos semanales, ferias y actividades artísticas hacen del colegio un espacio donde los estudiantes quieren estar. La tecnología se integra en proyectos de todas las áreas, potenciando la motivación y el aprendizaje significativo.
• Poner a los estudiantes en el centro. El aula se transforma en un espacio activo donde los alumnos son protagonistas. Con celulares, computadores y juegos, aprenden a resolver problemas, crear y explorar, mientras el profesor deja de ser solo transmisor para convertirse en guía.

Los resultados avalan el cambio: aunque los puntajes en pruebas estandarizadas no son los más altos, el 70% de los egresados accede a la educación superior y todos los niños en edad escolar leen correctamente.

“Necesitamos un liderazgo más valiente en los colegios. No pasa nada si algo no resulta, se resuelve. Lo importante es crear y transformar”, resume Román, convencido de que la tecnología con sentido puede abrir nuevas posibilidades para estudiantes y profesores.