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El arte perdido del aburrimiento: cómo el tiempo frente a la pantalla está matando la creatividad

El aburrimiento impulsa la creatividad, mientras que las pantallas la frenan. Aprender a aburrirse, en cambio, fortalece la imaginación, la autonomía y el desarrollo infantil.

El arte perdido del aburrimiento: cómo el tiempo frente a la pantalla está matando la creatividad

Por Paulette Delgado

Hoy en día es común ver a niñas y niños frente a una pantalla para evitar que se aburran. Sin embargo, lo que parece una solución práctica está contribuyendo a un problema mucho más profundo: la desaparición del aburrimiento como experiencia cotidiana. Como advierte Writer’s Digest, “estamos criando a una generación que nunca ha conocido el verdadero aburrimiento, esa picazón enloquecedora de una tarde vacía que solo se calma creando algo nuevo”.

El aburrimiento, aunque incómodo, ha sido históricamente un motor de creatividad. Cuando no hay distracciones digitales, las infancias inventan juegos, historias, dibujan o simplemente buscan una manera de entretenerse. Hoy, en cambio, el acceso constante a pantallas ha reducido estos espacios de imaginación y reflexión. La pregunta es inevitable: ¿qué pasa con la creatividad infantil cuando nunca permitimos que nuestros hijos se aburran?

El papel del aburrimiento en la creatividad y el impacto de las pantallas

Lejos de ser una pérdida de tiempo, el aburrimiento es un estado que empuja al cerebro a buscar estímulos, soluciones y nuevas formas de entretenimiento. La psicóloga Jennifer Delgado señala que “el aburrimiento permite a los niños conectar con su esencia y desarrollar una resistencia emocional que les será útil en la vida adulta”. Otros especialistas coinciden en que el aburrimiento no es pasividad, como un artículo publicado en Children & Screens en el que los autores mencionan que “provoca cambios en lo que sentimos, pensamos y hacemos, impulsándonos a imaginar escenarios alternativos y nuevas metas”.

Diversos estudios muestran que cuando las infancias carecen de estímulos externos inmediatos, recurren a la imaginación para inventar juegos, crear historias o experimentar con su entorno. Este proceso activa el pensamiento divergente, clave para la innovación y la resolución creativa de problemas. Un artículo de Edutopia lo resume así: cuando el cerebro entra en “modo predeterminado”, se abren posibilidades para la creatividad y la resolución de problemas complejos.

Usar de manera excesiva las pantallas puede afectar la capacidad de los infantes para resolver problemas de forma creativa, ya que tienen menos experiencia práctica y menos tiempo libre para explorar, descubrir cosas nuevas y distintas formas de pensar. Por ejemplo, una niña que pasa mucho tiempo jugando videojuegos podría no tener tanto tiempo para explorar la naturaleza, dibujar o crear cosas con las manos, lo que puede afectar su capacidad para encontrar soluciones creativas a problemas no relacionados con los videojuegos. Como advierte el Writer’s Digest: “Cada vez que cedemos y entregamos el iPad… estamos borrando la capacidad de nuestros hijos de crear su propio entretenimiento, sus propias historias y sus propios recuerdos”.

El psicopedagogo Bartolomé Úbeda lo resume diciendo que: “El aburrimiento no es una patología a curar, es una oportunidad para desarrollar la creatividad, la reflexión y la autonomía. Es como un folio en blanco: tú decides qué dibujar”.

Aunque pareciera que las pantallas ofrecen un océano de posibilidades de entretenimiento, aprendizaje y conexión social, se consumen de manera pasiva y estructurada. Muchos videojuegos tienen reglas definidas, mientras que los videos de YouTube muestran una secuencia predeterminada y las redes sociales están diseñadas para retener la atención, lo que significa que queda poco espacio para la creación espontánea.

Por supuesto, la tecnología también puede inspirar. El pintor Timothy Lai, por ejemplo, explica cómo usa tableros digitales para organizar sus ideas y explorar temas recurrentes. Además, las aplicaciones educativas, la narración digital y la realidad aumentada pueden ser aliadas si se usan con intencionalidad pedagógica. El desafío está en encontrar un equilibrio: aprovechar lo mejor de lo digital sin que sustituya la experiencia del aburrimiento y la creación propia.

El blog Harvard Business Review incluso propuso un plan de cuatro pasos para recuperar una relación saludable con el aburrimiento: observar, descifrar, decidir y cultivar. La idea es resistir el impulso inmediato de huir hacia una pantalla, analizar qué tipo de aburrimiento sentimos, decidir cómo enfrentarlo y, en algunos casos, incorporar deliberadamente espacios de inactividad en la rutina para favorecer la creatividad.

  • Observa: Nombra el aburrimiento para dirigirlo intencionalmente y desarrollar resiliencia en lugar de sucumbir ante el impulso de sumergirte en la pantalla. 
  • Descifra: El aburrimiento se presenta de distintas maneras, desde una desconexión hasta buscar distracción de una tarea abrumadora. ¿Estás aburrido porque no tienes nada que hacer o porque lo que estás haciendo no es placentero? Conocer las causas exactas ayuda a crear un plan para lidiar con esta sensación y tomar mejores decisiones.
  • Decide: Ya que conoces más sobre por qué estás aburrido, es momento de decidir qué hacer al respecto. “Quizás tu aburrimiento simplemente te permite relajarte y desconectar después de un período intenso en el trabajo. O quizás te dice algo sobre tu rol en sí”, sugieren los investigadores.
  • Cultiva: Aunque parezca raro, los expertos sugieren reservar tiempo libre para aburrirse, ya que esto conducirá a una mayor innovación y productividad a largo plazo. “Como el aburrimiento puede despertar la creatividad, incluso podrías incluir un espacio para él como tiempo no estructurado en tu rutina laboral, por ejemplo, antes de que se te pida que innoves, generes nuevas ideas y rindas al máximo”, explican. 

La clave está en distinguir entre distracción útil e inútil. Soñar despierto puede ser una forma constructiva de divagación mental que conduce a la incubación de ideas. Por el contrario, el desplazamiento interminable en redes sociales suele fragmentar la atención y generar fatiga cognitiva.

Negarle a las infancias la posibilidad de aburrirse no es un asunto menor, pues el aburrimiento cumple una función estructural en el desarrollo. Al eliminarlo mediante la hiperestimulación digital, se empobrece no solo la experiencia cotidiana, sino dimensiones críticas del crecimiento infantil.

  • Lenguaje y comunicación. Estudios recientes demuestran que incluso en niños muy pequeños, la exposición prolongada a dispositivos móviles está asociada con un peor desarrollo de la comprensión y expresión del lenguaje. Además, el uso de pantallas por parte de las madres también parece tener un efecto acumulativo sobre el vocabulario infantil. Un estudio longitudinal en Australia reveló que cada minuto extra de pantalla implicaba menos palabras de adultos, menos vocalizaciones infantiles y menos turnos de conversación, lo cual sugiere que la tecnología interfiere en las oportunidades de interacción verbal esenciales para el desarrollo lingüístico.
  • Autorregulación emocional. El aburrimiento enseña a tolerar la frustración y a esperar, competencias centrales para la vida adulta. Si las infancias aprenden que cada molestia se resuelve de inmediato con una pantalla, pierden oportunidades de practicar la paciencia, la capacidad de demora en la gratificación y la gestión de la incomodidad. En el aula, esto se traduce en mayor impulsividad, baja tolerancia a la espera de turnos y dificultad para persistir en tareas que requieren esfuerzo sostenido.
  • Imaginación y juego libre. La imaginación florece cuando no existe una solución ya dada. Si las niñas y los niños consumen entretenimiento estructurado continuamente, pierden la necesidad y el espacio para inventar mundos propios. El juego no estructurado, en el que inventan reglas y escenarios, es un terreno fértil para la creatividad. Sin embargo, cuando los juegos digitales ya traen narrativas predefinidas, se reduce la posibilidad de experimentar con mundos ficticios propios. Singer y Singer (2006) subrayan que la imaginación es clave para la creatividad, pero está siendo desplazada por formas pasivas de entretenimiento digital. 
  • Salud mental. Diversas investigaciones recientes muestran que un uso elevado de pantallas está asociado con un aumento en síntomas de depresión, ansiedad y estrés entre adolescentes. Por ejemplo, en Brasil, adolescentes con cuatro a seis horas diarias de uso mostraron un incremento significativo en sintomatología depresiva y ansiosa.  En un estudio longitudinal en Canadá, incrementar el tiempo de pantalla predijo mayores síntomas de depresión y ansiedad al año siguiente. Incluso una revisión sistemática señala que el uso excesivo de redes sociales y pantallas recreativas parece repercutir negativamente en el bienestar psicológico adolescente. Además, una encuesta nacional en EE. UU. indicó que adolescentes con más de cuatro horas diarias de pantalla no escolar enfrentan mayores probabilidades de depresión, ansiedad, patrones de sueño irregular y falta de apoyo social. 

Esto solo demuestra que aburrirse es parte del entrenamiento vital, ya que favorece la comunicación, fortalece la autorregulación, enriquece la imaginación y protege la salud mental. Privar a la infancia de ese recurso natural implica limitar su capacidad para desarrollar herramientas esenciales en un mundo cada vez más complejo. Como explica el terapeuta Kent Toussaint: “El aburrimiento es la semilla de la creatividad, pero cuando lo evitamos todo el tiempo, los niños nunca necesitan crear, aprender una habilidad o hacer amigos”. 

Estrategias para familias y educadores

¿Qué se puede hacer en casa y en la escuela para recuperar el valor del aburrimiento sin demonizar la tecnología? Aquí algunas recomendaciones prácticas según distintos autores mencionados en este artículo previamente:

  1. Validar el aburrimiento: En lugar de verlo como un problema que debe resolverse de inmediato, es importante reconocerlo como parte natural del desarrollo. Cuando un infante dice “me aburro”, podemos responder con calma: “¿qué se te ocurre hacer?” Esta actitud cambia la percepción: el aburrimiento no es un vacío a rellenar con pantallas, sino una invitación a la exploración personal. Esta validación les enseña a autorregular sus emociones y a no depender siempre de estímulos externos para sentirse bien.
  2. Ofrecer materiales abiertos: Los objetos que no tienen un uso único como el papel, lápices, cajas de cartón, disfraces y elementos naturales despiertan la creatividad porque obligan al niño a atribuirles un sentido personal. A diferencia de los juguetes electrónicos con un guion cerrado, los materiales abiertos se transforman en lo que la imaginación dicte: una caja puede ser un cohete, un castillo o una casa. Este tipo de juego fomenta el pensamiento divergente y refuerza la autonomía creativa.
  3. Fomentar el juego libre: Dedicar tiempo al juego no estructurado y pasivo es fundamental. En el aula, esto significa reservar espacios sin instrucciones rígidas, mientras que en casa implica permitir que los niños inventen dinámicas sin la intervención constante de adultos. El juego libre desarrolla habilidades sociales, negociación de reglas, resolución de problemas y, sobre todo, imaginación. La evidencia muestra que las infancias que participan en juego espontáneo tienden a ser más flexibles cognitivamente y a mostrar mayor capacidad de innovación en la escuela.
  4. Explorar la naturaleza: El contacto con el entorno natural ofrece estímulos multisensoriales difíciles de replicar en entornos digitales: colores, texturas, sonidos, olores. Caminar, trepar árboles o recolectar piedras son experiencias que promueven la curiosidad y la creatividad. Además, pasar tiempo en la naturaleza ha demostrado mejorar la atención sostenida y reducir el estrés en la infancia. Este tipo de exploración, aparentemente simple, ayuda a que el aburrimiento se transforme en asombro y descubrimiento.
  5. Equilibrar pantallas y actividades offline: La tecnología no debe verse como enemiga, sino como una herramienta que requiere límites. Establecer horarios razonables, por ejemplo, evitar pantallas durante las comidas o antes de dormir, ayuda a que las infancias mantengan espacios de juego libre y descanso mental. Se recomienda priorizar un uso creativo o educativo  como buscar información, crear un dibujo digital, explorar un museo virtual, por encima del consumo pasivo. De esta manera, las pantallas complementan la imaginación en lugar de sustituirla.
  6. Invitar a la narración de historias: La narración fortalece el lenguaje y la creatividad. Leer juntos, inventar cuentos o escribir pequeñas narraciones permite que niños y niñas ejerciten su capacidad de simbolizar, crear personajes y dar sentido a sus experiencias. Estas actividades refuerzan el vínculo afectivo y desarrollan competencias comunicativas que más tarde se traducen en pensamiento crítico y habilidades académicas.
  7. Modelar con el ejemplo: Las infancias aprenden más de lo que ven que de aquello que se les dice. Si los adultos también se permiten desconectarse y tolerar el aburrimiento. Por ejemplo, leyendo un libro en silencio, dibujando, tejiendo o simplemente descansando sin celular, transmite el mensaje de que no siempre es necesario un estímulo externo para sentirse plenos. Modelar hábitos saludables es clave para que los niños internalicen que el aburrimiento es una oportunidad, no un problema.

Isaac Rudansky, en Writer’s Digest, relata cómo, de niño, su padre eliminó la televisión del hogar y, tras una rebelión inicial, él descubrió el camino hacia los libros y la imaginación. Décadas después, repitió la misma historia con sus propios hijos: al apagar la pantalla, encontró que, tras las rabietas, surgieron la pintura, la escritura y el juego creativo

Ese “jardín secreto del aburrimiento” es un espacio cada vez más escaso en la vida infantil, pero también más necesario. Como sociedad, tanto familias como educadores somos guardianes de esa capacidad de asombro. Cada vez que preferimos la perseverancia a la solución rápida de una pantalla, les damos a los niños la oportunidad de inventar sus propias historias.

El aburrimiento no es un enemigo a erradicar, sino un recurso pedagógico y emocional a recuperar. En medio de la saturación digital, permitirnos y permitir a las infancias habitar esos vacíos creativos pueden ser la clave para formar generaciones más resilientes, imaginativas y capaces de enfrentar un mundo en constante cambio.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/el-arte-perdido-del-aburrimiento-como-el-tiempo-frente-a-la-pantalla-esta-matando-la-creatividad/

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